El pueblo nicaragüense se ha enfrentado a un verano particularmente brutal, sufriendo bajo el gobierno represivo de Daniel Ortega. Quien, para mantenerse en control, ha pasado de fomentar el caos en las calles y la violencia contra manifestantes a simplemente encarcelar a sus oponentes electorales.
En esta primavera, el régimen de Ortega empezó una ola de arrestos injustificados contra sus opositores políticos, miembros de la sociedad civil, líderes empresariales y periodistas. La represión se extendió a los candidatos presidenciales Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, así como también Cristiana Chamorro, quien se encuentra bajo arresto domiciliario. Recientemente tuve el honor de reunirme con las esposas de Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, Berta Valle y Victoria. Me contaron sobre los arrestos arbitrarios de sus esposos, que fueron detenidos por solo tener el coraje de enfrentarse a la familia Ortega.
Sin duda, lo que está haciendo Ortega es horrible, es un intento insolente de consolidar otra dictadura en Latinoamérica muy al estilo de las que existen hoy en día en Cuba y Venezuela. Lamentablemente, no es la primera vez que vemos una ola de represión masiva por parte del régimen de Ortega. A mediados del 2018, al menos 320 nicaragüenses fueron asesinados en manifestaciones contra el gobierno, en su mayoría por parte de las fuerzas de seguridad sandinistas.
EEUU no puede guardar silencio mientras los DDHH de los nicaragüenses son duramente golpeados por un posible dictador en el hemisferio occidental. El colapso de la democracia en Nicaragua representa una amenaza para el bienestar del pueblo de Nicaragua y para la estabilidad de nuestra región, con el riesgo de enviar olas aún mayores de migrantes a la frontera sur de Estados Unidos. Y como lo indica la historia, las dictaduras socialistas suelen ayudarse unas a otras. Si permitimos que Ortega en Nicaragua continúe en su camino antidemocrático hacia el autoritarismo de la extrema izquierda, otros países lo seguirán.
EEUU debe actuar ahora, y apoyar al pueblo nicaragüense en la defensa de los derechos básicos que Dios les ha dado. También, debemos seguir responsabilizando al régimen de Ortega por sus flagrantes violaciones a los DDHH. Para comenzar, el Congreso debe aprobar la ley RENACER la cual busca impulsar las elecciones democráticas en noviembre del 2021. El proyecto de ley incluye sanciones selectivas, en coordinación con Canadá y la Unión Europea, contra Ortega y funcionarios del régimen.
Necesitamos asegurarnos que nuestra respuesta se dirija también a quienes ayudan al régimen dictatorial de Ortega. La ley RENACER somete a funcionarios nicaragüenses relacionados con temas de corrupción a restricciones de visa. El proyecto bipartidista también requiere esclarecer abusos de DDHH por parte de las fuerzas de seguridad de Nicaragua e impone una supervisión sobre las instituciones financieras internacionales que han permitido que el régimen se beneficie de préstamos multilaterales. La ley RENACER requiere que el secretario de Estado Blinken informe sobre las acciones de Rusia para apoyar económicamente al régimen de Ortega, así como también impone sanciones a los funcionarios nicaragüenses que habiliten este apoyo.
Además de apoyar la legislación, insto a la Administración Biden a fortalecer las sanciones a los funcionarios del régimen según lo establecido en la ley NICA, la cual el Congreso aprobó y el presidente Trump firmó en el 2018. Las sanciones anunciadas recientemente contra Daniel Ortega y otros individuos fueron un buen comienzo, pero es necesaria una acción adicional, como por ejemplo, congelar los activos que pertenecen a la familia Ortega y a los de sus secuaces financieros.
El secretario Blinken debe utilizar los principios enunciados en los artículos 20 y 21 de la Carta Democrática Interamericana, para poder coordinar tanto con la Organización de Estados Americanos como con el secretario general Luis Almagro y enviar un mensaje claro de oposición a la represión del régimen de Ortega. Esto debe comenzar con instar enérgicamente por la liberación de todos los presos políticos. Además, la Administración Biden también debería convocar una reunión en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para crear conciencia internacional sobre este tema y así restablecer la coordinación multilateral.
Por último, le pido al presidente Biden que se reúna personalmente con los familiares de los presos políticos actualmente encarcelados, como lo hice yo hace algunos días. Ellos están ansiosos de poder contar sus historias y hablar sobre las injusticias del régimen de Ortega. Debemos asegurarnos que EEUU siga escuchando su clamor por la libertad. Está en juego el futuro de la democracia en nuestro hemisferio.
Si EEUU ha de seguir siendo un faro de libertad e inspiración para los pueblos amigos de América Latina, hoy depende de nosotros defenderlos, y apoyar a todos los nicaragüenses.
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