El 30% de los recursos obtenidos con la venta de los tapabocas se destinará a mejorar los albergues en la localidad fronteriza de Cúcuta, que acogen a la población vulnerable.
Por Karen Sánchez | VOA
Ana María Echezuría trabajó en su máquina de coser, recordando aquellos atropellos vividos en su natal Venezuela y evocando los hechos, gracias a los diseños plasmados en las mascarillas que está ensamblando.
Ella hace parte del grupo de mujeres migrantes venezolanas, refugiadas y desplazadas colombianas que participaron en el corte, hechura y ensamble de tapabocas muy peculiares, pues muestran, a través de atractivos diseños, las etapas por las que pasa un migrante venezolano en Colombia.
En un taller del barrio La Playa, en Cúcuta, zona fronteriza entre Venezuela y Colombia, casi 10 mujeres elaboraron alrededor de 5.000 tapabocas con diseños inspiradas en la historia de personas que han tenido que abandonar su país por causas de fuerza mayor.
Este emprendimiento, apoyado por la Agencia de la ONU para Refugiados (ACNUR), se dio gracias al trabajo de la diseñadora Adriana Contreras y el trabajo gráfico de la ilustradora Carolina Arias.
“La realidad es que por estar acá, en Cúcuta, pues conocemos en carne propia toda esta desafortunada situación de los migrantes. Y yo siempre he tratado de colocar el tema social en mi trabajo”, cuenta Adriana, quien hace 18 años creó su empresa de confección y ya había trabajado con ACNUR anteriormente en otro proyecto.
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