Con Caracas como telón de fondo, las delegaciones del gobierno de Colombia y de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, ELN, anunciaron un nuevo intento de diálogos de paz, tras una pausa de tres años en las negociaciones.
Las partes retomarán los acuerdos y avances logrados desde la firma de la agenda del 30 de marzo de 2016 y el proceso de diálogos se restablecerá después de la primera semana de noviembre de este año, informaron las delegaciones esta semana.
Venezuela será uno de los países garantes de este nuevo capítulo de conversaciones con el ELN, en un momento en el que Bogotá y Caracas están retomando unas relaciones bilaterales congeladas durante años bajo el gobierno de Iván Duque (2018-2022), el mismo gobierno que suspendió los diálogos con esta guerrilla tras un atentado mortal en una escuela de Policías en el sur de Bogotá en 2019.
Tanto el presidente de Colombia, Gustavo Petro, como su homólogo venezolano, el cuestionado presidente Nicolás Maduro, celebraron el reinicio de estos diálogos con la guerrilla del ELN, con Maduro diciendo que su país «pondrá la mejor voluntad… por la paz total de Colombia».
El papel clave de Venezuela
En los protocolos pactados con el gobierno de Juan Manuel Santos se estableció que Venezuela era el país acordado para el retorno de los delegados de paz del ELN en caso de que el proceso se rompiera o si necesitaban regresar para hacer consultas con sus tropas. El 14 de septiembre de 2022, el presidente Gustavo Petro pidió a Maduro ser garante en un eventual proceso de paz con el grupo guerrillero. Una petición a la que Maduro accedió de inmediato.
El Gobierno colombiano decidió el 21 de agosto suspender las órdenes de captura y los pedidos de extradición contra los delegados del ELN que estaban en Cuba para facilitar los nuevos acercamientos de paz.
Pero el papel de Venezuela en los intentos de paz de Colombia no es nuevo. De hecho el vecino país ha jugado un papel importante ya sea como mediador, observador o acompañante, en otros intentos de diálogos de paz con grupos armados y los gobiernos de Colombia.
Por ejemplo, Venezuela fue acompañante en los diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC que se firmó en 2016. El apoyo y mediación del presidente Hugo Chávez permitió en la primera década de los 2000, cuando el conflicto armado estaba en uno de sus peores momentos, la liberación de secuestrados a manos de las FARC. Y en 1990 el entonces presidente Carlos Andrés Pérez apoyó la desmovilización de la guerrilla del M-19, y fue mediador para que la Internacional Socialista recibiera las armas de la desmovilizada guerrilla, según consigna la prensa nacional.
«Venezuela, en mi opinión, fue clave en el gobierno Santos para el desarme de las FARC. Fue clave y yo creo que puede ser clave en la posibilidad de un éxito en el proceso con el ELN», dijo el presidente Gustavo Petro en una entrevista con Noticias Caracol hace unas semanas cuando se le preguntó por el rol del país vecino en los diálogos de paz con el ELN.
Cuando se le preguntó a Petro por qué le apuesta a Venezuela y más al cuestionado gobierno de Nicolás Maduro como garantes —teniendo en cuenta que este gobierno tiene «mucha resistencia» internacional, según el periodista de Noticias Caracol— el mandatario lo resolvió en tres palabras: «Porque allá están». Allá está el ELN.
Y es cierto: el ELN es una de las fuerzas guerrilleras más grandes aún activas en Colombia y Venezuela. El grupo guerrillero nació como una fuerza insurgente marxista en la década de 1960, y ahora financia actividades a través del secuestro, la extorsión y la participación en el narcotráfico.
En los últimos años amplió sus operaciones en el sur de Venezuela donde controla operaciones de minería ilegal.
De hecho, según un reciente informe publicado por Insight Crime, un portal que hace seguimiento al conflicto armado en Colombia, titulado Rebeldes y paramilitares: la guerrilla colombiana en Venezuela, dos de los frentes «más fuertes y beligerantes del ELN… han utilizado durante mucho tiempo a Venezuela como refugio y fuente de ingresos».
Se trata del Frente de Guerra Oriental y el Frente de Guerra Nororiental del ELN, que lograron convertirse en grupos binacionales tras la salida de las FARC del mapa político en la región luego de la firma de los acuerdos de paz, según ese reporte.
InSight Crime dice que si bien el ELN es un grupo binacional, «no es una insurgencia binacional», pues no intenta derrocar al Estado venezolano, sino que más es «una fuerza paramilitar que apoya al gobierno» venezolano y señala que por ello «cualquier nuevo proceso de paz debe involucrar al gobierno venezolano».
“Mientras se permita al ELN operar en territorio venezolano, no habrá paz”, dijo Charles Larratt-Smith, académico y coautor del estudio “¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN?”, citado por InSightCrime.
Y para Petro, Venezuela tiene un papel fundamentalmente clave en los diálogos de paz con el ELN, por eso fue invitado como país garante, junto a Noruega y Cuba, en esta nueva etapa, cuando el mandatario busca una «paz total» a través de un nuevo acuerdo con una guerrilla que ha sido esquiva durante décadas a acallar los fusiles.
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