Los demócratas eligieron este domingo de nuevo a Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representantes, a pesar de sus crecientes divisiones internas y el fracaso de haber perdido siete escaños en las elecciones del pasado mes de noviembre. La mayoría que tienen los demócratas en la Cámara de Representantes en esta legislatura, que durará dos años, es la más ajustada en dos décadas, lo que le hará a la líder del partido mucho más difícil no sólo contener a los republicanos, sino controlar su propia bancada. Pelosi ha insinuado a través de varios colaboradores que este puede ser su último mandato de dos años de duración al frente de los demócratas en la Cámara de Representantes.
Todo en la jornada de ayer fue atípico. Para respetar las distancias de seguridad, los diputados votaron en bloques de 60, lo que alargó el proceso largas horas. En el pasado, Pelosi ha jurado el cargo rodeada de niños, pero ayer estaba sola, con el mazo que representa el cargo en la mano. «Nuestra prioridad más urgente seguirá siendo derrotar al coronavirus. Y lo haremos. Hace dos semanas aprobamos un paquete de ayuda de emergencia para acabar con el virus y poner dinero en los bolsillos de los trabajadores y las familias», dijo en un breve discurso.
Los demócratas apenas gozan de 222 escaños en la Cámara de Representantes frente a los 213 de los republicanos. Las encuestas preveían que en las elecciones de noviembre los demócratas ganarían una decena de escaños con respecto a los resultados de 2018, pero acabaron perdiendo siete frente a los republicanos. Los malos resultados, en un año en que además un demócrata ha ganado las presidenciales, han aumentado la presión sobre Pelosi, que lleva liderando a su partido en la Cámara de Representantes desde 2002.
En total, 216 diputados votaron a favor de Pelosi, frente a 209. De su bancada, seis optaron por otros candidatos, votaron «presente» o se ausentaron. En 2018 votaron en contra de Pelosi diez demócratas, que buscaban un relevo generacional al frente del partido. No lo lograron entonces, y no lo han logrado ahora.
Críticas de la izquierda
Pelosi fue elegida presidenta de la Cámara de Representantes por primera vez en 2007, tras la victoria de su partido en las elecciones parciales de 2006. Estuvo en el puesto hasta 2011, y regresó en 2018, la tercera persona en la historia en volver a la presidencia de la Cámara tras haberla perdido. En su primer mandato logró aprobar la reforma sanitaria que elaboró conjuntamente con Barack Obama. Desde su regreso a la presidencia de la Cámara, esta diputada de California de 80 años se ha enfrentado a las críticas y la oposición interna del ala izquierda de su partido, que no la ve lo suficientemente combativa con los republicanos.
Es cierto que Pelosi le dio al ala izquierda de su partido nada más y nada menos que el juicio político del «impeachment» contra el presidente Trump, un brindis al sol que estaba destinado a fracasar en el Senado dada la mayoría republicana en esa cámara. Desde el puesto, y desde la victoria demócrata en las elecciones parciales de 201, Pelosi se ha convertido en la mayor antagonista de Trump en Washington. Las broncas entre ambos mandatarios han sido antológicas, y de hecho ambos llevan meses sin hablar directamente, a pesar de una pandemia que sólo en EE.UU. ha infectado a 20 millones de personas y ha mandado a 350.000.
La resistencia contra Pelosi la encabeza un grupo de cuatro diputadas noveles a las que se conoce como «el escuadrón»: Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York; Ilhan Omar, de Minesota; Rashida Tlaib de Míchigan, y Ayanna Pressley de Massachusetts. Entre las prioridades de la bancada izquierda de los demócratas está el recorte de los departamentos policiales de EE.UU., tras las acusaciones de racismo del pasado verano, que provocaron una ola nacional de protestas y disturbios. También defienden esos diputados un agresivo conjunto de propuestas políticas para ayudar a abordar el calentamiento global y la crisis financiera.
Cierto es que ese grupo crítico votó ayer de nuevo a favor de Pelosi, posponiendo cualquier batalla para más adelante. Ocasio-Cortez no votó en su turno, desatando todo tipo de especulaciones. Finalmente apoyó a Pelosi en un turno de repesca. A los medios les dijo que para ella es inconcebible darle la presidencia de la Cámara a un republicano.
El papel de presidente de la Cámara de Representantes es crucial en el sistema político estadounidense. Funciona como una especie de primer ministro elegido por la Cámara Baja para proponer leyes, y es segundo en la línea de sucesión del presidente, tras el vicepresidente. Y cuando lo ocupa alguien de un partido distinto al del presidente, se convierte en un púlpito idóneo para hacer oposición a la Casa Blanca, como ha demostrado Pelosi con Trump.
Los republicanos, como manda la costumbre, propusieron ayer al líder de su bancada, el diputado de California Kevin McCarthy, como candidato alternativo. No hubo más aspirantes, ni entre los demócratas ni entre los republicanos. Fue la diputada por Wyoming Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney, quien presentó la candidatura de McCarthy, a quien definió como el mejor garante de que «el socialismo no tomará el control de este país».
Momentos antes de la votación sobre Pelosi, tomaron posesión de sus escaños los nuevos senadores. Cada dos años se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Tras la toma de posesión de los nuevos senadores, el líder republicano en la Cámara, Mitch McConnell, dijo: «Decir que el 117 Congreso se reúne en un momento difícil sería quedarse corto. Desde la división política hasta una pandemia mortal y adversarios en todo el mundo, los obstáculos que tenemos ante nosotros son muchos y muy graves. Pero también hay muchas razones para la esperanza». McConnell identificó como prioritaria la distribución de la vacuna contra el coronavirus a todos los puntos geográficos del país.
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