Dos agentes de inteligencia escudriñaban en el aeropuerto de Madrid los rostros bronceados de los pasajeros que volvían de sus vacaciones, hasta que localizaron al sujeto calvo de cerca de 1,70 metros (5 pies y 6 pulgadas) que buscaban. Viajando bajo otra identidad, el veterano jefe de espionaje militar de Hugo Chávez y uno de los fugitivos por narcotráfico más buscados por Estados Unidos acababa de aterrizar en España esa mañana de un lunes de marzo.
Por ARITZ PARRA y JOSHUA GOODMAN / AP
Apodado “El Pollo”, el mayor general retirado Hugo Carvajal, viajó en secreto desde República Dominicana tras romper filas con el gobierno socialista de Venezuela y reconocer a Juan Guaidó, el jefe opositor respaldado por Washington, como el líder legítimo del país. Desde la capital española, quería utilizar sus contactos y su conocimiento del funcionamiento interno del estado venezolano para contribuir a una rebelión auspiciada por militares contra el presidente Nicolás Maduro.
Cinco meses después, el exespía atraviesa serios problemas.
Para frustración de muchos opositores venezolanos que se han afanado en llevar a su bando a destacados miembros del ejército, Carvajal fue detenido antes de una fallida rebelión cuartelaria el 30 de abril. El jueves, un tribunal de Madrid estudiará su extradición a Estados Unidos para enfrentar cargos federales por tráfico de cocaína.
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La suerte de Carvajal es seguida de cerca por otros miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas que buscan desertar. Si alguien como el exespía, acusado de colaborar con grupos terroristas y de introducir varias toneladas de droga en Estados Unidos, podía redimirse en España, habría esperanza también para otros.
Estados Unidos prometió a altos cargos venezolanos que serán recompensados y se les retirarán las sanciones si dan la espalda de forma definitiva a Maduro. El enviado especial del gobierno de Donald Trump para Venezuela, Elliott Abrams, llegó a sugerir que España podría ser un destino seguro para que los aliados de Maduro se retirasen.
Pero un obstáculo importante es que los fiscales estadounidenses, que operan con independencia de los cálculos políticos de Washington, pasaron años armando casos contra algunos de los posibles traidores.
El relato de la cordial y furtiva recepción a Carvajal en España fue proporcionado a The Associated Press por cuatro altos funcionarios de Madrid y Washington, así como por media docena de familiares y acólitos del exespía. Todos pidieron hablar bajo condición de anonimato por la delicadeza del asunto.
A pesar de lo que las fuerzas de seguridad estadounidenses describen como una abundancia de pruebas, Carvajal insiste que es víctima de una persecución política.
En respuesta a preguntas escritas enviadas a la prisión española en la que se encuentra, el militar señaló que los cargos de “narcoterrorismo” en su contra son una represalia por su proximidad a Chávez, el fallecido líder venezolano que fue un destacado enemigo de Estados Unidos. Ahora, con Maduro bajo presión, Carvajal dice que quiere compartir información sobre el narcotráfico, la corrupción y el terrorismo sancionados por el estado que han proliferado en Venezuela en los últimos años.
“Yo no busco ningún tipo de amnistía de nadie. Ni de EE.UU. ni de Venezuela”, escribió Carvajal. “Yo busco justicia”.
Fiscales en Nueva York y Miami entienden de forma diferente lo que supondría la justicia para Carvajal.
Acusan al exgeneral de ser un miembro destacado del llamado “Cártel de los Soles”, una supuesta red the tráfico de drogas que implicaría al ejército venezolano. El nombre del grupo procede de las insignias en forma de sol que adornan los uniformes de los generales en Venezuela.
Carvajal, de 59 años, ya evitó ser extraditado a Estados Unidos en 2014, cuando fue detenido en Aruba mientras fungía como cónsul general de Maduro en la isla holandesa del Caribe. Si esta vez no logra impedirlo y los tribunales estadounidenses lo declaran culpable, podría enfrentar una codena de cadena perpetua.
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El caso se centra en un vuelo de un jet DC-9 que partió de Caracas y realizó un aterrizaje de emergencia en el sur de México en 2006 con 5,6 toneladas de cocaína repartidas en 128 maletas a bordo. Carvajal señaló que las investigaciones judiciales en Venezuela y México nunca lo vincularon con el incidente y que el presunto propietario de la aeronave confirma su coartada.
En su contra hay pruebas incriminatorias en forma de escuchas telefónicas, libros contables y el testimonio de al menos 10 testigos, según una declaración jurada de un agente especial de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Entre los testigos hay miembros y colaboradores del “Cártel de los Soles” y ex altos cargos del ejecutivo de Caracas, según el documento.
De acuerdo con el agente de la DEA, un exjuez asistió a una reunión en 2005 en el palacio presidencial de Miraflores con Chávez, Carvajal y dos miembros del partido que se han convertido en claves para la supervivencia de Maduro: el líder de la formación, Diosdado Cabello, y el ex vicepresidente Tarek El Aissami.
La cita iba a ser la primera de una serie de reuniones mensuales con las que Chávez supuestamente quería “promover sus objetivos políticos, incluido combatir a los Estados Unidos inundando el país con cocaína”, señaló la declaración que acompaña a la petición de extradición de Carvajal.
“¿De verdad alguien se imagina una reunión en Miraflores donde el presidente coordina a vox populi sus fechorías?”, escribió Carvajal desde prisión.
La acusación estadounidense también imputa a Carvajal por supuestamente proporcionar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) armas y protección dentro de Venezuela.
El exjefe de espionaje manifestó que sus contactos con las FARC, a las que Washington considera una organización terrorista, fueron autorizados por Chávez y se limitaron a asegurar la liberación de un empresario venezolano secuestrado y a preparar el terreno para las conversaciones de paz con el gobierno de Colombia.
Según dijo a la AP, las acusaciones en su contra se basan en “falsos testimonios” de convictos.
“La única intención de las agencias que fabricaron este fraude siempre ha sido obtener información que saben que poseo”, escribió.
La DEA declinó realizar comentarios.
¿Realmente quedan secretos sin contar?
Carvajal rechazó compartir con la AP la inteligencia que supuestamente tendría sobre el círculo interno de Maduro. Solo apuntó que sus informantes lo han mantenido al tanto de la actividad “criminal” del gobierno de Maduro tras dejar la agencia de contrainteligencia militar en 2014.
Esas pruebas podrían establecer de forma más sólida los supuestos vínculos entre altos cargos venezolanos y los rebeldes colombianos, así como con Hezbollah y otros grupos.
El exespía acusó recientemente a Maduro de facilitar el rearme de una facción de las FARC para desestabilizar a la vecina Colombia, pero ofreció pocas evidencias para respaldar su afirmación.
“Es un asunto serio que trataré con el funcionario de nivel adecuado, si es que me dan la oportunidad para aportar algo al respecto”, dijo a la AP.
Pero algunos son escépticos.
Un alto cargo español que contribuye a moldear la política hacia Venezuela describió a Carvajal como “un bluf total” que promete más de lo que es capaz de entregar. Según el funcionario, mientras España estuvo en contacto con él no se le dio ninguna garantía de protección.
Un alto funcionario estadounidense señaló que Carvajal, que publicó un video instando a las tropas venezolanas a reconocer a Guaidó como su comandante en jefe, trató de ponerse en contacto con el gobierno en Washington con ayuda de algunos miembros de la oposición en Venezuela.
Pero las manos del gobierno de Trump estaban atadas por las acusaciones de narcotráfico, y la decisión de Carvajal de huir a España fue exclusivamente suya, apuntó el funcionario, que también puso en duda la versión de que el exgeneral esté tratando de promover la democracia en Venezuela.
Las cosas sí le salieron bien en mayo a otro desertor, el general Manuel Christopher Figuera, jefe del SEBIN, el servicio de inteligencia policial, quien, según funcionarios estadounidenses, ayudó a promover un fallido levantamiento militar contra Maduro. Washington levantó las sanciones en su contra por supuestamente supervisar violaciones de los derechos humanos y perseguir a opositores. Ahora vive en Estados Unidos.
Antes de convertirse en un prófugo por supuesto narcotráfico, Carvajal era un soldado de confianza. Cuando Chávez comenzó a cimentar su revolución bolivariana tras su victoria electoral en 1998 ascendió a los leales. Uno de ellos fue Carvajal, que entró a una academia militar a los 13 años y a los 31 acompañó a Chávez en un intento de golpe de Estado.
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Chávez contó con Carvajal para liderar la Dirección de Inteligencia Militar, organismo que supervisó en su transformación en una agencia centrada en combatir cualquier disidencia interna. Pero también se ganó la enemistad de Estados Unidos al apoyar la decisión del presidente de cortar la relación con la DEA, acusándola de espionaje, y por el supuesto asesinato de un agente de inteligencia que trabajaba como doble agente para la agencia antidroga estadounidense.
Carvajal tenía un celular con línea directa con el presidente. A veces, el mandatario le pedía a su chófer que saliese del auto para poder llevar a Carvajal por Caracas mientras ambos hablaban en privado.
En 2013, Chávez murió de cáncer y Maduro se convirtió en presidente. El nuevo líder relevó a Carvajal pocos meses después y lo nombró cónsul en Aruba, lejos del poder.
En la isla caribeña, Carvajal copó titulares tras su detención por cargos de supuesto narcotráfico en Estados Unidos. Tras las maniobras y la presión diplomática de Caracas, quedó libre y fue recibido como un héroe nacional.
Poco después, Carvajal empezó a reconsiderar su lealtad.
En 2017, Venezuela estaba sumida en el caos, con multitudinarias protestas contra Maduro mientras su economía caía en barrena. Carvajal, que para entonces era diputado del gobernante partido socialista, se opuso a los planes del dirigente para crear una Asamblea Constitucional que rivalizase con la Asamblea Nacional, controlada por la oposición.
Sin embargo, se mantuvo en silencio hasta principios de este año, cuando Guaidó, presidente del congreso, reclamó la presidencia del país y declaró a Maduro gobernante ilegítimo. En ese momento, Carvajal se convirtió en la figura más influyente de las fuerzas armadas en apoyar el desafío, recurriendo a las redes sociales para llamar a otros compañeros de filas a actuar.
El líder opositor elogió a Carvajal, quien tenía previsto escapar de sus antiguos camaradas en las fuerzas de seguridad venezolanas.
Viajó por mar a República Dominicana y luego tomó un vuelo comercial de Air Europa que lo dejó en Madrid el 18 de marzo con un pasaporte venezolano con su segunda identidad, Adolfo José Mouriño Olsen. Los agentes de inteligencia que lo esperaban lo llevaron a una camioneta negra. Poco después, se reencontró con su esposa y otros familiares.
Días más tarde, Carvajal se reunió en un hotel próximo a la sede de la agencia de inteligencia española, el CNI, con los dos agentes y otros tres expertos en Venezuela.
Según contó una persona presente a la AP, el encuentro fue preliminar y apenas abordó la situación del país sudamericano. Pero Carvajal prometió que aportaría información valiosa a cambio de poner en regla su documentación para quedarse en España, dijeron dos fuentes conocedoras de la conversación.
Funcionarios del CNI rechazaron realizar declaraciones sobre la reunión.
Carvajal tampoco ofreció más detalles. Dijo que viajó a España para contribuir a un cambio en Venezuela, no para buscar protección.
Pero uno de los asistentes señaló que Carvajal erró en su cálculo de que estaría a salvo de una orden de detención estadounidense.
Durante varias semanas, el exgeneral se movió con relativa libertad. Empleando su segunda identidad, voló a otro país europeo para reunirse con el antiguo zar del petróleo venezolano, Rafael Ramírez, que está huido desde que rompió con el gobierno de Maduro. Según Carvajal, fue a “confirmar unos temas de inteligencia que yo conocía”.
Entonces, el 11 de abril, un fiscal del distrito sur de Nueva York emitió una orden de detención con la localización exacta de Carvajal en Madrid. Al día siguiente, dos agentes lo detuvieron cuando se disponía a dar un paseo con su esposa.
“Los fiscales y los agentes de la DEA simplemente hicieron lo que tienen años intentando hacer, que es presionarme de cualquier manera para obtener Información de mí”, dijo el exmilitar, añadiendo que no tiene intención de cooperar con las autoridades estadounidenses a cambio de acortar una posible sentencia.
Con la extradición de Carvajal todavía pendiente, algunos opositores a Maduro se preguntan si es demasiado tarde para revertir el daño político causado por su detención.
“Estados Unidos realmente ha enviado mensajes confusos”, señaló Ramírez. “Por un lado el Departamento de Estado y la Casa Blanca hablan de amnistía para los generales que cambian de bando, pero luego la DEA va y arresta a alguien que estaba trabajando por un cambio de régimen. Es casi como si quisieran dar argumentos para mantener la lealtad de los militares a Maduro”.
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