Los republicanos se esforzaron mucho en los últimos años para atraer a los votantes venezolanoestadounidenses de Florida, convencidos de que el enfoque de su partido en la ley y el orden y los ataques al socialismo podrían ganar el respaldo de este grupo en rápido crecimiento. Sus esfuerzos dieron resultado en ciudades como Doral, al oeste de Miami, donde cerca del 40 por ciento de los residentes son de origen venezolano.
Muchos estadounidenses de origen venezolano disfrutaron de la atención y se convirtieron en devotos de los políticos que se la otorgaron, especialmente del presidente Donald Trump.
Sin embargo, su admiración se ha mezclado con sorpresa y dolor en las últimas semanas, después de que el gobierno de Trump pusiera fin al Estatus de Protección Temporal, (TPS, por su sigla en inglés) para más de 300.000 migrantes venezolanos en Estados Unidos, muchos de ellos en el sur de Florida. El programa TPS permite a los migrantes de ciertos países inestables vivir y trabajar en Estados Unidos durante un tiempo limitado; los críticos dicen que ha permitido a muchos migrantes quedarse de forma indefinida.
Ahora, los venezolanoestadounidenses de Doral y otros lugares están intentando convencer a la Casa Blanca de que cambie de rumbo antes de que los 300.000 inmigrantes pierdan el TPS en abril. Su campaña está poniendo a prueba cuánta influencia política tienen con Trump y otros republicanos que los habían tratado como un electorado clave.
Canalizando las preocupaciones de sus electores, los líderes electos en al menos tres municipios —el condado de Miami-Dade, Miami y Doral— han aprobado medidas simbólicas en las últimas semanas instando al gobierno de Trump a revertir su decisión o encontrar otra manera de ayudar a los venezolanos respetuosos de la ley a permanecer legalmente.
Hasta ahora, pocos venezolanos que votaron por Trump lo han abandonado. En su lugar, están caminando por una línea muy fina, apoyando sus medidas enérgicas contra la inmigración ilegal, pero sosteniendo que la mayoría de los venezolanos con TPS no deben quedar atrapados en ellas. Aunque Trump se burló de programas como el TPS durante la campaña electoral, muchos votantes venezolanoestadounidenses afirman que esperaban que cualquier medida enérgica se centrara en los inmigrantes no autorizados con antecedentes penales.
En ningún lugar la situación parece más urgente que en Doral, una ciudad de unos 75.000 habitantes apodada “Doralzuela”.
La ciudad, que en su día fue un vecindario de almacenes apartado al oeste del Aeropuerto Internacional de Miami, se ha convertido en la última década en una potencia económica. Han surgido parques de oficinas que han dado lugar al desarrollo de urbanizaciones, condominios, escuelas y restaurantes.
Trump conoce bien Doral: es la sede de su Trump National Doral Golf Club, un motivo de orgullo para muchos venezolanoestadounidenses. Pero en entrevistas realizadas la semana pasada, varios de ellos dijeron sentirse sorprendidos.
En particular, afirmaron, la insinuación del gobierno de Trump de que muchos venezolanos con TPS son miembros de la pandilla criminal Tren de Aragua —una burda exageración— les ha dejado atónitos.
“Yo soy republicana recalcitrante trumpista, pero me siento defraudada”, dijo Isabel Martín, una agente inmobiliaria y corredora de seguros que también presenta un programa de radio en español en Doral. “Ha entrado mucha gente mala, pero no todos son del Tren de Aragua. Hay gente muy buena, como tú y yo, trabajadora”.
Martín, de 58 años, quien emigró hace 27 años, dijo que seguía apoyando a Trump, pero que tenía sentimientos encontrados que no estaba segura de cómo resolver. La semana pasada, estuvo entre un número de venezolanos presentes cuando el Consejo Municipal de Doral aprobó una medida pidiendo al gobierno federal una solución migratoria permanente para los venezolanos.
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