El caso de Yorangel Alfonso, un bebé de dos meses de edad que falleció en las cercanías del Páramo colombiano de Berlín, puso en evidencia las difíciles circunstancias por las que atraviesan los migrantes venezolanos que buscan una nueva vida para sus familias.
Por Heider Logatto Cuadros | VOA
Vanessa Bautista, coordinadora de uno de los albergues a los que diariamente llegan cientos de venezolanos, expresó a la Voz de América que la situación es compleja y que una tragedia como la de Yorangel “podría repetirse” debido a la difícil caminata que enfrentan los migrantes en esa parte del territorio colombiano.
Una tía abuela de Yorangel, Yorayma Vautez, explicó a la VOA que la familia del pequeño inició su odisea a primera hora del pasado 19 de febrero.
“A las 6:00 a.m. salimos a caminar”, rememoró Vautez, quien detalló que la intención del grupo era acabar llegando a la ciudad de Bucaramanga, pero que todo cambió en la ascensión al páramo, cuando notaron que al niño le estaba “brotando sangre” por la nariz.
Para cuando lograron llegar a un centro asistencial de salud, Yorangel ya no tenía signos vitales. Su velorio y sepelio, ambos celebrados en la localidad de Pamplona, fueron asumidos por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y por otras organizaciones no gubernamentales.
Los restos del menor reposarán en el cementerio de esa misma localidad, sin haber podido disfrutar de aquella vida que su mamá un día imaginó en Venezuela junto a él; una vida que no lograron por lo que ellos consideran la “mala situación” que vive Venezuela, relató a la VOA un miembro de la familia que pidió no ser identificado.
El día a día de los migrantes que deciden caminar por las vías colombianas buscando un mejor futuro es, sin lugar a dudas, difícil. Aunque aún se mantienen algunos albergues que les brindan atención, no son suficientes para atender completamente a las personas que deciden arriesgar sus vidas atravesando páramos y vías de tráfico pesado.
Para José Luis Muñóz, miembro del Instituto de la Caridad Universal, no existen políticas públicas “humanitarias”, por lo que sugiere que el paso por los páramos, se convierte en una “tragedia”.
Por su parte, el director del Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander, Carlos Martínez, argumentó que muchos de los migrantes no están en el sistema de salud colombiano, lo que hace “imposible” hacerle seguimiento a su estado de salud, aunque recalcó que “cualquier emergencia” debe ser atendida por las autoridades de salud colombianas.
Mientras tanto, los familiares de Yorangel seguirán su camino hacia Cali, Colombia, como tenían planeado, a partir de ahora ya solo con el recuerdo de Yorangel y con los sueños que llevan en sus bolsos cargados de ropa y alimentos.
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