Angela Merkel visita este viernes y domingo, probablemente por última vez como canciller alemana, Moscú y Kiev, en un nuevo intento por impulsar dos de los mayores escollos de su política exterior: el conflicto en el este de Ucrania y las relaciones con Rusia.
La situación en Afganistán ha llevado a reducir la agenda de la canciller en ambas capitales al mínimo esencial, pero Merkel no ha querido desaprovechar la ocasión de reunirse cara a cara con los presidentes ruso y ucraniano, Vladímir Putin y Volodímir Zelenski.
Merkel viajará este viernes a Moscú donde prevé abordar con Putin la situación en Afganistán, pero también la influencia rusa en dos de sus vecinos: Ucrania y Bielorrusia.
El portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert, explicó que Merkel considera que Putin puede hacer «mucho más» para que se alcance una «solución» en el este de Ucrania, donde los separatistas prorrusos -apoyados militar y económicamente por el Kremlin- controlan las provincias de Donetsk y Lugansk.
Moscú y Kiev alcanzaron un acuerdo en 2015, con la mediación de Berlín y París, que establecía una hoja de ruta que incluía una desescalada del conflicto militar, reformas políticas y la celebración de elecciones locales. Pero apenas se ha avanzado en estos puntos desde hace años.
Seibert indicó asimismo que Rusia tiene «influencia» sobre Bielorrusia y su presidente, Alexandr Lukashenko, enfrentado con la Unión Europea (UE) desde hace un año por las sanciones que los 27 le impusieron por la represión de la oposición democrática.
La UE calificó de fraudulentas las elecciones presidenciales bielorrusas de hace un año, las que provocaron las manifestaciones contra Lukashenko y la subsiguiente represión violenta del régimen.
Merkel ha denunciado además recientemente que Lukashenko está presionando a la UE enviando migrantes a sus fronteras con Letonia, Lituania y Polonia, estrategias «híbridas» que suponen un ataque «a toda la UE».
Otro tema de interés bilateral para Berlín y Moscú es el polémico gasoducto Nord Stream 2, que unirá directamente ambos países por el mar Báltico y que finalmente EE. UU. tolerará a cambio del compromiso de Alemania de sancionar a Rusia si trata de usar la energía como arma política, especialmente contra Ucrania.
Por último está la situación del opositor Alexéi Navalni, actualmente encarcelado en Rusia y de cuyo envenenamiento con un gas nervioso se cumple ahora un año. Seibert calificó este asunto de «grave lastre» para las relaciones bilaterales.
El domingo en Kiev, Merkel tendrá como principal punto de la visita a Ucrania su reunión con Zelenski, que sigue buscando el respaldo de la canciller frente a Rusia en el conflicto en el este del país y en materia energética.
Pese al apoyo alemán para Ucrania, Kiev y Berlín se han distanciado con el paso de los años. El deseo de Zelenski de que su país acceda a la OTAN no ha encontrado respaldo en Cancillería.
EFE
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