La Asamblea General de la ONU abrió este martes su 75 período de sesiones bajo la sombra de la pandemia, de un mundo cada vez más fracturado y con las instituciones multilaterales especialmente cuestionadas.
EFE
Con mascarillas y varios asientos de separación para protegerse del coronavirus, diplomáticos de los 193 Estados miembros se dieron cita en el hemiciclo de la Asamblea General para inaugurar un nuevo curso, una semana antes del inicio de los debates anuales entre líderes, que por primera vez se desarrollarán en formato virtual.
“Nuestras mascarillas nos recuerdan la amenaza tan seria a la que nos enfrentamos. Nos recuerdan las vidas que hemos perdido y los desafíos que tenemos que superar”, señaló el nuevo presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir, en un primer discurso muy marcado por la pandemia.
El temor al virus estuvo presente en cada momento de la ceremonia, incluida una rápida desinfección del conocido como “martillo de Thor”, el mazo que usan los presidentes de la Asamblea para dirigir las sesiones, cuando el político turco recibió el testigo de su predecesor, Tijjani Muhammad-Bande.
UN MOMENTO DIFÍCIL PARA LA ONU
Bozkir reconoció que la ONU llega a sus tres cuartos de siglo en un momento especialmente complejo, pues los “críticos del multilateralismo han alzado la voz” con la crisis y “la pandemia se han usado para justificar pasos unilaterales y debilitar el orden internacional basado en las normas”.
Según aseguró, esas críticas no están carentes de base, pero sus conclusiones son totalmente erróneas: “no se equivoquen, ningún Estado puede combatir esta pandemia solo. El distanciamiento social no ayudará a nivel internacional. El unilateralismo solo reforzará la pandemia”, recalcó.
“La pandemia de la COVID-19 se ha abierto paso en nuestras vidas y nuestras comunidades. Todos nos enfrentamos a altos niveles de incertidumbre. Ahora mismo, todavía estamos en medio de la niebla”, apuntó el secretario general de la ONU, António Guterres.
Guterres subrayó que el impacto social y económico del coronavirus y cómo se combinará con otros problemas globales es aún desconocido, pero defendió que la “única esperanza es responder con unidad y solidaridad, apoyando a los más vulnerables”.
La pandemia, sin embargo, ha dejado en evidencia las costuras del sistema multilateral, con una respuesta fragmentada y en la que están primando los movimientos nacionales.
“Este año será crítico en la vida de nuestra organización. Tenemos que seguir respondiendo al impacto inmediato de la pandemia de la COVID-19 reforzando sistemas de salud y apoyando el desarrollo y la distribución equitativa de tratamientos y vacunas”, señaló Guterres.
El diplomático portugués también apuntó como prioridad impulsar una recuperación sólida, basada en la agenda de desarrollo sostenible y en el Acuerdo de París para frenar el cambio climático.
Durante la pandemia, el papel de la propia ONU y de su Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido cuestionado o directamente atacado desde distintos frentes, sobre todo por parte del Gobierno de Estados Unidos, que el pasado mayo anunció la “ruptura” de su relación con el ente con sede en Ginebra.
De fondo, el choque entre Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo, se mantiene como una gran amenaza para el trabajo de Naciones Unidas y sus esperanzas de impulsar la cooperación entre naciones.
Hace un año, Guterres utilizó su discurso ante la Asamblea para alertar del riesgo de una “gran factura” que divida al mundo en dos sistemas, uno encabezado por Washington y otro por Pekín, pero desde entonces la tensión entre las dos potencias no ha hecho más que crecer.
LOS LÍDERES HABLAN LA PRÓXIMA SEMANA
La próxima semana, el presidente estadounidense, Donald Trump, y el chino, Xi Jinping, serán dos de los principales protagonistas de las reuniones de alto nivel de la Asamblea, que arrancarán el martes 22 tras una cumbre el día 21 para conmemorar el 75 aniversario de la ONU.
Todo ello se desarrollará en un formato “híbrido”, con presencia de diplomáticos en el salón de la Asamblea General, pero con los líderes ofreciendo sus tradicionales discursos a través de vídeos pregrabados.
Trump, a priori, puede ser la excepción, pues ha asegurado que le gustaría acudir en persona a Nueva York y ser el único mandatario presente.
Bozkir confió en que el novedoso formato no restará relevancia a la reunión, en la que, sin necesidad de viajar, se espera un número récord de intervenciones de jefes de Estado.
Según fuentes de la ONU, ahora mismo se prevé que 119 jefes de Estado hablen ante la Asamblea, muy por encima de los entre 70 y 80 habituales.
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