El alto el fuego de 72 horas entre los dos generales que se disputan el poder en Sudán entró en vigor este martes, pero testigos y la ONU dieron parte de nuevas hostilidades tras días de combates que dejaron cientos de muertos.
AFP
«La pausa no ha sido completamente respetada, con ataques contra bases, intentos de ganar terreno, ataques aéreos y explosiones en distintas áreas de la capital», dijo el representante de la ONU en el país, Volker Perthes, al Consejo de Seguridad.
Perthes dijo que estuvo en contacto con los dos generales enfrentados: el jefe del ejército Abdel Fatah al Burhan y su antiguo aliado, Mohamed Hamdan Daglo, al frente de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
«Todavía no hay señales inequívocas de que cualquiera de ellos esté preparado para negociar con seriedad», dijo Perthes.
Testigos en la capital Jartum informaron de bombardeos del ejército contra posiciones y vehículos de las FAR, que a su vez respondieron con fuego de ametralladoras.
En un video, el grupo paramilitar afirmó haber tomado el control de una refinería y de una central eléctrica 70 km al norte de la capital, de cinco millones de habitantes.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, había anunciado una tregua de tres días en Sudán a partir de la medianoche del martes tras «intensas negociaciones» entre ambas fuerzas.
También se observó un alto el fuego local en la región norte de Darfur, en el oeste del país, desde hace varios días, informó la ONU.
Pero testigos señalaron a la AFP haber visto enfrentamientos entre el ejército y las FAR en Wad Banda, en Kordofán del Oeste, una región fronteriza más al sur.
Como en los anuncios anteriores de tregua, ambos bandos se acusan mutuamente de no respetarla.
Los enfrentamientos que estallaron el 15 de abril ya han dejado más de 459 muertos y más de 4.000 heridos, según las agencias de la ONU.
Fugas de prisiones
Las Fuerzas de la Libertad y el Cambio, el principal bloque civil que ambos generales ahora enfrentados echaron del poder en un golpe en 2021, confiaron en que la tregua permitirá «dialogar en las modalidades de un alto el fuego permanente».
La Organización Mundial de la Salud advirtió de «elevados» riesgos biológicos después de que uno de los beligerantes ocupara un laboratorio, donde hay agentes patógenos del sarampión, cólera y poliomielitis.
En videos publicados en internet, cuya autenticidad no ha podido ser verificada, se ven comercios incendiados, inmuebles devastados y civiles deambulando entre escombros.
De acuerdo con abogados, durante los combates se produjo al menos una fuga de una prisión. Otras informaciones apuntan a otra fuga en la cárcel de Kober, donde está interno el exdictador Omar al Bashir, reclamado por la Corte Penal Internacional.
Un antiguo colaborador de Bashir, Ahmed Harun, también perseguido por la CPI, dijo en un mensaje a la televisión sudanesa que un alto número de responsables del régimen de Bashir escaparon.
«Nos quedamos en el centro de detención de Kober, bajo el fuego cruzado de esta batalla, durante nueve días» incluso si la cárcel se vació de vigilantes y prisioneros, y «ahora hemos asumido la responsabilidad de nuestra protección», dijo.
La ubicación de Bashir, acusado de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio, no pudo ser establecida de forma independiente.
Evacuaciones de extranjeros
Antes del alto el fuego, las capitales extranjeras lograron negociar con los dos beligerantes la evacuación de sus ciudadanos.
Cientos de ciudadanos de la Unión Europea, China, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y varios países árabes pudieron salir.
Además, unos 700 empleados de la ONU, embajadas y de organizaciones internacionales «fueron evacuados hacia Puerto Sudán», una ciudad a orillas del mar Rojo, indicó Naciones Unidas.
La Agencia de la ONU para los Refugiados estimó que hasta 270.000 personas podrían huir a Chad y Sudán del Sur.
Quienes no consiguen huir del fuego cruzado intentan sobrevivir sin suministro de agua ni electricidad, con escasez de comida y cortes de internet y de teléfono.
Esta espiral «corre el riesgo de una conflagración catastrófica dentro de Sudán que podría envolver a toda la región y más allá», aseguró Antonio Guterres.
«A medida que huyen los extranjeros, que pueden hacerlo, se agrava el impacto de la violencia en una situación humanitaria ya crítica en Sudán», advirtió la ONU.
Atrapadas en el fuego cruzado, sus agencias y muchas otras organizaciones humanitarias han suspendido sus actividades en el país.
Cinco trabajadores humanitarios, entre ellos cuatro de la ONU, murieron y, según el sindicato de médicos, casi tres cuartas partes de los hospitales están fuera de servicio.
La disputa entre Burhan y Daglo, que se aliaron para derrocar a los civiles del poder, surgió de los planes de integrar las FAR al ejército regular.