Después de tanto camino recorrido, la vida y carrera de Tiger Woods ha tomado un nuevo – y probablemente último- rumbo. El grave accidente que sufrió el reciente martes ha puesto en jaque su inigualable profesión, la cual se ha visto marcada por antagonismos permanentes: gloria y deshonra; felicidad y angustia; elogios y reproches. La aventura deportiva del golfista estadounidense podría llegar a su colofón, pero la esperanza está puesta en que solo sea un nuevo desliz, ese de los tantos que ha experimentado.
Por El Comercio Perú
La historia de Tiger Woods es muy peculiar. En el campo de golf siempre representó la perfección, pero fuera personificó la más pura imperfección. Se puede decir que el californiano, dueño de 15 majors, ha vivido su propia Divina Comedia: ha protagonizado una especie de travesía por el infierno, el purgatorio y el paraíso, aunque hoy se encuentre en un terreno de total incertidumbre.
En una oscura madrugada del 2009, un día luego de Acción de Gracias, Woods tocó fondo y su vida se dividió en un antes y un después. La estrella del golf sufrió un accidente automovilístico que hizo pedazos no solo el carro en el que andaba, sino también su matrimonio. Y es que, a partir de dicho suceso, se desvelaron las infidelidades de Tiger.
Así empezó la travesía del californiano. Pasó por el infierno primero y tuvo que lidiar con ver recurrentemente su nombre en las portadas. No por un logro, sino por los escándalos. Las consecuencias fueron inevitables: imagen destruida ante la opinión pública y un divorcio multimillonario
Se reveló que el norteamericano gastaba miles de dólares para tener sexo con distintas mujeres, y cada encuentro era combinado con drogas y alcohol. El efecto dominó era previsible: sobre el Green sus virtudes se opacaron y sacaron a la luz sus miserias más grandes. Entre la desesperación y las tinieblas, Tiger optó por dejar el golf un tiempo “indefinido”.
Toda su vida fue cuesta abajo. No encontraba una escapatoria. En su intento por cambiar rápidamente esta historia, Woods se sometió a terapias para contrarrestar sus adicciones. Volvió a jugar en Augusta el 2010, pero sin éxito.
Su golf estaba en decadencia. Ya no era el mismo Woods que generaba aplausos y halagos con sus golpes. Las lesiones intensificaron más su desgracia, lo que dejó al golfista en un estado de incertidumbre y frustración total.
Entonces, luego de todo el infierno que vivió, llegó el momento de pasar por el purgatorio. Woods se purificó: trató de enterrar el pasado e intentó ser mejor persona. La esperanza era lo último que podía perder. Aunque su divorcio ya era una realidad, el golfista le puso prioridad a su familia, sus hijos y trató de vivir una vida tranquila. Y luego de cuatro operaciones de espalda a las que se sometió, Tiger consiguió su meta principal: volver a luchar por un título.
El regreso más esperado en el mundo del deporte se dio y el “Tigre”, poco a poco, volvió a rugir. En septiembre de 2018, Woods ganó su primer título luego de más de cinco años en el Tour Championship. Y eso no quedó ahí. En abril del 2019, el estadounidense encontró el horizonte del paraíso y conquistó su quinto Masters de Augusta luego de 14 años.
Aquella vez, Woods volvió a escribir una nueva página gloriosa en la historia de este deporte. El golfista estadounidense alcanzó a su compatriota Sam Snead como el más laureado en la historia del PGA Tour con 82 títulos. Se esperaba que Tiger supere esa marca, pero ahora todo es una incógnita.
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