Los bolivianos, en la antesala de una elección presidencial clave el próximo domingo, temen que pueda resurgir la violencia y la crisis política que acechó al país andino luego de unos tensos comicios en 2019.
Varias muertes siguieron a la votación tras enfrentamientos callejeros que duraron semanas y provocaron escasez de alimentos y gasolina debido a los bloqueos de carreteras.
Luego de anular la elección por acusaciones de fraude, el líder izquierdista Evo Morales renunció y dejó al país en un vacío político. Desde entonces, el poder fue asumido por un Gobierno conservador provisional.
Los 7,3 millones de votantes se enfrentan ahora a una encrucijada: el regreso al partido socialista de Morales o un giro hacia el centrista Carlos Mesa, expresidente entre 2003 y 2005, quien ocupó el segundo lugar en las elecciones de 2019.
Sin embargo, muchos simplemente quieren evitar el derramamiento de sangre.
“Que haya paz. Que no haya mas líos, no queremos sangre de nadie de ningún partido político”, dijo Sandra Rivero, pariente de Marcelo Terrazas, quien murió el año pasado en medio de la violencia callejera.
“Queremos vivir en paz, en libertad y tranquilos”, añadió.
El candidato socialista Luis Arce, un aliado cercano a Morales, lidera las encuestas, aunque no con una diferencia suficiente como para evitar una segunda vuelta electoral el 29 de noviembre.
La votación, que fue postergada en diversas oportunidades este año por la pandemia de coronavirus, será presencial y con protocolos sanitarios para evitar contagios. Los centros de votación abrirán el domingo por la mañana y los primeros resultados del conteo oficial se difundirán alrededor de las 20:00 hora local (2400 GMT).
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