Polonia reveló cómo Rusia reclutó a jóvenes en situación precaria, en su mayoría inmigrantes, para llevar a cabo actos de espionaje y sabotaje en toda Europa. La investigación, que comenzó a principios de 2023, descubrió la implicación de 15 personas, todos reclutados pro el Kremlin.
Por Infobae
La red, que operaba a través de plataformas de chat como Telegram, ha sido caracterizada por las autoridades occidentales como una táctica de bajo costo y bajo riesgo para el servicio de espionaje ruso, lo que permitió a Moscú recopilar inteligencia crucial con una inversión mínima. “Estos esfuerzos baratos y aparentemente torpes no son para ser subestimados”, señaló un alto oficial de inteligencia militar occidental a The Wall street Journal.
Entre los detenidos resalta el caso de Maxim Leha, un refugiado de 22 años, que se involucró en estas actividades tras aceptar una oferta de trabajo a través de una aplicación de mensajería. Lo que aparentaba ser una tarea inocua de pintar grafitis terminó convirtiéndose en la instalación de cámaras en líneas ferroviarias estratégicas para fines de inteligencia rusa.
Leha y otros quince individuos fueron sentenciados por espionaje. A pesar de la simplicidad inicial de sus tareas, estas operaciones formaban parte de una campaña más amplia que, según oficiales occidentales, ha permitido a Rusia seguir de cerca los envíos de ayuda militar occidental a Ucrania, e incluso interferir en ellos.
Esta metodología de reclutar individuos marginados, a menudo inmigrantes y mayoritariamente hombres, para realizar actos de espionaje y sabotaje subraya un cambio táctico en los esfuerzos de espionaje rusos, sobre todo después de que más de 600 diplomáticos rusos fueran expulsados de Europa, muchos de los cuales, según el Reino Unido, eran probablemente espías.
Jacek Dobrzynski, portavoz de la coordinación de servicios especiales polacos, afirmó que ahora Rusia está intentando reconstruir sus capacidades en un enfrentamiento prolongado con Occidente.
En un relato ofrecido desde una prisión en Lublin, Leha reveló cómo aceptó las ofertas de trabajo sin sospechar inicialmente de su verdadera naturaleza. “Era dinero fácil,” expresó, aunque luego reconoció el peso de sus acciones. La intriga se profundiza con relatos de otros reclutados, como un joven jugador de hockey y una estudiante de Bielorrusia, que también fueron cooptados para tareas que, sin saberlo, servían a los intereses de inteligencia rusos.
El enigma sobre quién es exactamente “Andrzej”, el supuesto reclutador que interactuaba con los participantes en estas operaciones, permanece. Algunos describen haberlo escuchado con una voz profunda, mientras que otros pensaban que era más joven. Su identidad real, y si representaba a un solo individuo o a un conjunto de operadores de inteligencia, sigue siendo incierta.
Este caso pone de manifiesto las complejas capas del espionaje moderno, donde los actos de sabotaje y recolección de inteligencia se mezclan con la explotación de individuos vulnerables en busca de sustento. A pesar del arrepentimiento expresado por algunos de los involucrados, el impacto de sus acciones subraya el constante pulso de poder en el teatro de operaciones internacionales y la continua amenaza del espionaje en el contexto de las tensiones entre Rusia y Occidente.
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