Un amplio estudio realizado por la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, constató que las personas con obesidad de sexo masculino no necesariamente tienen mayores posibilidades de morir cuando ingresan a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con un cuadro de COVID-19.
En tanto, un trabajo muy detallado, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) estudió las características de los pacientes internados por COVID-19 durante los últimos seis meses del 2020 en la mayoría de las terapias intensivas del país. Y uno de los datos que más resaltó fue que de todos los pacientes graves que utilizaban respirador, el 44% eran personas obesas.
Es que ambos reducen la capacidad del cuerpo para combatir la infección, dejando a las personas más propensas a enfermedades agudas, hospitalización y muerte. Sabemos que a medida que envejecemos, nuestro sistema inmunológico se debilita, haciéndonos más susceptibles a las enfermedades. Pero respecto al otro gran factor de riesgo, la pandemia ha puesto de relieve el hecho de que la obesidad puede desencadenar y exacerbar cambios inmunológicos similares incluso en personas más jóvenes.
“En el caso de las personas con sobrepeso y obesidad, representa además un doble riesgo: por un lado, el propio debido a las consecuencias de convivir con kilos de más; por otro, el impacto aumentado que podría tener la persona en caso de contraer coronavirus”, explicó a este medio el doctor Alberto Cormillot. “La obesidad se asocia con una disminución del volumen de reserva espiratoria y de la capacidad funcional del sistema respiratorio. En personas con obesidad abdominal, la función pulmonar se ve aún más comprometida si se encuentran acostados boca arriba porque la grasa disminuye los movimientos del diafragma y dificulta la ventilación”, enfatizó Cormillot.
Según sondeos de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), tener obesidad aumenta la severidad de la infección por coronavirus y augura un peor pronóstico. Los motivos:
-Incrementa significativamente la necesidad de hospitalización
-Eleva la necesidad de ventilación mecánica en relación directa con la severidad de la obesidad
-Agrava la infección por COVID-19 y la letalidad del virus
Qué determinó el estudio sobre hombres obesos
En cambio, este factor es cuestionado por un análisis de 58 estudios sobre 44.305 pacientes que realizaron expertos encabezados por Bruce Biccard del Hospital Groote Schuur y Universidad de Ciudad del Cabo, que fue publicado por la revista Anaesthesia.
El resultado advirtió que existe una amplia gama de factores se asocian a la muerte por COVID-19 en las terapias intensivas. Esos enfermos tienen “un 40 por ciento más de probabilidades de morir” si tiene antecedentes de tabaquismo, “un 54 por ciento” si tiene hipertensión arterial” y “un 41 por ciento” aquellos que padecen diabetes.
Del mismo modo, entre los pacientes de UTI, un 75 por ciento tienen más riesgo de morir “si presentan enfermedades respiratorias, alrededor del doble de probabilidades con cuadros cardiovasculares o cáncer, y 2,4 veces” con enfermedades renales, respecto de los pacientes que no tienen esas comorbilidades.
“Los resultados confirman la asociación entre la diabetes y las comorbilidades cardiovasculares y respiratorias con la mortalidad en los pacientes con COVID-19. Sin embargo, las asociaciones comunicadas entre el sexo masculino y el aumento del IMC (índice de masa muscular por sus siglas en inglés) que empeoran los resultados no se ven respaldadas por este metaanálisis de pacientes ingresados en la UCI. Este meta-análisis proporciona un gran tamaño de muestra con respecto a estos factores de riesgo y es una estimación robusta del riesgo y es una estimación sólida del riesgo asociado con el sexo masculino y el IMC”, precisaron los autores del estudio.
“La paradoja de la obesidad”, dijeron, en los “pacientes ingresados en la UCI con un IMC más alto tienen resultados más favorables no está respaldada por nuestros hallazgos. La asociación descrita anteriormente entre el sexo masculino y la mortalidad puede necesitar ser cuestionado más a la luz de estos hallazgos, particularmente en el contexto de los ingresados en la UCI”, remarcaron.
También detectaron que, quienes deben ser sometidos a ventilación mecánica tienen 2,5 veces más de posibilidades de morir que aquellos que se encuentran en la UTI pero no tuvieron que ser sometidos a un respirador y se demostró la misma gravedad en los pacientes que sufrieron una insuficiencia orgánica.
Los autores destacaron la edad como un punto de fragilidad en los pacientes con cuadros graves de coronavirus ya que repercute en la reserva fisiológica de una persona para superar una enfermedad crítica.
Los factores de riesgo de la hipertensión, el tabaquismo y las enfermedades respiratorias pueden estar vinculados por “su asociación con los receptores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) en el organismo, como se observa en la mayor expresión de los receptores ECA-2 entre los fumadores y los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica”, dijeron respecto de uno de los riesgos que detectaron entre los casos más graves.
Qué indican estudios realizados en Estados Unidos
Por otro lado, los Centros para el Control y la prevención de enfermedades de Estados Unidos (CDC) reconocieron que tener un IMC mayor a 40 es un factor que aumenta la vulnerabilidad frente al COVID-19. “El factor de riesgo más grande para casi todas las enfermedades es la edad”, explicó el doctor Kenneth Walsh, profesor de bioquímica y genética molecular en la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia. A lo largo de las décadas, el sistema inmunológico se “corrompe”, dice Walsh, haciéndolo hipoactivo, hiperactivo o una combinación de ambos.
“Y la obesidad parece acelerar este proceso. En un cuerpo sano, el tejido adiposo juega un papel positivo, sirviendo como reserva de energía en tiempos de escasez de alimentos. El tejido graso también está lleno de células del sistema inmunológico. Y en individuos delgados y sanos, secreta factores que son antiinflamatorios y protectores. Sin embargo, si el tejido graso se vuelve insalubre, como sucede a menudo en las personas con obesidad, puede volverse disfuncional y secretar hormonas y otras señales químicas que promueven la inflamación crónica de bajo grado. Este estado de hervor constante, que a menudo se presenta tanto en personas mayores como en personas con obesidad, no es lo mismo que la inflamación normal, que es autolimitada y forma parte de la respuesta del cuerpo a infecciones, células dañadas y otras amenazas”, apuntó el experto.
Así, la inflamación crónica aumenta el riesgo de una serie de afecciones, que incluyen enfermedades autoinmunes, ciertos cánceres y dolencias del corazón, páncreas, pulmones, estómago y sistema reproductivo. También puede ser la razón por la que un índice de masa corporal (IMC) alto se asocia con peores resultados de enfermedades infecciosas, incluido el COVID-19.
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