La ONU advirtió el martes que Irak podría volver a sumirse en la inestabilidad tras un ataque con cohetes contra una base aérea en el Kurdistán iraquí que alberga a fuerzas estadounidenses y que dejó un iraquí y varios extranjeros muertos, así como varios heridos.
AFP
Es la primera vez en casi dos meses que este tipo de ataques tienen como objetivo instalaciones militares o diplomáticas occidentales en Irak. El último ocurrió a mediados de diciembre, cuando estallaron cohetes cerca de la embajada de Estados Unidos en Bagdad.
En Twitter, la representante de la ONU en Irak, Jeanine Hennis-Plasschaert, denunció «actos atroces y peligrosos» que «constituyen una grave amenaza para la estabilidad».
También pidió «moderación» y cooperación sobre la investigación entre Erbil, capital de la región autónoma del Kurdistán (norte), y Bagdad.
Aeropuerto cerrado
El ataque parece haber tenido como objetivo un complejo militar en el aeropuerto de Erbil, donde están las tropas extranjeras que forman parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos que apoya a Irak en su lucha contra los yihadistas.
Pero los cohetes también cayeron en zonas residenciales, según el departamento de Salud de la ciudad, que informó de cinco víctimas civiles.
El portavoz de la coalición, el coronel Wayne Marotto, dijo que tres cohetes impactaron en el aeropuerto, matando a un empleado civil extranjero que no es estadounidense.
Otras nueve personas resultaron heridas, entre ellas ocho empleados civiles y un militar estadounidense, indicó.
El aeropuerto de Erbil permaneció cerrado el martes, pues las autoridades evaluaban los daños, dijo su jefe, Ahmad Hoshyar, a la AFP.
El lunes por la noche, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, se declaró «indignado» por el atentado, indicando que su país «pedirá cuentas a los autores».
También dijo que habló con el primer ministro del gobierno regional kurdo, Masrur Barzani, para garantizarle el apoyo de Estados Unidos en la investigación.
El Partido Democrático del Kurdistán (PDK), en el poder en esta región, acusó a grupos «bajo la sombra» del Hashd al Shaabi, coalición de paramilitares ahora integrados en el Estado iraquí, de estar «en el origen del ataque».
El primer ministro iraquí, Mustafa al Kazimi, denunció un ataque dirigido a «crear el caos» en Irak y prometio impedir que su país se convierta en un «patio trasero» donde se produzcan los conflictos regionales.
Dos fuentes de inteligencia dijeron a la AFP que los cohetes fueron lanzados desde el interior de la región autónoma.
¿Facciones proiraníes?
El atentado fue reivindicado por un grupo poco conocido autodenominado Awliyaa al Dam («Los Guardianes de la Sangre»).
Funcionarios de seguridad dijeron a la AFP que creen que es un nombre de fachada para ocultar a conocidas facciones proiraníes que quieren que las fuerzas de la coalición abandonen el país.
Irán negó firmemente rumores según los cuales estaría implicado en el ataque y se unió a las condenas.
Rompiendo con la posición de la administración de Donald Trump, de la que Irán era la bestia negra, el gobierno de Joe Biden dijo que no iba a «prejuzgar» la identidad de los responsables.
«Apoyamos a nuestros socios iraquíes en sus esfuerzos por investigar estos ataques, ya hayan sido llevados a cabo por Irán, por milicias apoyadas por Irán o por elementos de estas fuerzas», dijo Ned Price, portavoz del Departamento de Estado estadounidense.
Las instalaciones militares y diplomáticas occidentales fueron blanco de decenas de cohetes en Irak desde finales de 2019, la mayoría en Bagdad.
Sin embargo, se dispararon misiles iraníes hacia el aeropuerto de Erbil en enero de 2020, días después del asesinato del general iraní Qasem Soleimani por un ataque de un dron estadounidense en Bagdad, ataque que hizo temer una guerra directa entre Irán y Estados Unidos.
Luego se dispararon cohetes regularmente contra la embajada estadounidense en Bagdad, y los funcionarios estadounidenses e iraquíes culparon a las milicias proiraníes.
En octubre, Washington amenazó con cerrar su embajada si no cesaban los ataques.
Más tarde, facciones iraquíes pro-iraníes aceptaron una tregua negociada bajo los auspicios del gobierno iraquí y los ataques con cohetes casi cesaron.
Desde que Irak declaró la victoria sobre el Estado Islámico a finales de 2017, las tropas extranjeras se han reducido a 3.500 militares, incluyendo 2.500 estadounidenses, casi todos en Erbil, según una fuente de la coalición.
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