El doctor F. Perry Wilson, investigador clínico de la Facultad de Medicina de Yale, se refirió en Impact Factor, su programa semanal de medicina, a la posibilidad de buscar nuevas alternativas para ponerle fin al COVID-19. Entre su teoría se encuentra la idea del no aislamiento de los pacientes infectados.
Su testimonio comienza con un análisis sobre el inicio de la pandemia y la pregunta que invade al mundo: ¿Cuándo terminará? Si bien al principio, la posibilidad de erradicación del COVID-19 parecía plausible, el tiempo se extiende y para el Dr. Perry Wilson pueden aplicarse otras medidas.
Aclara que SARS-CoV-1 y el virus MERS desaparecieron una vez que se establecieron contramedidas sólidas. Pero la rápida propagación por todo el mundo y los reservorios de animales profundos, incluidos murciélagos, visones, ciervos y muchas otras especies, dejaron en claro rápidamente que la erradicación del SARS-CoV-2 era una quimera.
“Mis objetivos se trasladaron a la idea de la eliminación: que los brotes esporádicos ocasionales de COVID-19 inevitablemente ocurrirían, pero que podrían ser contenidos rápidamente, gracias a un programa de vacunación amplio y efectivo; pruebas generalizadas y un virus con un código genético relativamente estable para el cual nuestro sistema inmunológico generaría una protección duradera”, señaló.
Sin embargo afirmó que luego llegó Delta y más tarde Ómicron. Con respecto a esta última variante indicó que evade la inmunidad contra la infección basada en vacunas, y los avances son cada vez más comunes. “Afortunadamente, no parece eludir la protección basada en inyecciones contra enfermedades graves y la muerte”, dijo. De hecho, aclaró que un estudio reciente sugiere que una infección aguda en una persona vacunada podría incluso ser algo bueno. “Parece que la mayoría de los casos son bastante leves y actúan un poco como una vacuna de refuerzo, con el beneficio adicional de aumentar la IgA, la mucosa inmunoglobulina que, según creen muchos expertos, puede ser necesaria para prevenir también una infección leve al evitar que el virus se una a las células epiteliales nasales y bronquiales”.
De acuerdo con estos datos analiza: “¿Cómo sabemos cuándo terminó la pandemia? ¿Cuándo termina? ¿Cuándo las muertes diarias por COVID son similares a las de la gripe? Eso es aproximadamente 100 por día si propaga una temporada de gripe particularmente mala en el transcurso de un año entero. Las muertes por COVID-19 siguen siendo más de 10 veces mayores que eso. Si este es nuestro punto final, el final no está a la vista”, afirmó.
Es por eso que, desde su columna, propuso un nuevo punto final. Si bien no es un criterio de valoración basado en la epidemiología, la transmisión o incluso las tasas de mortalidad, esta vez su análisis y punto final está basado en algo más visceral: “cuándo sentiremos una sensación de normalidad”.
Allí infirió que ese punto final tiene que ver con el fin del aislamiento para los casos positivos. “A medida que el aumento de Ómicron disminuye, tal vez en 2 o 3 meses, si coincide con el patrón de los otros aumentos, y los hospitales se desatascan y las tasas de casos regresan a un nivel bajo. Qué pasaría si dejáramos de exigir el aislamiento de las personas infectadas”
“Algún día, esta restricción se levantará. Ese día no es ahora. Nuestros hospitales están demasiado estresados. Necesitamos ganar tiempo. Pero, en un par de meses, a medida que Ómicron mengua, debemos pensar si aislar a los infectados sigue siendo apropiado”, comentó.
En su testimonio, recordó también que los últimos dos años han estado marcados por el aislamiento. “No solo el aislamiento literal de 10 días de estar sentado en una habitación después de una prueba COVID-19 positiva, sino el aislamiento social más doloroso que es el sello distintivo de esta pandemia. Si continuamos definiendo el final de la pandemia con tasas de casos o tasas de mortalidad, me temo que el final está muy lejos. Pero, en términos de cómo se sentirá la vida, el fin de la pandemia y el fin del aislamiento son lo mismo”, concluyó.
Creo que se sentiría lo más cercano a lo normal que podríamos llegar a ser. Hay algunos beneficios obvios. Sin el espectro del aislamiento que se cierne sobre nuestras cabezas, las personas con síntomas leves, e incluso aquellos que son asintomáticos, ya no se sentirían sin incentivos para hacerse la prueba, lo que aumentaría la visibilidad de la pandemia. Se desarrollarían nuevas normas en torno a una prueba positiva, como la divulgación a los contactos y quedarse en casa hasta que se sienta saludable; las cosas que hacemos con otras infecciones virales ciertamente continuarían. Los niños pasarían más tiempo en la escuela”, y agregó: ”El conocimiento de que las personas activamente infectadas pueden estar fuera y caminando entre nosotros podría incluso alentar a los que se resisten a las vacunas a morder la bala. La esperanza es eterna, supongo”, finalizó.
Horas más tarde se expresó a través de su cuenta de Twitter: “Para los que están adecuadamente vacunados, el COVID-19 es simplemente otra infección respiratoria. Seguro, apesta. Puede quedarse en casa si se siente mal. Pero no cambia completamente tu vida. Incluso podría hacer más pruebas, sabiendo que un resultado positivo no es el fin del mundo”.
Para el especialista, Gonzalo Pérez Marc (MN 110.813), investigador principal del Hospital Militar, probablemente se trate del debate más interesante que hay en este momento sobre la pandemia. De todas maneras, considera que hay que ser cuidadosos porque el uso del barbijo, el aislamiento, el distanciamiento o los testeos masivos, son métodos que salvaron a millones de personas de todo el mundo. Todo el trabajo de los médicos permitió paliar la situación hasta que se desarrollaron los tratamientos y las vacunas adecuadas. “Por eso mismo me parece perfecto el debate porque es fundamental que comencemos a discutir esto porque lo que buscamos es la normalidad”, dijo.
“Yo entiendo la normalidad como dice el doctor Wilson, que representa a otras enfermedades respiratorias como la gripe, que es pandémica también. La gripe tiene muchos infectados, muchos vacunados de riesgo todos los años, algunas personas fallecidas. Me parece que el vehículo para lograr esto es la vacunación masiva. Una vacunación de amplia cobertura. Quizás Ómicron sea la muestra inicial de que esto se está transformando en una virósica como la gripe”, agregó.
Uno puede pensar que ahora en vez de hacer foco a nivel pulmonar lo haga en la vía aérea alta, entonces aparecen muchos casos positivos pero con enfermedad leve. Creo que la normalidad va a ser eso. No se va a necesitar más esa medida de resguardo que altera nuestra vida diaria, pero para eso tenemos que estar tranquilos, con los métodos de control. Sabiendo que aún estando enfermos, no vamos a enfermar gravemente a nadie. Incluso siendo asintomáticos, saber que podemos estar sin esas medidas y no contagiar, porque la persona que está al lado, va a estar bien protegida”, señaló.
“Si se sigue vacunando y se logra abarcar a la gran parte de la población que aún está sin vacunar, y que no es antivacuna, podríamos llegar a ser de los primeros países en volver a la normalidad”, concluyó.
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