El mercadeo que hizo Rusia para su Sputnik V, a finales del año pasado, fue tan efectivo que 67 países compraron millones de primeras dosis de esa vacuna, desarrollada en el Centro Gamaleya de Moscú. La promesa, en ese entonces, era que el lote con la segunda dosis llegarían en pocas semanas. No es ni será así.
La producción rusa de segundas dosis es incapaz de cubrir la demanda internacional que ellos mismos crearon. Mucho más cuando en su propio territorio tienen un problema grave de casos de coronavirus provocados por la variante Delta. Ya lo dijo el gobierno desde Moscú: lo que puedan producir de segundas partes de Sputnik V será para su gente. Los vacunados de otros países tendrán que esperar. Van a llegar, pero bastante después de lo previsto inicialmente.
“No es posible satisfacer absolutamente toda la demanda en el extranjero de inmediato aunque todas las obligaciones se cumplirán”, aseguró Dmitry Peskov, vocero del Kremlin, a finales de junio.
El problema con la segunda dosis de la Sputnik V es que no es un refuerzo como tal, sino que tiene otros componentes. Esto no es así en la mayoría de las demás vacunas, cuyas dosis son iguales.
Al principio, cuando comenzaron a inyectar las Sputnik V en los países que las adquirieron, se anotaba en el cartón de vacunación que debían volver por sus segundas dosis en tres semanas. La verdad es que solo los primeros inmunizados con el producto del Centro Gamaleya pudieron cumplir el esquema completo. Los demás están esperando un pinchazo que cada vez parece más lejano.
Para atenuar el retraso de las segundas dosis, una demanda inminente de millones de frascos, el gobierno ruso «creó» el término Sputnik Light, que no es más que la protección que da una única dosis (es decir, la primera inyección). Con su «light» hablaban de una protección de 79%, siempre según estudios de ellos mismos. Sin embargo, los estudios de diversas partes del mundo advierten que la única protección efectiva es la que completa el esquema de vacunación.
Sobre la segunda dosis, los rusos hablaron de que se podía esperar 3 meses en vez de las 3 semanas iniciales. Fue una manera de ganar tiempo.
Un reportaje elaborado por Pablo Sigal para el diario argentino Clarín analiza la situación mundial de la Sputnik V y del incumplimiento ruso. Sigal no tiene empacho en calificar el asunto de la Sputnik V como «una muerte anunciada». Y las señales de esta agonía, dice, comenzaron en enero de este año.
Para leer la nota completa, pulsa aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.