A meses del estreno de La chica del Vaticano, exitosa docuserie de Netflix que volvió a poner sobre el tapete el misterio irresuelto de la desaparición, hace cuarenta años, de Emanuela Orlandi, la hija adolescente de un empleado de la Santa Sede, el Vaticano decidió abrir una investigación sobre el caso.
Por Elisabetta Piqué / La Nación
La decisión, que significó una verdadera victoria para la familia de la joven, que desde hace décadas busca saber qué pasó y que está convencida de que en el Vaticano tienen que saberlo, en verdad no tuvo que ver con la serie de Netflix. Fue el papa Francisco quien decidió intervenir y le dio luz verde a una investigación que llevará adelante el promotor de Justicia del Vaticano, el abogado penalista Alessandro Diddi.
Se trata de una movida clamorosa: es la primera vez que la justicia del pequeño Estado decide dar semejante paso después de años de pistas de todo tipo, golpes de escena, marchas y contramarchas y escenarios de intriga al mejor estilo Dan Brown.
Emanuela Orlandi despareció el 22 de junio de 1983, a los 15 años, después de haber salido de su casa -ubicada adentro de los muros del Vaticano-, para ir a tomar una clase de flauta traverso en un instituto que quedaba pegado a una iglesia del Opus Dei cercana a Piazza Navona. Fue justamente en esa zona donde fue vista por última vez.
Desde esa tarde de calor tórrido en Roma, como bien cuenta la docuserie de Netflix, pasó de todo. Y quienes investigaron la desaparición de la chica fueron siguiendo pistas de todo tipo. Una internacional, conectada con el atentado contra Juan Pablo II de 1981 cometido por el turco Ali Agca; otra con los servicios de espionaje; otra más, a la banda criminal romana de la Magliana, otra a la mafia que quería que Vaticano le devolviera dinero, sin contar que hasta se habló de orgías de altos prelados, presuntos abusos, masonería y demás.
Hasta ahora, en 40 años, hubo dos investigaciones de la magistratura italiana, ambas archivadas. En julio de 2019, en medio de gran clamor y sobre la base de algunas señalaciones de la familia Orlandi, que nunca bajó los brazos, fueron abiertas dos tumbas en el cementerio Teutónico del Vaticano y otra en la sede de la nunciatura apostólica de Italia, sin resultados.
Nueva pista
Si vuelve abrirse ahora otra investigación -esta vez, a la sombra de la cúpula de San Pedro- es a raíz de otra pista, que se remonta a septiembre de 2019. Entonces, la abogada de la familia Orlandi, Laura Sgró, sumó a su denuncia ante la justicia del Vaticano nuevos elementos: unos chats vía WhatsApp de 2014 de “dos personas muy cercanas al papa Francisco” que hablaban sobre el caso.
Esas conversaciones, entre el monseñor español Lucio Ángel Vallejo Balda (sacerdote del Opus Dei que al principio colaboró en asuntos económicos con Francisco, pero que luego fue procesado por filtrar documentos) y el cardenal español Santos Abril y Castelló, se referían a documentos relativos al secuestro de Orlandi. Pero esa querella terminó en la nada. Tanto es así que la familia Orlandi le escribió al papa Francisco una carta en la que se quejaba de la falta de respuesta del Vaticano. Fue entonces que el exarzobipso de Buenos Aires tomó cartas en el asunto. En febrero de 2020, le contestó con otra carta a Sgró, expresándole solidaridad, su voluntad de que se hiciera la luz sobre el asunto y pidiéndola que se dirigiera al promotor de Justicia.
Según el periodista Gian Luigi Nuzzi, autor de varios libros sobre el Vaticano, si desde entonces las cosas avanzaron fue gracias a Francisco, que impartió una orden: “Hagan todo lo que se pueda hacer para entender qué le pasó a esta pobre chica. Si hay responsabilidades, deben ser verificadas”. En este sentido, según escribió Nuzzi en La Stampa, fue clave la renuncia, en septiembre pasado, del promotor de justicia jefe del Vaticano, Gian Piero Milano, y la promoción de su vice, Alessandro Diddi.
Y, en los últimos días, también resultaron importantes para que se diera este giro, la muerte de Benedicto XVI, papa emérito, y las referencias al caso salidas a la luz en el polémico libro de memorias de su secretario privado, el arzobispo Georg Ganswein. En Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI, en efecto, Ganswein niega haber tenido un “dossier” en el Vaticano sobre el caso, sobre el cual, indicó, nunca se ocultó nada, sino que se intentó ayudar a la familia. “Incluso el comandante [de la gendarmería Domenico] Giani consultó la documentación de la época y concluyó que no había sido ocultada ninguna noticia a la magistratura italiana y que al mismo tiempo no habían madurado ulteriores hipótesis sobre las que profundizar las investigaciones en el Vaticano”, escribió Ganswein en el cuestionado libro.
Pero Nuzzi asegura que el tristemente célebre mayordomo traidor de Benedicto, Paolo Gabriele -condenado y perdonado por haber filtrado documentos reservados del Pontífice, fallecido hace unos años-, le contó haber visto ese “dossier” sobre el caso Orlandi en los primeros meses de 2012 sobre el escritorio de Ganswein.
“Con toda probabilidad, quien respaldó la decisión del promotor de justicia vaticana, Alessandro Diddi, de reabrir las investigaciones sobre mi hermana fue también el papa Francisco”, aseguró el hermano mayor de la desaparecida, Pietro Orlandi, que es uno de los protagonistas de la docuserie de Netflix.
Entrevistado por La Stampa, Orlandi también subrayó que pudo haber influido en la apertura de la causa, lo que escribió Ganswein en su controvertido libro de memorias, “según el cual no existe ningún dossier Orlandi, pese a que hace un par de años nos dijo que sí existe ese dossier”.
Orlandi destacó el giro inmenso que significa la reapertura del caso porque, en verdad, el Vaticano nunca abrió una investigación oficial interna sobre la desaparición de su hermana. “Por lo que entendí por las declaraciones de Diddi, quieren volver a ver desde el principio los hechos, volver a fojas cero y comenzar de nuevo”, dijo Pietro, que nunca se rindió y que espera ser convocado. “Quizás entendieron que, en caso contrario, nosotros no nos detendremos nunca en la búsqueda de la verdad: llegó el momento de ponerle un punto final a este asunto, por nosotros, pero también por ellos, por la Iglesia y por el mismo Vaticano”, concluyó.
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