Este viernes entra en vigencia el segundo confinamiento en la ciudad italiana de Milán, después de que el gobierno haya decretado el cierre de las regiones septentrionales de Lombardía.
Se trata de una medida con la que se intenta frenar los contagios y que ha impuesto a las regiones con más casos, aunque este segundo confinamiento es algo más blando que el aprobado en primavera para todo el país.
Según los últimos datos, Lombardía ha registrado casi 10.000 nuevos contagios en 24 horas, y Milán es la provincia más afectada, especialmente la capital.
Desde hoy han cerrado las tiendas, restaurantes y bares, se prohíbe viajar a otras regiones y salir de casa si no es para ir al trabajo, llevar a los niños al colegio o por motivos urgentes o de salud, pero siguen abiertos los supermercados, las fábricas y otras actividades como las peluquerías, estancos, farmacias y quioscos y las guarderías y colegios solo para la educación primaria.
«Era previsible que volviéramos a una situación como esta, pero si es necesario para mejorar se hace. Yo por ejemplo trabajo y me puedo mover, pero lo mínimo… ¿qué le vamos a hacer? Estamos todos igual», ha explicado a EFE una joven en Milán.
Lombardía es la región más afectada por la pandemia, por encima de Piamonte y el Valle de Aosta, que acumulan más de 4.000 y 3.000 al día, respectivamente; y Calabria que tiene un precario sistema hospitalario, a pesar de que sus casos diarios no superan los 500.
«Es como una herida que se ha cicatrizado pero que sigue ahí… Es necesario ir adelante, levantar la cabeza y continuar», comenta en la capital lombarda otra mujer,que afirma que ella y su familia han tenido que cambiar sus formas de trabajar y estudiar, para adaptarse a la nueva realidad por la pandemia.
Otra señora reconoce que la gente en Milán se ha tomado peor este segundo confinamiento y critica al Gobierno y a las autoridades regionales que podían haber actuado con mayor rapidez para evitar una situación de encierro, que penalizará la economía de esta zona, motor económico del país.
«Pero se adaptan y respetan (las medidas de prevención) porque todos los que están en la calle veo que llevan la mascarilla. Tendremos que ver qué hacen los jóvenes, porque por desgracia el problema siempre está ahí… por las noches van a los parques, se juntan y transmiten lo que no deberían transmitir», admite.
Desde hoy, Italia está dividida en tres, con regiones amarillas, naranjas y rojas, según los indicadores de peligrosidad que maneja el Gobierno y que han desatado las críticas de todos los presidentes regionales.
Italia acumula más de 800.000 casos de contagio totales, entre ellos 40.000 fallecidos desde el inicio de la pandemia a nivel nacional.
EFE
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