Centenares de migrantes forzosos venezolanos que intentaban ingresar a su país llegaban a Villa del Rosario, en Norte de Santander, Colombia, donde el martes 16 de junio improvisaban fogones para alimentarse.
Un conjunto de venezolanos, entre ellos niños, viajaron a pie desde diferentes puntos de Bogotá y Medellín. Incluso, hay quienes cruzaron los páramos de Santander, en medio de bajas temperaturas.
Los venezolanos caminantes llegaban también desde Ecuador, Chile y Perú, donde la crisis sanitaria por el COVID-19 agravó su situación, obligándolos a regresar a su país. Algunos alcanzaban La Parada, el último destino en Colombia para cruzar el puente internacional Simón Bolívar y entrar a Venezuela.
Afirmaciones deplorables
El director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, aseguró el jueves 18 de junio que calificar a los venezolanos que buscan retornar a su país como armas biológicas es un concepto deplorable y miserable.
“Cuando esos venezolanos llegan a zona de frontera se hace un nuevo proceso de tamizaje y de verificación en salud. Claro que hemos tenido contagios de población venezolana, como lo hemos tenido en población colombiana. Ese cuento de que los venezolanos que están saliendo son personas con padecimientos de Covid-19 es totalmente falso«, indicó Espinosa mediante una nota de prensa.
Afirmó además que, a la fecha, ya han retornado de manera voluntaria a Venezuela más de 76.000 venezolanos y se estima que son más de 24.000 los que aguardan poder hacerlo. Se trata de un proceso que, de acuerdo con el jefe de la autoridad migratoria colombiana, podría tardar hasta 6 meses, debido a las restricciones que atribuye a Venezuela para la recepción de sus connacionales.
Con información de Lis Mesa en Cúcuta
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