Las autoridades suecas han cancelado un controvertido experimento de geoingeniería solar para enfriar artificialmente el planeta financiado por el multimillonario y filántropo estadounidense Bill Gates.
En el marco del denominado Experimento de Perturbación Controlada Estratosférica o SCoPEx, un equipo de científicos de la Universidad de Harvard (Massachusetts, EE.UU.) iba a verter a la atmósfera toneladas de polvo de carbonato de calcio no tóxico con el objetivo de intentar atenuar la radiación solar y contrarrestar así los efectos del calentamiento global.
El polvo químico iba a ser llevado a una altura de 20 kilómetros por medio de un globo científico que los investigadores tenían previsto lanzar el próximo junio desde la estación espacial Esrange, ubicada en la ciudad de Kiruna, en el extremo norte de Suecia.
Sin embargo, el proyecto creó gran controversia y este miércoles la Corporación Espacial Sueca (SSC, por sus siglas en inglés), que opera la estación Esrange, comunicó que el vuelo de prueba no se llevaría a cabo. La agencia espacial explicó que «la comunidad científica está dividida con respecto a la geoingeniería» y que después de dialogar con expertos, las partes interesadas y la Universidad de Harvard, «la SSC decidió no realizar el vuelo de prueba técnico previsto para este verano».
Si bien el sitio web de SCoPEx asegura que el experimento «no representaría un peligro significativo para las personas o el medio ambiente» y liberaría solo una pequeña cantidad de partículas en el aire, activistas suecos se han opuesto abiertamente a la iniciativa advirtiendo que el proyecto de Harvard podría tener «consecuencias catastróficas«.
El Consejo Saami, que aboga por los derechos del pueblo indígena lapón de Suecia, y tres grupos ambientalistas locales firmaron una carta conjunta en la que defienden que «la investigación y el desarrollo de la tecnología de la inyección de aerosoles estratosféricos tienen implicaciones para todo el mundo y no deben avanzarse sin un consenso global pleno sobre su aceptabilidad».
Mientras, David Keith, profesor de física aplicada en la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de Harvard que forma parte del proyecto cancelado, afirmó a Reuters que su equipo planea utilizar los próximos meses para tratar de convencer a las autoridades suecas de que les den luz verde para una prueba eventual, pero en caso de rechazo, el vuelo podría trasladarse a EE.UU. para el año que viene.
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