Al ordenar ataques militares en Irak contra una facción proiraní acusada de la muerte de un estadounidense, el presidente Donald Trump traza una línea roja que Irán no debe cruzar, pero también se expone al riesgo de una escalada de tensiones en la región, sostienen expertos.
Dos días después de la muerte de un estadounidense en un ataque con cohetes contra una base militar que albergaba soldados estadounidenses en Kirkuk, en el norte de Irak, el ejército del país norteamericano mató al menos a 25 combatientes al bombardear el domingo instalaciones en Irak y en Siria de las Brigadas de Hezbolá, una milicia proiraní que Washington considera responsable de la muerte de su ciudadano.
Estos ataques fueron “una acción defensiva destinada a proteger a los soldados y a los ciudadanos estadounidenses en Irak y (…) para disuadir a Irán”, aseguró el lunes el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, en el canal Fox.
“Pensamos que era importante alcanzar un objetivo significativo para enviarles un mensaje muy claro sobre la seriedad con la que tomamos las vidas estadounidenses”, dijo a los periodistas el subsecretario de Estado para Medio Oriente, David Schenker, para quien la respuesta estadounidense fue “firme, pero proporcionada”.
La operación había sido ordenada por el presidente de Estados Unidos, quien hasta ahora había mostrado “una gran moderación” ante las provocaciones de Teherán, dijo de su lado el enviado de Estados Unidos a Irán, Brian Hook.
Trump había rechazado la recomendación de sus asesores de bombardear Irán después de que un dron estadounidense fuera destruido en el Estrecho de Ormuz en junio, y también se abstuvo de responder a mediados de septiembre a ataques a instalaciones petroleras sauditas atribuidos a Irán.
Pero la muerte de un subcontratista estadounidense el viernes en un ataque con cohetes contra una base militar en Kirkuk, en el norte de Irak, habría sido la gota que rebasó el vaso.
Para Martin Indyk, del centro de análisis Council on Foreign Relations, el mandatario estadounidense expresó claramente su posición: “La administración Trump traza una línea roja en Irak y Siria para Irán: nada de muertes estadounidenses”.
– Opción “poco deseable” –
“Pero lo que eso implica es que todo el resto [como los ataques a los campos petroleros sauditas] no provocará una respuesta armada de Estados Unidos”, agregó en un tuit el exdiplomático, que dijo temer que el mensaje aliente a Teherán a lanzar nuevas operaciones para debilitar la posición de Estados Unidos en la región.
Peter Bergen, del centro de investigación New America, dijo por el contrario en un análisis publicado por CNN que los ataques del domingo revelaron “un uso sensato y proporcionado de la fuerza por parte de un comandante en jefe que, a pesar de su retórica a menudo frenética, hasta ahora se ha mostrado reticente a lanzar una guerra abierta con Irán”.
De hecho, Estados Unidos ha hecho saber que busca disuadir a Teherán, no aumentar las tensiones. “No queremos una escalada aquí, queremos una desescalada”, dijo Schenker.
Los ataques estadounidenses han provocado indignación en Irak, y el gobierno iraquí ha sostenido que se ve obligado a “revisar las relaciones” con Estados Unidos, mientras decenas de legisladores iraquíes han pedido una revisión del acuerdo de cooperación del país con Estados Unidos que autoriza la presencia de 5.200 soldados estadounidenses en el país.
Para el exdiplomático Richard Haas, las frecuentes declaraciones de Trump contra las “guerras interminables” y las tensiones internas en Irak desde la caída de Sadam Husein en 2003 entre sus aliados estadounidenses e iraníes, “bien podrían conducir el gobierno iraquí a exigir la salida de las fuerzas estadounidenses”.
“Sería un final triste” para la guerra en Irak, señaló en un tuit.
El hecho de que el presidente estadounidense esté en plena campaña electoral preocupa a los expertos que, como Indyk, temen que Teherán lance nuevos ataques destructivos para desafiar a Donald Trump a cumplir sus promesas electorales de “regresar a casa” a los soldados estadounidenses desplegados en Medio Oriente.
“Si militares estadounidenses son atacados en Irak, Trump tendrá que hacer frente a una opción poco deseable: librar otra guerra en Medio Oriente o ceder”, concluye Haas.
AFP
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