En la infame lista de las organizaciones criminales más sanguinarias hay un nombre que siempre resalta: “Los Zetas”. Este grupo de sicarios surgió como un brazo armado del Cártel del Golfo y tuvo su génesis en un equipo de élite del Ejército, del cual desertaron varios elementos.
Por infobae.com
El entrenamiento, conocimiento y habilidades del GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales), permitió a sus fundadores convertirse en una célula mortal. Parte de su eficiencia estaba basada en la cohesión que les otorgaba su concepción de hermandad que comenzaba con ritos sanguinarios sacados como de una película de terror.
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Galdino Mellado Cruz “El Mellado”, fue miembro fundador de “Los Zetas”. Confinado en el penal de Chiconautla, narró al periodista Ricardo Raphael algunos de los pasajes más horrendos que vivió al interior de la organización. La ocasión en que el capo Osiel Cárdenas Guillén obligó a un hermano matar a otro por traición en medio de una orgía de sangre, ejemplifica la brutalidad con la que operaban.
Osiel Cárdenas Guillén, conocido como “El Patrón o “El Mata Amigos”, se ganó ese apodo tras asesinar a Salvador Gómez Herrera en 1998, amigo suyo y entonces jefe del Cártel del Golfo tras la captura de Juan García Ábrego en enero de 1996. Como jefe de la organización imprimió un sello de crueldad sin precedentes y “Los Zetas” los máximos exponentes.
“El Mellado” contó la ocasión en que Cárdenas Guillén descubrió a un “soplón” de entre las filas de “Los Zetas”. Se trataba de Ciro Justo Hernández, quien se había cambiado el nombre y no había informado que era hermano de Óscar Guerrero.
En una reunión se encontraban Arturo Guzmán Decena, Jorge Eduardo Costilla “El Coss”, Alejandro Lucio Morales Betancourt, Heriberto Lazcano “El Lazca”, Jaime González Durán “El Hummer”, Mateo Díaz López, Jesús Enrique Rejón, Óscar Guerrero Silva, Omar Lorméndez Pitalúa, Ciro Justo Hernández y Galdino Mellado Cruz. Todos formados y jurando lealtad.
Fue entonces que Osiel le pidió a Justo Hernández que saliera de la formación. Ciro había cambiado su identidad y hermano de Óscar. Fue entonces que “El Coss” acusó a Ciro de ser un soplón: aseguró que habló de más y por su culpa, la policía investigaba a la esposa de “El Patrón” y “la DEA sabe cosas que no deberían saberse”. Y aseguró “De este judas se encargarán todos ustedes”.
“El tal Ciro no merece trabajar para la compañía. Entregó nuestras claves de radio y proporcionó información sobre lo que hacemos y no hacemos; por su culpa nos metimos en problemas con la DEA, pero ese pedo ya está resuelto. Ahora lo que falta es que arreglemos cuentas aquí dentro”, dijo.
Ciro Justo Hernández no era el único del Grupo Zeta que tenía una identidad falsa y Óscar se lo dijo al Patrón; quería salvar a su hermano. Pero ya no había vuelta atrás.
Osiel tronó: ¡Aquí el que la caga, la limpia! Esa es la regla y todos ustedes la van a limpiar, si es que realmente quieren seguir conmigo. Eso te incluye, Óscar. Es tu decisión: ¿te quedas con tu hermano o te vienes con nosotros?, gritó, en una narrativa que quedó plasmada en “Hijo de la guerra” de Raphael.
Fue entonces que se trasladaron a una casa de seguridad que estaba a 20 minutos de donde se encontraban. Al llegar, vieron que otro grupo de hombres ya le había propinado una buena golpiza a Ciro, al grado de tirarle algunos dientes. Pero lo peor estaba por venir.
Osiel le preguntó a Óscar si estaba con él o con su hermano. Cuando Óscar vio que ya no había vuelta atrás, decidió quedarse al lado de “El Patrón”.
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“‘El Lazca’ se arrodilló junto a la silla donde estaba Ciro y con un martillo le masacró los dedos desnudos de los pies hasta que se convirtieron en pequeños fragmentos de carne reventada; luego se aproximó ‘El Hummer’ y puso un tremendo patadón sobre el pecho del desgraciado. Ciro salió volando con todo y silla. Betancourt se hizo cargo de levantarlo para que los demás pudieran continuar”, relató Galdino.
Ciro suplicaba la ayuda de su hermano, pero Óscar no intervino. “Los gritos enardecieron el ánimo del grupo; varios comenzaron a disfrutar la tortura. ‘El Hummer’ sacó un cuchillo de sierra y cruzando el labio superior le arrancó un pedazo de la mejilla”.
Osiel ordenó: “Asegúrense de que sufra un chingo”.
Y así lo hicieron: 20 sujetos con la adrenalina a tope, comenzaron a desollarlo vivo. Después, ‘El Hummer’ lo castró y Decena le amarró un petardo al miembro, para arrancarlo. Al final, Cárdenas Guillén le dio a Óscar un arma tipo Colt nueve milímetros que siempre cargaba y le ordenó que le diera el tiro de gracia.
Cuando todo acabó, “El Patrón” los reunió y abrazó a Óscar Guerrero con fuerza diciéndole que lamentaba su pérdida.
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“Guerrero, hoy perdiste a un hermano, pero ganaste una familia, 20 hermanos y yo que desde ahora formamos parte de ti. Con esta traición nace una hermandad, y así durará. Piénsenlo como un ritual que nos une para siempre”, dijo Osiel Cárdenas Guillén.
Tras relatar el sangriento pasaje, el ex Zeta le aseguró a Rapahel: “No es fácil describir las emociones que genera involucrarte en una fiesta de esas; sientes miedo, pero no es un miedo desagradable porque está cargado de adrenalina. Quieres ver más, más sangre, más golpes, quieres oír más gritos y darle tú también, darle un chilazo al güey. No es excitación sexual, porque no soy puto, pero sí te excitas y no quieres que se detenga”.
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