La pandemia de coronavirus se acerca ya a los 15 millones de personas contagiadas en todo el mundo. En España, donde se logró controlar la crisis sanitaria, aunque el virus no ha desaparecido, se enfrentan ahora sus consecuencias económicas. Ante la dura situación que encaran los pequeños comercios, muchos de los cuales han tenido que cerrar, algunos han buscado fórmulas para subsistir e incluso fomentar la solidaridad de y hacia sus vecinos.
Es el caso de una tienda africana en el barrio de Lavapiés, en el corazón de Madrid, que se ha propuesto ayudar a los más necesitados. Así, desde las 11:00 de la mañana, el negocio de diseño de Besha no para de recibir visitas. Muchos de ellos no son clientes, sino personas necesitadas.
El lugar se ha convertido en un refugio improvisado de ayuda urgente, donde Besha Sita Kumbu, propietaria del negocio, da apoyo a más de mil familias: «Hay que estar loca para cambiar el mundo. Si lo crees, se cumple. Todo empieza desde la mente de uno», cuenta sobre su iniciativa.
El proyecto cuenta con la mascarilla como el elemento vital, pues se trata de una fuente de donaciones. Cheik Diop confecciona casi cien al día que, cuando están listas, se intercambian por dinero o comida. Para este vecino senegalés, que estaba desempleado, ha sido una oportunidad: «Hace meses que no trabajo y estar aquí me ha salvado», afirma.
También Daniel forma parte del proyecto, en este caso, desde hace solo unos días. En situación de calle, entró a la tienda para pedir comida y enseguida decidió echar una mano. Este trabajador peruano se dedicaba a la construcción hace solo unos meses, pero la pandemia le ha llevado a dormir muchos días en la calle, mientras echa de menos a sus dos hijos.
Esta tienda, originariamente dedicada a vender moda africana, continúa ofreciendo pequeñas obras de arte del continente negro, aunque ahora en un segundo plano. «Esta tienda une España y África. Eso me lo han dicho la gente que acude aquí a coger comida», dice Besha, que decidió abrir sus puertas en medio de esta crisis económica.
A pesar de iniciativas como esta, las calles de Madrid se han transformado tras el confinamiento obligado por la pandemia, en vista de los numerosos comercios cerrados y otros que subsisten a duras penas. Se calcula que la cifra de pequeños comercios que han cerrado sus persianas de modo definitivo podría alcanzar el 20 %.
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