Percibido como un diplomático dialogante y sin estridencias ideológicas, el nuevo canciller de Venezuela, Yván Gil, arranca con ventaja en la meta del régimen de Nicolás Maduro de acercarse con «paciencia estratégica y diplomacia» a la Unión Europea (UE), un terreno que el recién designado conoce y maneja.
EFE
El giro diplomático que la llamada revolución bolivariana da con Gil frente a la cartera de Exteriores, anunciado este viernes por Maduro, es un guiño a los Veintisiete y la confirmación de que con la UE «las cosas avanzan bien», como refirió el propio Maduro en una entrevista ofrecida recientemente a la televisora multiestatal Telesur.
Gil, ingeniero agrónomo y ministro de Agricultura entre 2013 y 2016, se alejó de la tierra en los últimos seis años, en los que se dedicó a recorrer Europa para recordar a las naciones que reconocieron al antichavista Juan Guaidó como «presidente encargado» que «en Venezuela hay un solo Gobierno», el de Maduro.
Militante del partido gobernante PSUV, y sin haber ocupado nunca un cargo de elección popular, este hombre de 50 años ha sabido mostrarse como un chavista fiel, pero siempre lejos del protagonismo mediático o las declaraciones radicales. Aunque carece de estudios diplomáticos, ha emulado el principio de invisibilidad que cumplen estos funcionarios.
GUIÑO A EUROPA
Durante los últimos nueve meses, la Cancillería venezolana estuvo a cargo de Carlos Faría, un diplomático cercano al Gobierno de Rusia, que consolidó las relaciones entre Caracas y Moscú en medio de las tensiones mundiales por la guerra en Ucrania, escenario en el que Maduro mostró un apoyo irreductible a Vladímir Putin.
Ahora, con este giro diplomático, Venezuela muestra una ficha menos radical, y menos cercana al Kremlin, en búsqueda de un acercamiento con el viejo continente, donde ya conocen al nuevo canciller, que desde octubre de 2021 fungía como encargado de negocios ante la UE.
También como viceministro para Europa, cargo que desempeñaba desde 2017, Gil ha manejado con guantes de seda la compleja tarea de defender al chavismo ante las sanciones impuestas por la UE, que incluyen la prohibición de entrada a altos funcionarios del régimen chavista y el congelamiento de sus cuentas.
El sosegado canciller tiene el desafío de acortar las brechas entre Venezuela y la UE, cuya relación empezó a tambalearse en 2017 -cuando la comunidad internacional repudiaba la represión a protestas antigubernamentales en Caracas- y llegó a puntos muertos con expulsiones de diplomáticos y muy poco diálogo en el último quinquenio.
En este sentido, el hasta ahora emisario del chavismo para Europa está llamado a elevar las relaciones diplomáticas entre ambos polos, una tarea que ya empezó a materializarse a finales de diciembre con la designación por parte de España de un embajador ante Venezuela, un giro en la postura de la UE de no enviar representantes del más alto nivel al país caribeño.
DIPLOMACIA DE PAZ
Desde sus inicios en la política, Gil mostró su cercanía con la izquierda, la cual ratifica en todos sus mensajes en redes sociales, donde manifiesta su respaldo al régimen y su inclinación por las ideas acuñadas por el fallecido expresidente Hugo Chávez, con quien inició su carrera política.
Bajo esa línea, Gil arranca su misión sin obstáculos a la vista y con la ventaja de comenzar a operar en un período conciliador en el que Maduro intenta atraer inversiones y recuperar alianzas que apalanquen la incipiente recuperación económica, la esperanza que mantiene a Venezuela con vistas en un mejor futuro luego de un sexenio de crisis.
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