La nueva portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, se comprometió este miércoles en su primera rueda de prensa a compartir información «precisa» al público estadounidense y manifestó «su respeto profundo» hacia una prensa libre e independiente.
EFE
En un intento de marcar un tono distinto respecto a sus predecesores durante la Administración de Donald Trump, Psaki recordó su pasado como portavoz del Departamento de Estado en el Gobierno de Barack Obama (2009-2017), cuando vio «el poder de Estados Unidos y, por supuesto, el poder de este atril y el poder de la verdad, y la importancia de sentar ejemplo de compromiso y transparencia».
«Tengo un profundo respeto por el papel de una prensa libre e independiente en nuestra democracia y por el papel que todos ustedes desempeñan», dijo.
«Habrá momentos en que estaremos en desacuerdo, y habrá ciertamente días en los que estaremos en desacuerdo en gran parte de las ruedas de prensa -siguió-, pero tenemos un objetivo común, que es compartir información precisa con el pueblo estadounidense».
Psaki subrayó que si el presidente Joe Biden hubiera estado con ella en esa misma rueda de prensa hubiera dicho que «trabaja para el pueblo estadounidense»: «Yo trabajo para él, por lo que también trabajo para el pueblo estadounidense».
Agregó que el objetivo del mandatario, que fue investido este miércoles en una ceremonia en el Capitolio, en Washington DC, es «traer la transparencia y la verdad».
Psaki concedió la primera pregunta a un periodista de la agencia AP, una tradición que fue rota por el primer secretario de prensa de la Administración de Trump, Sean Spicer, quien respondió a una cuestión de un reportero del tabloide The New York Post.
El periodista de AP aprovechó para formular a Psaki una cuestión sobre si ella se ve como una portavoz para promover los intereses del presidente o para ofrecer la verdad a los estadounidenses.
La Presidencia de Donald Trump estuvo marcada por la tensa relación entre sus portavoces y los periodistas, así como por los ataques del propio mandatario contra los profesionales de la información y a medios, como la CNN o The New York Times, a los que solía referirse como «noticias falsas».
Las últimas intervenciones en público de la última portavoz de la Casa Blanca de Trump, Kayleigh McEnany, fueron más declaraciones a los medios, que ruedas de prensa propiamente dichas, dado que no atendió a preguntas.
McEnany sustituyó en el cargo el pasado 7 de abril a Stephanie Grisham, quien marcó un récord al no ofrecer ninguna conferencia de prensa durante sus menos de diez meses en el cargo.
Durante décadas, las ruedas de prensa de la Casa Blanca se celebraron de manera diaria y pasaron a formar parte de la rutina de los periodistas de Washington.
Sin embargo, Trump estuvo poco interesado en delegar en portavoces o en explicar los matices de sus ideas y se empeñó en ser su propio portavoz a través de Twitter, donde con frecuencia hacía anuncios de envergadura sin consultar antes a su equipo.
Además, mantuvo una relación hostil con la prensa que le hacía popular entre su base de votantes y que desembocó en sonados enfrentamientos con algunos periodistas, como el reportero de la CNN Jim Acosta, al que ordenó retirar la credencial de prensa en 2018, aunque luego tuvo que volver a entregársela.
McEnany fue la cuarta portavoz del mandatario en sus cuatro años en el poder.
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