Oficialmente, el presidente ruso Vladimir Putin gana unos 140.000 dólares al año y posee un pequeño apartamento, según sus declaraciones financieras públicas.
Pero eso no explicaría el “Palacio de Putin”, una imponente finca en el Mar Negro cuyo costo se estima en más de 1.000 millones de dólares, y otros bienes usados por el líder ruso, como un yate millonario, aviones privados y relojes de lujo.
Nadie sabe exactamente cuántos activos tiene el jefe del Kremlin, pero varias estimaciones han valorado su inmensa fortuna en 200.000 millones de dólares.
Las teorías sobre el origen de la riqueza de Putin
El ascenso de Putin al poder comenzó a principios de la década de 1990. Tras la caída de la Unión Soviética, Rusia estaba sumida en una severa crisis económica y el gobierno necesitaba dinero desesperadamente. Putin, por entonces jefe del servicio de Inteligencia estatal KGB, participó en la privatización de activos estatales.
Bajo el mandato del presidente Putin y una serie de asesores económicos vendieron estos activos a un pequeño grupo de empresarios por una fracción de su valor real y posteriormente les adjudicaron contratos estatales, creando una clase de oligarcas rusos cuya riqueza se disparó mientras los ciudadanos rusos normales pasaban apuros.
Putin y sus compinches no sólo recibieron sobornos de estas ventas, sino que, de hecho, concertaron un acuerdo con los oligarcas a modo de padrino: riquezas a cambio de lealtad y, en última instancia, subordinación. Quienes se rebelaban a este trato, como el oligarca Mikhaíl Jodorkovski, terminaban en la cárcel.
Otro escenario es que la fortuna de Putin proviene de ayudar a su círculo cercano de amigos y familiares a enriquecerse otorgándoles contratos gubernamentales o propiedad de empresas. A cambio, dice esta teoría, recibe sobornos en efectivo o participaciones en las empresas. En cierto modo, suena como una estructura mafiosa.
El año pasado, una investigación de la organización de noticias ruso-latvia Meduza y el Organised Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) descubrió que un total de 86 empresas diferentes, aparentemente sin relación entre sí y que operaban en distintos sectores, se comunicaban bajo un mismo dominio de correo electrónico alojado en una empresa de TI.
La empresa estaba vinculada al Banco Rossiya -descrito por el Tesoro estadounidense como “el banco personal de los altos funcionarios de la Federación Rusa”-, cuyos accionistas son un colectivo de amigos y socios de Putin e incluso una de sus supuestas amantes.
Otra posibilidad es que Putin no necesite dinero ya que, como dijo una vez el ex banquero ruso Sergei Pugachev “todo lo que pertenece al territorio de la Federación Rusa, Putin lo considera suyo”.
“Cualquier intento de calcular [su patrimonio neto] no tendrá éxito. Es la persona más rica del mundo hasta que deje el poder”, dijo.
Los bienes de Putin: palacios
Se cree que Putin tiene acceso a docenas de residencias privadas en Rusia y en todo el mundo, pero dos palacios en particular muestran su descomunal riqueza, según el Daily Mail, que recopiló los bienes del mandatario ruso.
Uno de los palacio es un gigantesco balneario y centro de bienestar situado a orillas del lago Valdai, en el norte de Rusia. El complejo es supuestamente propiedad en parte del Kremlin y en parte de una empresa llamada Prime, perteneciente al multimillonario Yuri Kovalchuk, íntimo amigo de Putin.
Escondido en el bosque junto a las aguas cristalinas de Valdai, cuenta con un complejo de spa de tres plantas con un “salón de belleza personal” para el hombre fuerte, según una investigación llevada a cabo por el líder opositor ruso encarcelado Alexei Navalny y su equipo.
Dos plantas subterráneas albergan una cámara criogénica para terapia de frío extremo y un baño de barro. El spa también dispone de baños de masaje, una piscina rodeada de jacuzzis y baños fríos, saunas, un baño turco y un podio de masajes tailandeses.
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