George Floyd, el afroamericano cuya muerte inspiró una reflexión global sobre la injusticia racial, será enterrado este martes en Houston, la ciudad donde creció, luego de un recorrido en un carruaje tirado por caballos.
La ceremonia privada se realizará a las 11 (hora local, 16 GMT) en la iglesia The Fountain of Praise, pero será transmitida por internet, confirmaron allegados a la familia. Según Mia Wright, pastora del templo, la ceremonia será una celebración de la vida de Floyd. “Una vida que tuvo altibajos, como otros, pero también estuvo conectada a Dios y a tanta gente alrededor del mundo por la tragedia que pasó”, dijo a CNN.
Se esperan unos 500 invitados, incluyendo al campeón de boxeo Floyd Mayweather que, según l a prensa local, corre con todos los gastos del sepelio.
George Floyd, que tenía 46 años cuando murió a manos de la policía, será sepultado junto a su madre, quien fue nombrada por la víctima cuando agonizaba bajo la rodilla de un oficial.
El lunes se celebró un servicio fúnebre público en Houston, con unos 6.000 asistentes. Bajo el abrasador sol de Texas, dolientes con camisetas con la imagen de Floyd y las palabras “No puedo respirar” -otra de las cosas que dijo sin cesar cuando era reducido por el policía- esperaron durante horas para presentar sus respetos. El cuerpo de Floyd, vestido con un traje marrón, yacía en un ataúd dorado abierto.
Mientras tanto, el ex vicepresidente Joe Biden se reunió el lunes con la familia de Floyd, según una foto compartida por el reverendo Al Sharpton. Biden tenía previsto enviar un mensaje en video al servicio funerario de Floyd. “Sintió su dolor y compartió su aflicción”, dijo Benjamin Crump, el abogado de la familia, destacando “el enorme sentido” de esa compasión.
Poco después de que terminara la ceremonia, el féretro fue colocado en un carruaje y escoltado por la policía de vuelta a una funeraria.
Mientras se alejaba el carruaje, Daniel Osarobo, de 39 años, residente en Houston y que inmigró desde Nigeria, dijo “Descansa en el poder. Descansa en paz”. “Me ha parado la policía. Comprendo la situación, me lo puedo imaginar”, dijo Osarobo, que trabaja como ingeniero en la industria del gas y el petróleo. “¿Y si hubiera sido yo? ¿Y si hubiera sido mi hermano? ¿Y si hubiera sido mi hermana? ¿Y si hubiera sido mi hijo?”. Son preguntas que se han hecho muchos estadounidenses negros, no sólo en las últimas semanas, sino durante décadas.
También se han celebrado actos en Minneapolis y Raeford, Carolina del Norte, cerca de donde nació Floyd.
La muerte de Floyd desencadenó protestas internacionales y llamó la atención de nuevo sobre el trato que reciben los afroestadounidenses en Estados Unidos de la policía y el sistema de justicia penal.
En las últimas dos semanas han ocurrido cosas trascendentales y antes impensables: departamentos de policía de todo el país han reconsiderado cómo patrullan los barrios de minorías; varias cámaras legislativas han debatido las normas de uso de la fuerza, y personas de distintas razas han tenido conversaciones incómodas, en ocasiones acaloradas, sobre la raza, en un país que se supone garantiza igualdad de oportunidades para todos.
Las campañas a favor de retirar el financiamiento a la policía se han multiplicado en muchas comunidades, y gente de todo el mundo salió a la calle en solidaridad, afirmando que las reformas y el diálogo no debían terminar con el funeral de Floyd.
Su muerte también ha transformado la campaña por las elecciones presidenciales en Estados Unidos. El presidente, Donald Trump, espera resurgir tras uno de los momentos más bajos de su mandato, mientras sondeos recientes indican que 8 de cada 10 estadounidenses creen que el país va en la dirección errónea e incluso se está saliendo de control.
Cuatro policías de Minneapolis han sido procesados en relación con la muerte de Floyd, que fue grabada en video por testigos que suplicaron a la policía que dejara de lastimarle.
Un juez de Minnesota fijó el lunes una fianza de 1,25 millones de dólares para Derek Chauvin, el policía acusado de asesinato en segundo grado. Sus excompañeros J. Alexander Kueng, Thomas Lane y Tou Thao están acusados de complicidad.
Chauvin, de 44 años, apenas habló durante la vista de 11 minutos, en una comparecencia en video desde una prisión de máxima seguridad.
Con información de AP
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