La OTAN ofrece a Rusia una nueva ronda de reuniones mientras que Washington alerta de que el ataque puede suceder “en cualquier momento”.
Elena G Sevillano | Amanda Mars | María R. Sahuquillo | El País
Los esfuerzos diplomáticos para evitar un nuevo conflicto en Ucrania se multiplican. Disuadir a Rusia de una invasión se ha convertido en el principal objetivo de las potencias occidentales, que tratan de reducir la tensión con continuos viajes a los dos países enfrentados, llamadas entre altos cargos y la convocatoria de distintos formatos de conversaciones entre las partes afectadas.
“El riesgo de un conflicto es real”, subrayó este martes en Berlín el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Tras reunirse con el canciller alemán, Olaf Scholz, el jefe de la Alianza lanzó varios mensajes a Moscú, todos en la línea de pedirle que reconsidere su postura y de recordarle las consecuencias que tendría un nuevo ataque contra Ucrania. Stoltenberg anunció que ha vuelto a convocar a los miembros del consejo OTAN-Rusia (NRC, en sus siglas en inglés) a nuevas conversaciones. “La tensión es muy alta y por eso el diálogo es especialmente importante. Debemos hacer todo lo posible por alcanzar una solución política”, añadió.
Dentro de la ofensiva diplomática, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, comenzó este martes un viaje con escala en Kiev, Berlín y Ginebra. En la ciudad suiza tiene previsto reunirse el viernes con su homólogo ruso, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. El mensaje que le transmitirá, según avanzan fuentes del Gobierno norteamericano, no dista mucho de lo que Washington ha advertido desde hace semanas: que es necesario asegurar “una respuesta diplomática”. Lo que ha cambiado es el contexto: el temor a que Rusia invada Ucrania es cada vez mayor.
Gira de Blinken en Kiev, Berlín y Ginebra
“Estamos en un momento en el que Rusia podría lanzar un ataque sobre Ucrania en cualquier momento”, señalan fuentes de la Administración estadounidense. “Estados Unidos no quiere conflicto, quiere paz”, añaden, si bien insisten en que la pelota está en el tejado del Kremlin. “Hemos sido muy claros, un progreso significativo en la vía diplomática solo puede ocurrir en un entorno de desescalada, pero hemos visto lo contrario por parte de Rusia”, concluyen las fuentes consultadas.
La desescalada, para Estados Unidos y los aliados, consiste en que Putin rebaje la presión militar en la frontera con Ucrania, donde se calcula que ha situado alrededor de 100.000 soldados. Pero no solo ha ocurrido eso. EE UU acusa al Kremlin de operaciones de ciberataque y un complot para fingir una agresión en sus tropas que les sirva de pretexto para intervenir en la antigua república soviética.
Blinken habló con Lavrov el martes, conversación en la que el estadounidense recalcó el compromiso “inquebrantable” de Estados Unidos con la soberanía de Ucrania. El encuentro que ambas delegaciones mantuvieron la semana pasada en Ginebra también arrojó escasos resultados. En Kiev, Blinken se verá el miércoles con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, y con su ministro de Asuntos Exteriores, Dmytro Kuleba. Al día siguiente se citará en Berlín con su homóloga alemana, Annalena Baerbock, para coordinar cualquier respuesta “si Rusia decide elevar la tensión”. El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, recalcó este martes en Washington “el compromiso español y de los aliados” con la soberanía y la integridad de Ucrania “incluida Crimea”, península que Rusia invadió en 2014.
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