Daniel Ortega permitió a Pablo Escobar establecer no sólo una gran base de operaciones para el narcotráfico, sino que montó tres rutas de trasiego a través de ese país. Pero fue descubierto por Estados Unidos. Y Ortega tuvo que abandonar el poder. Ahora, con su alianza con el Cartel de los Soles de Venezuela, la historia podría repetirse.
Pablo Barrios | Primer Informe
A mediados de 1984, por mediación del grupo guerrillero colombiano M-19, llega a residir a Nicaragua con la anuencia de Daniel Ortega nada más y nada menos el narcotraficante más celebre de la historia, y quien en ese entonces era el más temido y buscado: Pablo Emilio Escobar Gaviria.
John Jairo Velásquez, alias “Popeye”, recientemente fallecido, reveló en una entrevista pública cómo cuando después del asesinato del Ministro de Justicia de Colombia en ese entonces, Rodrigo Lara Bonilla, Pablo Escobar decide irse a Panamá con su socio, el general Manuel Antonio Noriega, y entre ambos instalaron un laboratorio de droga en El Darién, en Panamá, una zona similar a Tranquilandia, el enorme laboratorio de Escobar que había sido quemado por el ejército colombiano.
Pero Noriega no jugó un papel leal dentro de su sociedad con Escobar, y entregó a la CIA la ubicación y todo la información de lo que hacía Pablo Escobar en Panamá. Y es por eso que en ese momento, y por mediación de Gabriel García Márquez y el M19 de Colombia, entregan una carta al general cubano Arnaldo Ochoa, quien busca que Pablo Escobar fuera recibido por Daniel Ortega y Tomas Borge. El objetivo era que Pablo Escobar pudiera residir en Nicaragua.
Alias Popeye relata cómo Daniel Ortega y sus colegas le pidieron 300 millones de dólares americanos para poder permitirle la residencia, y proporcionarle seguridad por parte del ejército sandinista en Nicaragua. Pero Pablo Escobar negoció otro paquete más completo: la cantidad de 50 millones de dólares en efectivo de entrada, mas la construcción de un laboratorio para fabricar cocaína en Nicaragua, y así llevar la droga a Estados Unidos desde un sitio más cercano.
El paquete incluyó, además, una cuota de 50 dólares por kilo de cocaína traída a Nicaragua; y 200 dólares por kilo almacenado en territorio nicaragüense.
Pablo Escobar vivió 8 meses en el complejo residencial de Managua “Monte Fresco”, con su familia, tal como relata el hijo del capo Pablo Escobar Henao en su libro “Mi padre”. Allí relata cómo la familia no tenía cómo gastarse los millones que llevaba su padre. Porque en plena guerra civil, no había nada en Nicaragua. La sorpresa que se llevó Pablo Escobar fue que, también se encontró residiendo en ese lugar de Managua al narcotraficante colombiano Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexicano”, y al general cubano Arnaldo Ochoa, quien coordinaba las operaciones de trasiego de droga.
Pablo Escobar estableció con los sandinistas no sólo una gran base de operaciones para el narcotráfico, sino que montó tres rutas de trasiego a través de ese país. Tuvo el golpe de gracia o más bien de desgracia, de haber sido fotografiado por Adler Berryman, mejor conocido como “Barry Seal”, quien era un piloto de TWA y que trabajaba ya para el Cartel de Medellín.
A Barry Seal lo habían descubierto en uno de sus viajes desde Colombia a Estados Unidos transportando cocaína, y la DEA le da la oportunidad de convertirse en un agente encubierto, para redimirse.
Fue cuando Seal fotografió a Escobar en la pista militar de “Los Brasiles”, una milla al oeste del lago Managua, en Nicaragua, al lado de un cargamento de 600 kilos de cocaína, y en presencia del comandante Tomas Borge, ministro del Interior sandinista, y Federico Vaughan, asistente de Borge, según este documento desclasificado de la CIA.
Estas fotografías dieron lugar a la famosa denuncia del entonces Presidente de Los Estados Unidos de América, Ronald Reagan, en un mensaje televisivo. Allí denunció los vínculos de los sandinistas con el narcotráfico, y mostro la famosa imagen tomada por Seal.
Esta historia con Escobar parece haberse repetido pero con otro cartel, el conocido Cartel de los Soles, de Venezuela, quienes gozan del mismo nivel de persecución hoy en día por parte de las agencias federales norteamericanas que lo que fue el Cartel de Medellín en los 80s, con todas sus similitudes y variantes.
El Cartel de Los Soles tiene el poder político que no tuvo Pablo Escobar, han trasegado mucho más droga que el Cartel de Medellín en aquellos momentos y además representan una amenaza política más fuerte a Estados Unidos, no solo por la droga en sí, sino por sus alianzas políticas con Irán, China y Rusia. Tienen además el antagonismo de la población venezolana en el exilio, que son muchas personas que hoy reclaman a la comunidad internacional que derroquen políticamente a los gobernantes de Venezuela acusados de manejar el Cartel de Los Soles.
Dentro de este marco, hoy en día, y por los operativos en contra de dicho cartel, muchas personas informantes han suministrado datos sobre una de las rutas más activas de tráfico y lavado de este cartel: Nicaragua. Estas personas están colaborando con información y han dicho cómo a través de la ruta de la línea aérea venezolana Conviasa entre Caracas y Managua, se llevaba dinero y otras cosas a Nicaragua, disfrazados como vuelos comerciales.
Porque, ¿cuántos nicaragüenses viajan a Caracas? O viceversa: ¿cuántos venezolanos les interesa el turismo en Nicaragua? Todo era un disfraz.
La información es que los vuelos servían para disfrazar la cooperación económica entre ambos países, en el cual llegaba el dinero en efectivo y este pasaba al Banco Central de Nicaragua (BCN) para que este lo lavara disfrazándolo de reservas, cambios de moneda, etc. Y de las operaciones con BANCORP banco que fuera sancionado por la OFAC que fuera disuelto después de la sanción, y quienes hacían sus transacciones internacionales usando como corresponsal un banco sur coreano.
Los informantes de alto nivel también han señalado, el envío de dinero al Medio Oriente, a través del embajador de Nicaragua en Kuwait, y transferencias de dinero a bancos rusos coordinadas por Francisco López Centeno, otro de los sancionados por la OFAC dentro del alto gobierno de Daniel Ortega.
También se ha informado sobre las simulaciones monetarias de operaciones de distribuidoras de energía eléctrica en Nicaragua como Disnorte y Dissur, y las simulaciones comerciales con la empresa española, que era accionista, TSK Melfosur, la cual está siendo investigada en ese país.
Se sabe que todo el dinero de la generación y venta de energía eléctrica de Nicaragua ha sido una simulación para lavar el dinero que venía de Venezuela como parte del programa de Alba, pero que en realidad era dinero del Cartel de Los Soles.
Con este dinero se compraron las acciones de las distribuidoras y se montaron 3 plantas de energía que generaban la mayoría de energía eléctrica que se consumía en Nicaragua.
Los informantes han detallado que estas empresas pertenecen en realidad, mediante testaferros, a la familia Ortega-Murillo, y están bajo el cuidado de Salvador Mansell, ministro de Energía y Minas, y Francisco López Centeno, presidente de Alba Generación, personas que hoy pretenden hacer la operación de limpieza de reputación asociándose con la empresa norteamericana New Fortress Energy, los cuales acaban de firmar un contrato para instalar una planta de generación de energía eléctrica con gas natural.
Los reportes de los informantes han incluido datos específicos sobre la participación de la familia Ortega-Murillo, de Francisco López Centeno y militares como el general Julio César Avilés, como los más altos jefes en Nicaragua del cartel venezolano.
La historia coincide de nuevo. Desde luego, los viejos sandinistas actúan ahora con mucha más experiencia por los errores cometidos en el pasado con Pablo Escobar. Ahora ya no es una cuestión de la Guerra Fría del socialismo en América Latina. Ahora el teatro es mucho más complejo.
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