Los países que «permiten» a los migrantes, especialmente los menores, exponerse a los peligros que implica cruzar la selva del Darién, son «cómplices» de esas situaciones inhumanas, dijo la directora de Migración de Panamá, Samira Gozaine.
EFE
«Hay relatos de gente que dice que las madres cuando (…) las colinas se vuelven muy tupidas y no pueden seguir, simplemente los abandonan a su suerte a sus hijos. Todos los Estados que permitimos que esto pase somos cómplices de esa realidad», declaró Gozaine.
Los migrantes que atraviesan el Darién, uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo, se enfrentan a los riesgos naturales propios de una selva pero, además, muchos denuncian ser víctimas de violaciones, extorsiones y robos.
Este año, solo entre enero y abril, más de 145.000 migrantes atravesaron la jungla, un número 6 veces superior al mismo periodo de 2022, que cerró con la cifra récord de más de 248.000 personas en tránsito.
La directora de Migración apuntó que en su última visita al Darién vio «niños recién nacidos de días» y escuchó historias de migrantes que aseguraban que cruzaron la selva «engañados».
También criticó, por una situación que le relató una «venezolana», que en «Colombia las autoridades de los organismos internacionales le dan una pastilla porque va a ser objeto de una violación y para que no quede embarazada».
«El crimen organizado nos ha ganado por las reglas del juego internacional y han hecho de esto un negocio tan rentable que no sabemos cuántas instituciones han permeabilizado», apuntó la directora, que participó en el inicio de la XXXVII Asamblea Ordinaria del El Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino).
«Creo que hay que frenar esta migración desordenada e irregular que violenta los derechos humanos de los niños», concluyó Gozaine, quien instó a los países a dialogar sobre el flujo migratorio.
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