El mítico caricaturista británico Steve Bell acusa a The Guardian de haber «manchado su reputación» al dejar de publicar sus viñetas después de 42 años tras una que hizo de Benjamin Netanyahu que el diario interpretó como antisemita, en una entrevista con EFE.
El despido de Bell, a quien el periódico no renovará su contrato anual de autónomo el próximo abril, ha puesto en evidencia la dificultad de navegar las acusaciones de antisemitismo. Mucho más en el contexto actual del conflicto entre Israel y Hamás, así como el estado de la sátira política en el Reino Unido.
«Está bien si, llegado mayo, quieren separar nuestros caminos. Pero que no me digan que no van a usar mi trabajo a partir de ahora. Eso implica que hay algo cuestionable en él, lo que no es cierto», declaró el veterano dibujante en su estudio en su casa de Brighton (sureste de Inglaterra).
«Están diciendo que soy ‘persona non grata’», lamenta, al tiempo que reveló que está en contacto con el sindicato de periodistas NUJ y estudia medidas legales.
¿Antisemita?
La polémica por la viñeta, que no llegó a publicarse, y el cese de su autor acapararon titulares en este país. Bell, de 72 años de edad e ideología de izquierdas, es conocido por sus audaces representaciones de los políticos del momento.
Todo empezó, explicó a EFE, cuando, de camino a Liverpool (norte de Inglaterra) el 9 de octubre para el congreso anual laborista, la mesa de edición le llamó para decirle que no publicarían su caricatura, propuesta esa mañana, del primer ministro israelí.
El dibujo mostraba a Netanyahu con guantes de boxeo y un bisturí tratando de operarse a sí mismo en la barriga, donde había trazado el mapa de Gaza. Bell atribuía la idea original al fallecido ilustrador neoyorquino David Levine.
«Tipo judío. Libra de carne. Tópico antisemita», le dijo su interlocutor del Guardian, según él mismo difundió en X ese día, junto con la viñeta descartada.
«La razón que me dieron es que contenía un tópico antisemita, porque supuestamente se refería a la libra de carne (que pide el prestamista judío Shylock) en el Mercader de Venecia (de Shakespeare)», relató a EFE Bell, sentado ante su abarrotada mesa de trabajo.
«Eso no figuraba en la viñeta, lo sacaron de su propia imaginación», aseguró, y subrayó: «No contiene ni una pizca de antisemitismo».
El dibujante explicó que la referencia no era Shylock sino un dibujo de Levine de 1966 que mostraba al presidente estadounidense Lyndon B. Johnson enseñando su cicatriz de una reciente operación de vejiga, con la forma del mapa de Vietnam.
Dado que, según él, los editores del ‘Guardian’ no se avinieron a razonar, Bell decidió, no por primera vez, difundir la controversia en X, lo que hizo que, días después, la directora Katharine Viner le comunicara en un breve correo electrónico que dejarían de publicar su obra con efecto inmediato.
The Guardian, que el pasado abril forzó a otro dibujante, Martin Rowson, a disculparse por una viñeta percibida como antisemita, emitió un comunicado: «Se ha tomado la decisión de no renovar el contrato de Steve Bell. Las viñetas de Steve Bell han sido una parte importante de The Guardian en los últimos 40 años. Se lo agradecemos y le deseamos lo mejor».
Presión en las redes tras decisión de The Guardian
Bell reconoció que airear la trifulca en las redes sociales fue «un error fatal»; entiende que el rotativo tiene «el ansia de no ofender» al haberse convertido en una «marca global» con su versión digital.
El dibujante denunció además que cada vez es más difícil satirizar al Estado o los políticos de Israel. Para él, los medios temen el aluvión de quejas por presunto antisemitismo que van a recibir de los grupos de presión.
«Creo que una de las razones por las que la gente tiene miedo es porque ven lo que le pasó a Jeremy Corbyn», el antiguo líder laborista defenestrado por acusaciones de antisemitismo.
«El problema es que tienes un ‘lobby’ muy activo (…), que está muy alerta a cualquier indicio de crítica a Israel; aunque lo que parecen hacer es ver antisemitismo donde no lo hay», agregó.
Bell explicó que, ante una viñeta presuntamente problemática, los diarios suelen recibir «una lluvia de quejas» que, a su juicio, «están obviamente organizadas».
El artista, que reconoció que las interpretaciones siempre serán «subjetivas», medita ahora sus próximos pasos, mientras supera «el duelo» por su marcha de The Guardian. «Tanto si nos gusta como no, estamos vinculados. Dado que he estado ahí durante un cuarto de su existencia, se me identifica con él». EFE
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