Las bajas entre los altos mandos revelan que el impacto de la guerra en las tropas rusas es muy superior a lo esperado, con estimaciones que apuntan a miles de muertes de soldados.
Si el axioma militar dice que descabezar al enemigo es uno de los objetivos básicos de la guerra, entonces la ofensiva rusa sobre Ucrania atraviesa importantes dificultades tras haberse confirmado la muerte de varios de sus altos mandos en el frente. El Gobierno ucranio asegura haber acabado con hasta cinco generales y un puñado de comandantes del enemigo. Sobre algunos se guarda un sepulcral silencio y otro resucitó en un desafiante vídeo. Algunas estimaciones elevan la magnitud del impacto al hablar de miles de muertes entre los militares rusos. Esas bajas representan un duro golpe en una campaña que el Kremlin calificó de “quirúrgica”, pese a que se cumplirá un mes desde el primer ataque en los próximos días.
“Todo marcha acorde al plan”, dijo el presidente Vladímir Putin sobre la “operación militar especial para la defensa de las repúblicas de Donetsk y Lugansk”, eufemismo con el que Moscú se refiere a esta campaña bélica. El último alto mando fallecido ha sido el jefe adjunto de la flota del Mar Negro, el capitán de primer rango Andréi Palii. Su muerte la confirmó el pasado domingo por Telegram el gobernador de Sebastopol, Mijaíl Razvozháyev. “Era amigo de Andréi Nikolayévich. Era una persona muy abierta y buena, un verdadero oficial descendiente de una dinastía de militares. Gozaba de una gran autoridad en la flota, era comprensivo y atento, sabía cómo ser cercano con cualquier persona”, afirmó el político en una de las raras confirmaciones de altos mandos fallecidos en esta guerra.
Palii nació en Kiev en 1971, pero tras la ruptura de la URSS decidió servir en la marina rusa y se negó a prestar juramento a Ucrania. Además, durante su dilatada carrera llegó a ser jefe adjunto de las Fuerzas Armadas de Rusia en Siria. Según el medio Forpost, el capitán había recibido la misión de asegurar el corredor humanitario de la ciudad portuaria de Mariupol, el frente principal en esta fase de la guerra, una urbe devastada por los bombardeos y donde se lucha ahora casa por casa, un escenario muy lejano de lo que había sido dibujado como una rápida operación quirúrgica. Según el Gobierno ucranio, un francotirador acabó con su vida.
Fuentes oficiales del Gobierno ucranio también han anunciado el cese de ocho altos mandos oficiales rusos, una purga que varios medios han tratado de confirmar. La última destitución que se suma a esta lista —esta sí ha podido ser confirmada— es la del subcomandante de la Guardia Nacional Román Gavrílov. El general era antes el responsable de su departamento de seguridad interna y con mando sobre fuerzas especiales, deja la dirección de la Guardia Nacional en plena ofensiva. Las autoridades rusas atribuyeron el cese a su antigüedad, aunque Gavrílov, ascendido el pasado verano, podría haber seguido al frente de la Guardia Nacional 20 años más, según informa Kommersant. Además de la pérdida de generales, este súbito cambio en la jerarquía militar es otro indicio de que la guerra no marcha como esperaba el Kremlin.
El primer alto mando ruso de cuya muerte hubo constancia oficial fue el general-mayor Andréi Sujovetski, comandante adjunto del 41.º Ejército. Nacido en 1974, había sido distinguido con dos órdenes al coraje y otra al mérito militar. Su fallecimiento, anunciado por los ucranios el 1 de marzo, fue confirmado por una organización de oficiales de Krasnodarsk. Incluso Putin lo mencionó en un discurso.
Las muertes de otros militares de alto rango rusos no están claras, pero tampoco Moscú las ha desmentido. El Gobierno ucranio anunció que el 41.º Ejército ruso había vuelto a ser golpeado el 7 de marzo, al caer abatido el general-mayor Vitali Guerásimov, entonces jefe de personal y primer comandante adjunto de esta fuerza. El Ministerio de Defensa declinó comentar esta información a la agencia Reuters, y el portal de investigación Bellingcat —declarado agente extranjero por Rusia— publicó una supuesta grabación en la que dos miembros del Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) lamentaban que el militar había sido interceptado porque sus vías de telecomunicación ya no eran seguras en Ucrania.
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