Rafael Mariano Grossi, Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), destacó el peligroso camino que el mundo sigue hacia el posible uso de armas nucleares en el Foro del Premio Nobel de la Paz.
Por Infobae
Comenzó felicitando a Nihon Hidankyō y a los hibakusha por recibir el Premio Nobel de la Paz, mencionando la experiencia personal de haber visitado Hiroshima y la influencia que tuvo una conversación con una sobreviviente sobre su enfoque en las negociaciones nucleares.
“La mirada de sus ojos se quedó conmigo desde entonces, como un poderoso recordatorio, un mandato secreto, para trabajar para que su sufrimiento nunca se repita”, dijo Grossi.
En el contexto actual, el diplomático argentino advirtió sobre el retorno de la guerra a Europa y detalló la relación directa con un estado nuclear: “El conflicto en Ucrania es también una confrontación indirecta entre los mayores Estados con armas nucleares del mundo, la primera desde el fin de la Guerra Fría”.
Este resurgimiento del armamentismo nuclear pone de relieve los riesgos acrecentados de conflictos donde las doctrinas sobre armas de destrucción masiva están siendo revisadas y arsenal aumentados.
“La erosión de las restricciones en torno a las armas nucleares está haciendo que estos conflictos sean más peligrosos”, dijo Grossi.
El OIEA, que ha tenido un papel técnico clave en la supervisión de intentos de proliferación nuclear, como en Oriente Medio, es fundamental para entender estos desafíos. Grossi enfatizó en el papel de la diplomacia diciendo que “seguir adelante con el aumento de los arsenales conduce a la desesperación… y un creciente escepticismo sobre el valor de los compromisos pasados”.
“Debemos ser proactivos en la construcción de la confianza y las protecciones que reducen el riesgo de situaciones límite”, destacó Grossi.
El peligro de las armas nucleares no se limita a Europa. En Oriente Medio, las tensiones entre Israel e Irán han alcanzado niveles sin precedentes, y las sospechas sobre armas nucleares agravan aún más el conflicto.
“El potencial muy real de proliferación nuclear está aumentando las apuestas”, apunó Grossi. Esto se refleja en su insistencia sobre la importancia del papel del OIEA en Irán, donde la verificación de la naturaleza exclusivamente pacífica de su programa nuclear se enfrenta a numerosos desafíos.
Rafael Mariano Grossi también mencionó la importancia de mirar al pasado donde el diálogo ha mostrado ser efectivo para la limitación de armas. Recordó los pasos dados por líderes durante la Crisis de los Misiles de Cuba y las cumbres entre Reagan y Gorbachov.
“La guerra nuclear no se puede ganar y nunca se debe librar”, dijo Grossi señalando un axioma crucial acordado por Reagan y Gorbachov y los históricos acuerdos de reducción de armas como precedentes a seguir. Estos momentos subrayan la urgencia de retomar un diálogo estratégico que, según Grossi, requiere la participación activa de líderes estadounidenses y norcoreanos, por ejemplo, como lo intentó el presidente Trump al reunirse con Kim Jong Un.
Grossi sembró una esperanza, sugiriendo que un liderazgo audaz y diplomático puede cambiar el curso actual hacia un desarme efectivo. Según él, es imperativo “no empeorar las cosas” al no ceder ante la proliferación nuclear, recordando las lecciones históricas de naciones como Brasil y Argentina, que abandonaron sus programas nucleares para establecer el camino hacia zonas libres de estas armas.
“Hoy, América Latina es una zona libre de armas nucleares”, concluyó.
Esta postura llama no solo al liderazgo dentro de los estados con capacidades nucleares, sino también a organizaciones internacionales para que reafirmen su relevancia y actúen con determinación. Grossi hizo un llamado a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, subrayando: “Es esencial que las Naciones Unidas, otras organizaciones internacionales y sus líderes trabajen eficazmente para garantizar que sigan siendo pertinentes”.
La renovación de tensiones nucleares, como lo señala Grossi, es evidente en varios conflictos actuales. Menciona que “la guerra ha vuelto a Europa”, refiriéndose al conflicto en Ucrania, destacando la implicación de Estados con armas nucleares. Para Grossi, las “referencias abiertas al uso de armas nucleares” en esta guerra aumentan peligrosamente los riesgos globales.
En su intervención, Grossi también analiza la situación en el Oriente Medio, donde el choque entre Israel e Irán tiene una “dimensión de armas nucleares”. Según él, la percepción de “supuesta presencia de armas nucleares” en la región, junto con el “potencial muy real de proliferación nuclear”, exacerba las tensiones. Esta comprensión de las dinámicas regionales ofrece una visión compleja de cómo las armas nucleares influyen en las relaciones internacionales.
La perspectiva de Grossi incluye un análisis de las doctrinas sobre el uso de armas nucleares, mencionando que se están “revisando o reinterpretando”. Señala cómo ciertos líderes de “Estados importantes en su región” cuestionan la razón por la que ellos también no deberían poseer armamento nuclear. Grossi recuerda la famosa comparación de J. Robert Oppenheimer de la Guerra Fría: dos escorpiones en una botella, cada uno capaz de matar al otro pero solo a riesgo de su propia vida.
Grossi hizo un llamado urgente a la “diplomacia y el diálogo”, subrayando que “excluir a la otra parte nunca ha resuelto un problema”. Cita el ejemplo del diálogo entre Kennedy y Khrushchev durante la Crisis de los Misiles de Cuba como un hito histórico que demostró el valor del compromiso directo entre superpotencias para evitar un desastre nuclear. Para Grossi, la historia nos muestra que “el diálogo eficaz” ha guiado en varias ocasiones hacia la limitación de armamentos.
En un tono alarmado, Grossi mencionó la tentación que sienten algunas naciones de armarse nuclearmente. Señala cómo las “tensiones actuales” están llevando a líderes de países que antes estaban en buena posición bajo el Tratado de No Proliferación (TNP) a preguntarse: “¿Por qué no deberíamos tener también un arma nuclear?” Para Grossi, tal adquisición “no aumentará la seguridad nacional”.
El OIEA, bajo la dirección de Grossi, ha desempeñado un papel crucial en el control de armas nucleares. Destaca la ocupación de la central nuclear más grande de Ucrania por Rusia como un punto crítico, creando un riesgo real de un “incidente radiológico”. En este contexto, Grossi señaló la importancia de “informar al mundo” sobre los desarrollos actuales para prevenir una escalada adicional.
Finalmente, Grossi señaló la labor del OIEA en Irán, subrayando que es clave en verificar que el programa nuclear del país es “exclusivamente pacífico”. La creciente desconfianza se ve alimentada por las dificultades que el país ha impuesto al trabajo del OIEA, y Grossi resaltó su papel como mediador imparcial para proponer alternativas que reduzcan las tensiones.
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