El régimen cubano ha vuelto a culpar al embargo del desastre de la Salud Pública, en cuyo sistema más de 9.000 niños y niñas cubanos están a la espera de cirugías oncológicas y por malformaciones, mientras 53.000 enfermos de cáncer podrían morir por falta de tratamientos. Eso, mientras el Gobierno invierte más en obras para el turismo e importa desde el propio Estados Unidos vehículos de lujo y hasta sangre humana.
El doctor Jorge Juan Marinello, presidente de la Sociedad Cubana de Oncología, Radioterapia y Medicina Nuclear, dijo en un reciente «Foro Contra del Bloqueo» organizado por La Habana que adquirir, en mercados distantes, medicamentos para la atención del paciente oncológico, supone una limitación, por el alto costo y las posibles multas en cuanto a la transportación, publicó el diario oficial Granma.
«No hay acceso al mercado estadounidense para conseguir los fármacos, así como la tecnología y el equipamiento para pruebas diagnóstico-moleculares en la medicina personalizada, que secuencian el genoma de un tumor y definen alteraciones moleculares relacionadas con tratamientos específicos», dijo Marinello.
También acusó al Gobierno de Estados Unidos de impedir obtener las fuentes radioactivas de los equipos de braquiterapia para tratar el cáncer ginecológico, y que por esta razón «las pacientes estuvieron más de ocho meses sin el tratamiento».
Dijo que 53.000 pacientes enfermos de cáncer, «de no ser atendidos con todos los requerimientos, pueden fallecer en un plazo de tres años».
Por su parte, la doctora Albia Pozo Alonso, directora de la oficial Revista Cubana de Pediatría, acusó a Washington de privar deliberadamente de recursos médicos como trajes, guantes e insumos necesarios para el cuidado del personal sanitario». Dijo que «su disponibilidad puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para los pacientes».
Olga Agramonte Llanes, presidenta de la Sociedad Cubana de Hematología, también achacó al embargo que el índice de curación de las enfermedades malignas de la sangre decayó de un 80% a menos de un 50%.
En palabras de Eugenio Selman-Houssein, director del Cardiocentro William Soler, «el Gobierno de Estados Unidos ha convertido en enemigos a los infantes cubanos, a las personas que padecen enfermedades y a las familias».
Esta semana activistas y familiares de Lía Isabel García Torres, una niña de cinco años que enfrenta una dura batalla contra la leucemia, lanzaron un pedido de ayuda para salvar a la pequeña.
La activista Yamilka Laffita publicó en su perfil de Facebook la historia de la menor, y una solicitud para recaudar fondos en la plataforma GoFundMe, a fin de que García Torres pueda recibir tratamiento en el Nicklaus Childrens Hospital de Miami, que aceptó el caso.
El Hospital William Soler en La Habana dio el diagnóstico de que la niña tenía leucemia, pero ha estado recibiendo tratamiento en el Hospital Juan Manuel Márquez, donde ha sufrido reacciones adversas a los sueros y ha llegar a estar en terapia intensiva. A pesar de que logró regresar a la sala de oncohematología, su tratamiento ha sido interrumpido por complicaciones. Los médicos aseguran que después de una «fase de reintensificación» de su tratamiento estará lista para un trasplante de médula ósea. El Nicklaus Children’s en Miami ha aceptado su caso, pero su familia deberá enfrentar los costos de estancia y tratamiento en Estados Unidos.
Reinol García Moreiro, viceministro de Salud Pública, dijo en el foro que la industria biofarmacéutica cubana, que ha producido el 70% del cuadro básico de medicamentos, reactivos y equipos médicos, se ha visto «imposibilitada de seguir avanzando» por causa de lo que llamó «bloqueo selectivo» de los lugares en los cuales el Gobierno obtiene las materias primas y por la «infame» inclusión del régimen en la lista de Estados Unidos de estados patrocinadores del terrorismo.
A pesar de esta situación, el Gobierno desarrolló y produjo en plena pandemia no uno sino candidatos vacunales contra el Covid-19 y no dudó en desviar recursos y materias primas para ello.
«Si no existiera (el embargo), le permitiría a la Salud Pública recuperar su cuadro básico de medicamentos y de reactivos, eliminar esa lista de espera de más de 9.000 niños y niñas pendientes de cirugías oncológicas y por malformaciones, así como la adquisición de antibióticos a las mujeres embarazadas», dijo.
En las compras mensuales que hacen el Gobierno y las MIPYMES de Cuba en EEUU, en la lista de agosto apareció una suma de 11.905 dólares en sangre humana.
En términos globales, desde que La Habana hizo las primeras compras en EEUU, en diciembre de 2001, tras las autorizaciones aprobadas por Washington para esas ventas a pesar del embargo, la suma es superior a los 7.526.148.914 dólares.
Solo entre enero y agosto del presente año la suma dedicada a la adquisición de carros asciende a 43.275.516 dólares. En agosto no hubo compras de productos farmacéuticos y sanitarios, según las cifras, aunque las donaciones humanitarias para la Isla alcanzaron los 6.801.111 dólares.
Aunque el Gobierno y la prensa oficial lo callen, EEUU fue en 2022 el sexto país del mundo con mayor volumen de exportaciones a la Isla, según reveló el Anuario estadístico de Cuba del año 2022, con cifras hechas públicas por la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), y que no han sido actualizadas.
Esas exportaciones en 2023 crecieron en comparación con 2022, al totalizar 342.607.027 dólares, un incremento, pese al embargo y los «problemas de liquidez» que asegura tener La Habana, que tiene que pagar al contado por sus compras, frente a los 328.536.988 dólares del año anterior.
A punto de que la Asamblea General de la ONU vote este miércoles 30 de octubre una nueva resolución presentada por el régimen de Cuba de condena al embargo de Washington contra La Habana, una de las organizaciones que favorece el fin de las sanciones y el incremento de los negocios con la Isla dio a conocer un informe demoledor para la narrativa oficial sobre el tema.
El Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba aseguró en el documento que «la resolución de las Naciones Unidas no arreglará a Cuba, ni obligará a otros a arreglarla», puesto que «para un Gobierno, el ‘fracaso para prosperar’ se define como un camino hacia la ruina en el que continúa repitiendo errores a pesar de conocer de antemano el resultado de esas decisiones. O peor aún, un Estado fallido».
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