Un total de 3.285 colegios electorales abrieron este domingo sus puertas en la República Centroafricana (RCA) custodiados por cascos azules y fuerzas nacionales, a fin de garantizar unas elecciones presidenciales y legislativas pacíficas pese a la amenaza de grupos rebeldes armados.
Eric Ngaba / EFE
Poco después de las 06.00, hora local (05.00 GMT), ya podían verse largas filas de personas en los alrededores de varios centros de votación en la capital, Bangui, si bien algunos colegios retrasaron su apertura ante la falta de material electoral, según pudo constatar EFE.
Desde primera hora de la mañana, todos los centros estas custodiados por contingentes de la Misión Unidimensional Integrada de la ONU para la Estabilización en la RCA (MINUSCA), así como efectivos nacionales, con el propósito de impedir ataques de grupos armados, opuestos a la celebración de estos comicios.
Antes de las 10.00 hora local (09.00 GMT) el presidente saliente y gran favorito, Faustin Archange Touadéra, depositó su voto en el instituto Barthélemy Boganda en la capital, donde instó a sus compatriotas a seguir su ejemplo y expresarse democráticamente.
«Es el momento de que la República Centroafricana salga de esta crisis, y el camino correcto para el desarrollo y la felicidad de los nuestros es la democracia. La libre elección de sus líderes a través del voto», dijo Touadéra.
Su principal rival y líder de la oposición, Anicet Georges Dologuelé, cuenta con el apoyo del partido Kwa Na Kwa (KNK, Convergencia Nacional) del expresidente François Bozizé, cuya candidatura fue invalidada por el Tribunal Constitucional el pasado día 3 al ser sospechoso de crímenes de lesa humanidad.
«La gente se ha alienado masivamente, con orden y disciplina, para poder votar», confirmó a Efe Jean-Marie Ngoudji Banganthé, jefe de la misión de observación del Plan Internacional para la Democracia y la Paz en África (Pidpa), quien felicitó a los centroafricanos por no sucumbir «a la violencia ni a la manipulación».
«El pueblo centroafricano ha asumido este desafío pese a los rumores de (creciente) inseguridad», continuó Ngoudi, «pero por cómo ha respondido entendemos que lo que quiere es vivir en paz y en democracia», dijo tras congratular la presencia de fuerzas de seguridad, cascos azules y otras misiones de observación.
Tanto Rusia -que entrena al Ejército centroafricano- como Ruanda -que aporta tropas a la MINUSCA- han enviado en los últimos días cientos de soldados adicionales. Entre ellos, el pasado día 24 aterrizaron 300 cascos azules desde la capital de Sudán del Sur, Yuba, donde forman parte de la misión de la ONU en el país (UNMISS).
CASCOS AZULES Y CIVILES MUERTOS
Según informó hoy en Twitter la MINUSCA, en la ciudad de Bria (este) grupos armados abrieron fuego y dispararon al aire con el objetivo de causar pánico entre los votantes, pero poco después fueron repelidos por cascos azules y la votación continúa con normalidad.
Desde el comienzo de la campaña electoral el pasado día 12, el país vive un estado de inseguridad, con ataques, avances militares y agravado por el surgimiento de una nueva coalición rebelde que simpatiza con el expresidente Bozizé.
Se trata de la Coalición de Patriotas por el Cambio (CPC), creada el pasado fin de semana mediante la fusión de varios grupos armados, entre ellos tres de los principales: Retorno Reclamación Rehabilitación (3R), Movimiento patriótico por la República Centroafricana (MPC) y las milicias de autodefensa anti-Balaka.
El pasado día 25, tres cascos azules de Burundi fueron asesinados y otros dos resultaron heridos en dos ataques en Dekoa (prefectura central de Kemo) y en Bakuma (perteneciente a la prefectura sureña de Mbomou) horas después de que la CPC anunciara que suspendía un alto al fuego previamente acordado.
Tres días antes, grupos rebeldes tomaron la ciudad de Bambari, la cuarta más grande del país y situada a 380 kilómetros al noreste de Bangui, expulsando a muchos de sus habitantes a áreas boscosas hasta que al día siguiente fue «liberada» por fuerzas de la MINUSCA y del Ejército nacional.
En las últimas semanas más de 55.000 personas han huido de sus hogares por temor a una nueva espiral de violencia, según la ONU, y al menos cinco civiles han sido asesinados, de acuerdo con un comunicado de Human Rights Watch (HRW) en el que acusa a la coalición CPC de «crímenes de guerra».
AÑOS DE INESTABILIDAD
La violencia sistémica impera en la RCA desde finales de 2012, cuando una coalición de grupos rebeldes procedente del noreste de mayoría musulmana -los Séléka- tomaron Bangui, iniciaron una guerra civil y derrocaron a Bozizé tras diez años de Gobierno (2003-2013).
Como grupos de resistencia contra los ataques de los Séléka se formaron entonces milicias cristianas, denominadas anti-Balaka, y que al igual que las primeras terminaron fragmentadas en una miríada de grupos que, a día de hoy y pese a la firma de un histórico acuerdo de paz en febrero de 2019, controlan dos tercios del país.
«Acabo de votar para demostrar a los enemigos de la paz que nada puede detenernos en el camino hacia la democracia. Pido a otros centroafricanos que hagan lo mismo», declaró a Efe con entusiasmo Ilus Malinzovo, un votante en Bangui.
Al menos 2,8 millones de personas requieren asistencia humanitaria en la RCA, y casi dos millones sufren inseguridad alimentaria, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
El país es uno de los más pobres del mundo pese a sus ricos recursos naturales como uranio, diamantes, oro y petróleo.
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