La delincuencia en Venezuela no es un fenómeno aislado a lo que ocurre en el resto de la sociedad. El año 2020 fue marcado en Venezuela por dos procesos paralelos que obligaron la transformación de la actividad criminal.
En su más reciente informe, el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) detalla cómo los delincuentes venezolanos adaptaron su actividad ante los cambios del entorno. Y aunque el número total de muertes y delitos disminuyó, el país sigue siendo muy violento.
En el reporte, el OVV explica cómo la pandemia y la dolarización fortalecen las megabandas en Venezuela.
El texto detalla como la destrucción de la economía y la emigración masiva, disminuyeron la población en las principales ciudades. Los centros urbanos vacíos ofrecieron menos ocasiones para el delito.
Esa situación se profundizó con el racionamiento de la venta de gasolina para el transporte público y los vehículos particulares. Ese hecho impactó en la reducción de la movilidad de las personas desde antes de la pandemia, sostiene el reporte.
«En la práctica, ya el país estaba paralizado antes que se decretase la cuarentena», asegura el OVV.
Entonces, el advenimiento de la COVID-19 empeoró esa situación de desmovilización. El cierre de los comercios y lugares de diversión, los toques de queda y la exigencia de salvoconductos para transitar desconcertaron a los grupos delictivos.
La dolarización del delito
El otro fenómeno de 2020 fue la dolarización de facto que ocurre en Venezuela. El informe sostiene que el 67% de las transacciones económicas en el país durante 2020 eran realizadas en moneda extranjera
«Algo similar ha sucedido con el crimen y el delito. Los extorsionadores cobran a los negocios que
“protegen” en dólares; los secuestradores tasan el rescate de sus víctimas en dólares», se lee ene el informe.
Los mismo sucede con los ladrones de viviendas y los policías y militares corruptos que exigen sobornos. Todos buscan y piden dólares. «El delito en Venezuela está dolarizado», afirma el Observatorio.
En consecuencia, el crimen organizado se concentra en los nichos económicos que logran sobrevivir y que tienen acceso a una moneda extranjera.
Las víctimas de esa adaptación son: tiendas de tecnología, de automóviles, de repuestos de automóviles o de equipamiento del hogar; clínicas privadas y comerciantes importadores. Es decir, lugares donde puede haber abundantes dólares.
Favorecidas las megabandas
A los dueños y gerentes de estos comercios se les ha solicitado el pago de la extorsión, y luego se les ha amenazado con mensajes de teléfono primero y con la explosión de granadas en sus puertas después.
También el pequeño comercio y del empleo informal se han dolarizado. Albañiles, trabajadores domésticos y trabajadores sexuales cobran en la moneda estadounidense. Esto ofrece «nuevas oportunidades para el delito depredador pequeño. su expansión ha sido lenta por los efectos de la paralización del país».
En última instancia, la pandemia y la dolarización fortalecen las megabandas venezolanas. El informe del OVV establece que la circunstancia actual lleva al debilitamiento de las bandas pequeñas.
Al contrario, las grandes bandas del crimen organizado se fortalecen. Y mientras hurto, robo y secuestro disminuyen el delito de extorsión se hace más frecuente. Sobre todo en relación con las pocas actividades económicas activas y con acceso a una moneda extranjera.
Con información del Observatorio Venezolano de la Violencia.
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