Leonard Glenn Francis orquestó uno de los escándalos de fraude más grandes en la historia militar de los Estados Unidos.
Pero antes de ser sentenciado por su papel en el caso, el empresario, conocido como “Fat Leonard”, logró escapar de su arresto domiciliario en California cortándose el grillete electrónico del tobillo, y huyó del país a principios de este mes.
El miércoles, el hombre de 57 años, fue recapturado en en el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía en Venezuela cuando intentaba abordar un vuelo a Rusia.
Interpol había emitido una orden global para su arresto mientras las autoridades estadounidenses intentaban localizarlo.
Y según el organismo, Francis había ingresado a Venezuela desde México, después de una escala en Cuba.
Ahora está previsto que sea extraditado a Estados Unidos.
Francis iba a ser sentenciado después de declararse culpable de un esquema de fraude de contratistas militares que comenzó hace décadas.
Los investigadores afirman que el contratista estafó a la Marina por más de $35 millones comprando favores de los oficiales con fiestas sexuales y regalos de lujo
Quién es Fat Leonard
Con sus 158 kilos de peso, el empresario de Malasia se había ganado el apodo de “Fat Leonard” (Leonard el gordo).
Pero también era conocido en los círculos navales como “Leonard the Legend” (Leonard el legendario).
Francis fue el autor intelectual de un extenso esquema de soborno que operaba a través de su compañía, con sede en Singapur, que prestaba servicios a la Flota del Pacífico de la Marina de los EE.UU.
Su compañía, un negocio de la familia llamado Glenn Defense Marine Asia Ltd. o GDMA, suministraba alimentos, agua y combustible a los barcos.
Y con lo que algunos comentaristas describen como “su enorme personalidad jovial”, el contratista pronto se consiguió favores y negocios en toda Asia, haciéndose rico cortejando a los comandantes de la Marina estadounidense con fiestas y lujosos regalos.
“Las herramientas de su oficio incluían whisky, puros cubanos, lechones españoles, terneras de Kobe y lo que los fiscales describieron como ´un carrusel giratorio de prostitutas’, bolsos de diseñador, boletos para ver a Lady Gaga, desfiles de moda de Gucci y dinero en efectivo, todo para ganar el reabastecimiento de un barco o la administración de contratos en todo el sudeste asiático”, escribe Edward Helmore, reportero del diario The Guardian.
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