La Unión Europea (UE) condenó este miércoles el golpe de Estado en Burkina Faso que ha provocado “el derrocamiento de un presidente electo”, Roch Kaboré, y pidió la vuelta “inmediata” al orden constitucional.
El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, lamentó en una declaración la suspensión de la constitución y las instituciones por parte de miembros de las fuerzas armadas agrupados bajo el llamado Movimiento Patriótico por la Salvaguarda y la Restauración (MPSR), y recalcó su respeto a las instituciones republicanas.
”La UE hace un llamamiento a todos los actores a la calma y la concordia y pide la liberación inmediata de todas las personas detenidas ilegalmente, empezando por el presidente Kaboré”, enfatizó.
El jefe de la diplomacia comunitaria dijo que la UE está “atenta” a la posición y decisiones tomadas por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que ha reprobado con firmeza el golpe, “con miras a encontrar una salida favorable a esta situación”.
”La UE lamenta que no haya prevalecido el diálogo, particularmente frente a los temas de seguridad nacional y la situación humanitaria del país, que requieren de una respuesta respaldada por la mayoría para llevar a cabo reformas esenciales”, señaló el político español.
Según afirmó, “la falta de restauración del orden constitucional tendrá consecuencias inmediatas para nuestra asociación con el país”.
”Junto con los demás socios de Burkina Faso, la UE mantiene su firme compromiso de apoyar al país, para ayudarle a superar los numerosos desafíos a los que se enfrenta”, destacó, a la vez que expresó la solidaridad del bloque europeo “con todo el pueblo de Burkina Faso”.
La junta militar que dirige Burkina Faso tras el golpe de Estado consumado este lunes recibió el martes apoyo popular en las calles del país, pese a la condena de la comunidad internacional, que reprobó la ruptura del orden constitucional y exigió la liberación del depuesto presidente Kaboré.
El golpe de Estado se confirmó este lunes tras vivirse el domingo una situación tensa por los disparos en varios cuarteles militares de Uagadugú y otras urbes, incidentes calificados en un principio como un supuesto motín para exigir mejoras en las Fuerzas Armadas.
El amotinamiento tuvo lugar cerca de dos semanas después de que las autoridades anunciaran el arresto de ocho militares, incluido un comandante, en relación con un presunto complot para “desestabilizar” las instituciones del país. Asimismo, suspendieron la semana pasada el acceso a Facebook por motivos de seguridad no especificados.
A la situación del domingo le precedió el sábado un día de manifestaciones no autorizadas, convocadas por la sociedad civil para expresar el gran descontento social, acrecentado en los últimos meses, por la inseguridad generada por la violencia yihadista, y exigir la dimisión de Kaboré.
Burkina Faso sufre el yihadismo desde 2015 y los ataques, que se atribuyen a grupos aliados de Al Qaeda y el Estado Islámico, han provocado más de 1,5 millones de desplazados internos, según el Gobierno burkinés.
El golpe de Burkina Faso es el cuarto que sufre la región de África occidental, tras los dos acaecidos en el vecino Malí (agosto de 2020 y mayo de 2021), país que también padece la lacra del terrorismo yihadista, y el de Guinea-Conakri (septiembre de 2021).
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