Los numerosos trabajadores no declarados de Grecia “están obligados a violar” el confinamiento y a arriesgarse a una multa, al carecer del documento de la persona que los emplea para circular en un país donde la economía subterránea representa más de la cuarta parte de los ingresos.
AFP
“¿Quedarse en casa con la angustia de no ganar nada durante un mes?”, pregunta con indignación Vaguelis, fontanero no declarado de los suburbios del noreste de Atenas, que acepta pequeños trabajos en negro en su barrio en este periodo de confinamiento impuesto en Grecia desde el 7 de noviembre.
“Yo prefiero arriesgarme, al menos puedo ganarme 50 euros al día y pagar el alquiler, el supermercado (…) y en caso de multa, la pagaré más tarde”, dice a la AFP el cuadragenario.
Durante este confinamiento, como el anterior en primavera, el gobierno griego aboga por el teletrabajo.
En caso de que sea imposible, el trabajador debe obtener una atestación de su empresa para circular. De lo contrario, se le puede imponer una multa de 300 euros (360 dólares) en caso de control policial.
Los profesionales que trabajan por su cuenta pueden presentar una atestación con el número de identificación fiscal.
Pero muchos trabajadores irregulares no entran en ninguna de esas categorías en Grecia, donde la economía subterránea representa cerca del 30% del Producto Interno Bruto (PIB).
“Estoy obligado a violar la ley, es un asunto de supervivencia”, indica Vaguelis.
– “La policía cierra los ojos” –
Igual preocupación para Elisa, peluquera a domicilio, que tampoco quiere dar su apellido: “Haré una atestación manuscrita que dice que voy a hacer mis compras y trabajo especialmente en mi barrio” para evitar los desplazamientos “arriesgados al centro, donde los controles son más frecuentes”.
Elisa, de 32 años, trabaja en negro desde hace cuatro años, tras el cierre de su peluquería durante la crisis financiera griega (2010-2018), como ocurrió con muchas microempresas del país.
“Si tengo otra clienta en el día, lleno otra atestación cambiando la hora. Siempre me cuido de llevar una bolsa con algunas compras en mi auto en caso de control policial”, confía a la AFP esta habitante del norte de Atenas.
Sin embargo, “la policía es más tolerante en este segundo confinamiento”, dice Vaguelis, cuyos ingresos bajaron en más del 50% en el primer confinamiento.
“No estamos robando. Todo el mundo sabe cómo funciona la economía en Grecia. Es necesario que el dinero circule; la mayoría de los que trabajan llevando cosas a domicilio carecen de seguridad social y la policía cierra los ojos”, señala.
Según cálculos, la tasa de movilidad, uno de los índices indirectos de evaluación de la economía subterránea, “registró un alza del 35% durante en el segundo confinamiento con relación al primero”, subraya Panayotis Petrakis, profesor de Economía en la Universidad de Atenas.
La economía griega siguen convaleciente después de la crisis financiera durante la cual el país perdió un cuarto de su PIB. El desempleo, que aumentó fuertemente, sigue siendo uno de los más altos de la zona euro (18,9% en 2020, según el gobierno).
Grecia espera una caída de de 10,5% del PIB en 2020 y una recuperación del 4% el año próximo.
El paro de la economía por el confinamiento ha afectado al turismo, motor de la economía griega, y a los servicios a las personas y el entretenimiento, donde los trabajadores en negro son legión.
Según expertos, la contracción afectará a los más vulnerables, quienes no tienen subsidios y se encuentran privados de la “red social y legal de protección”, como los desempleados, los de bajos ingresos y los indocumentados.
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