Centenares de solicitantes de asilo quedaron a la deriva tras ser liberados este lunes por las autoridades de inmigración de EE.UU. en la frontera de California y México, porque el único albergue que los recibía y daba orientación tuvo que cerrar sus puertas por falta de recursos.
EFE
Este lunes un activista episcopal de San Diego era el único voluntario que daba orientación a los migrantes que llegaban en los autobuses de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) en una estación de transporte público cada 15 minutos, según pudo constatar EFE.
«Los que hablan español acá de este lado para darles una plática de orientación», convocaba Robert Vivar, de la Iglesia Episcopal de San Diego a un grupo que va creciendo cada vez más.
Vivar explicó a EFE que el jueves fue el último día que operó el Centro de Bienvenida de San Diego, un refugio que agotó los 6 millones de dólares en fondos federales para albergar temporalmente a migrantes que, sin ese lugar de acogida, ahora quedan en las calles.
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Vivar estima que CBP libera a unos 500 inmigrantes cada día en la frontera sur de California.
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