Militantes ecologistas y vecinos se oponen firmemente a la apertura de una mina de oro en el sureste de Armenia, que podría ser desastrosa para el medioambiente y la economía local de este país pobre y montañoso del Cáucaso.
Esta explotación a cielo abierto, en construcción en el monte Amulsar contaminará las fuentes de agua potable y pondrá en peligro los ingresos procedentes del turismo, aseguran sus detractores.
El primer ministro Nikol Pashinian afirma, por el contrario, que la mina, que será desarrollada por la empresa angloestadounidense Lydian, primer inversor extranjero en Armenia, es una fuente vital de inversiones y un signo de la apertura económica del país.
Pero los vecinos de la zona no opinan lo mismo.
«La mina contaminará el agua, el suelo y la tierra», explica Erazik Stepanian, de 57 años, residente de Gndevaz, un pequeño pueblo situado a pocos kilómetros del monte. «No queremos que nuestros hijos se enfermen gravemente. Y no dejaremos que nadie dañe nuestra naturaleza».
La obra está suspendida desde que los manifestantes bloquearon el sitio hace un año. «Lucharemos hasta el final», afirma a la AFP Suzi Hunanaian, de 18 años, cuya familia participó en las movilizaciones.
En la ciudad termal de Djermuk, que dio su nombre a la más famosa marca de agua mineral de Armenia, Mkhitar Stepanian, un vendedor de hierbas medicinales, teme que la mina de oro ahuyente a los turistas y destruya su sustento. «Nadie comprará mis plantas si temen que estén envenenadas», advierte.
El lugar de construcción está situado cerca de los ríos que alimentan el gran lago Seván, muy apreciado por los turistas y principal fuente de agua potable del país.
En Ereván, la capital, miles de personas se manifestaron en contra del proyecto en septiembre. En agosto, los activistas se reunieron en torno al palacio presidencial y al parlamento para exigir su abandono.
– «Consecuencias incontrolables» –
El grupo Lydian afirma que, en 10 años, ya ha invertido 400 millones de dólares en el desarrollo de los yacimientos de Amulsar, cuyas reservas se estiman en 40 toneladas de oro puro. Frente a las críticas, la empresa denuncia una «gigantesca desinformación» inscrita en «una campaña lanzada por compañías mineras rivales».
«Lydian es totalmente transparente en sus explotaciones y prácticas medioambientales. Respetan todas las normas internacionales y hasta las superan», afirma su director ejecutivo, Hayk Aloian a la AFP.
Karine Danielian, dirigente de la oenegé Asociación para el Desarrollo Humano Sostenible, no comparte esa opinión. Para él, los productos químicos utilizados en la explotación podrían dar lugar a un proceso de oxidación en importantes ríos circundantes, haciéndolos «impropios para el riego y el consumo».
«La contaminación del agua podría causar daños irreparables en el ecosistema del lago SevÁn y en las fuentes minerales de Djermuk», añade.
El investigador Seiran Minassian, director del Instituto de Física Química de Ereván, predice también «consecuencias ecológicas incontrolables» si el proyecto tiene éxito y afirma que «todas las minas armenias son explotadas sin respetar las normas ambientales».
En un video publicado con ocasión de las últimas manifestaciones en la capital, el primer ministro Pashinian minimizó estos riesgos ecológicos y comentó que el abandono del proyecto afectaría duramente la economía del país.
Por su parte Lydian afirma que aportará 120 millones de dólares al año al PIB de Armenia y creará muchos empleos bien remunerados.
Según varios politólogos, el apoyo de Nikol Pashinian a la mina de Amulsar podría socavar su popularidad entre los armenios, que llevaron a este experiodista, conocido por su estilo informal, al poder en un movimiento de rechazo de las viejas élites corruptas.
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