En política siempre fue bueno tener muchos “contactos”. Hasta que llegó el coronavirus. La cúpula chavista-madurista ya tiene su “paciente cero”, un contagiado muy poderoso que preside la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente de 545 miembros, está al frente de la directiva de 39 integrantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y se jacta de luchar hombro a hombro con el gobernante Nicolás Maduro.
Todo comenzó el miércoles 8 de julio. “Queridos compañeros, queridas compañeras (…) desde ayer ando luchando con una fuerte alergia, los médicos y mi familia me han ordenado reposo, nos vemos la semana que viene, un abrazo”, publicó en su cuenta Twitter el primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, al anunciar la suspensión de la transmisión de su programa de televisión semanal.
El trino desató todo tipo de rumores y 48 horas más tarde, el segundo hombre al mando de la revolución bolivariana desveló lo que muchos sospechaban: “Queridos compañeros y compañeras, cumplo con informar que luego de realizarme las pruebas correspondientes he resultado positivo en COVID-19”.
Cabello se convirtió así en el primer jerarca del régimen socialista que se reportaba con coronavirus. Inmediatamente después cayeron en la lista Omar Prieto, gobernador del estado Zulia -el más poblado y que registra el mayor número de casos en el país (2.144)-, el vicepresidente de Economía y ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, la viceministra Carolys Pérez y los constituyentes Gerardo Márquez y Fidel Madroñero. Prieto, El Aissami y Márquez también tienen sus sillas en la dirección nacional del PSUV.
“Mienten tanto…”
Aunque sus cifras eran cuestionadas por expertos y diputados opositores debido a la opacidad y bajo número de evaluaciones practicadas, Maduro se ufanaba de mantener a raya la pandemia y afirmaba que gracias a su política de contención la curva de contagios se mantenía controlada. Sin embargo, ya hasta las estadísticas oficiales muestran el rápido aumento de los casos durante las últimas semanas, llegando el martes 14 de julio a 10.010 enfermos y 96 fallecidos.
En un país marcado por la confrontación política, la censura y la manipulación de la información, voceros de la oposición han puesto en duda la veracidad de estos padecimientos. “Mienten tanto que nadie sabe si es cierto o no que están enfermos. Lo que sí es indiscutible es que lo usan políticamente: la dictadura decidió comunicar todos sus casos en pocas horas. No es coincidencia”, advirtió el ex primer vicepresidente del Poder Legislativo, Freddy Guevara, quien desde finales de 2017 está refugiado en la residencia del embajador de Chile en Caracas para eludir la persecución del régimen socialista.
¿Cuántos más?
Los jerifaltes chavistas se han mostrado inmunes a las distintas plagas que azotan a la República Bolivariana y que han provocado un éxodo de 5,1 millones de personas desde 2015, según Naciones Unidas. Ninguno parece sufrir en sus carnes los estragos de la hiperinflación, la recesión, el colapso de los servicios públicos, la escasez de alimentos y medicinas, la violencia criminal y hasta la falta de gasolina, nueva peste que se ensaña contra este país petrolero.
No obstante, el coronavirus exhibe un comportamiento bastante democrático incluso en ambientes autoritarios. Claramente no cree en privilegios, ni clases sociales. Para medir el nivel de propagación y penetración que puede tener el COVID-19 en la cima del poder socialista, quizás haya que investigar los pasos de Cabello y El Aissami.
Previo a revelar sus quebrantos de salud, el dirigente chavista encabezó una sesión de la Constituyente para rechazar las sanciones que impuso la Unión Europea (UE) contra 11 funcionarios relacionados con Maduro por “su participación en actos y decisiones que socavan la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela”.
De ese foro creado por el oficialismo para liquidar al Parlamento de mayoría opositora, forman parte tres positivos de coronavirus: Gerardo Márquez, Fidel Madroñero y la viceministra Carolys Pérez, quien ejerce como subsecretaria de ese ente. En particular, Márquez es identificado como una figura muy cercana al capitán retirado del Ejército venezolano.
En esos mismos días se llevaron a cabo los ascensos militares, y Cabello estuvo en el ojo del huracán por el pase a retiro de su promoción egresada en 1987. Aunque no participó en los actos oficiales, cabe preguntarse: ¿asistió a reuniones en homenaje a sus antiguos camaradas? Entre los jubilados resalta el ex comandante general del Ejército, Alexis Ramírez Cabello, ficha del primer vicepresidente del PSUV.
Si para combatir el coronavirus hay que lavarse muy bien las manos, Maduro tiene un problema. El Aissami, mano derecha del gobernante que lo acompaña regularmente en sus alocuciones, indicó el 10 de julio que daba inicio a su aislamiento por el COVID-19. Apenas cinco días antes, el vicepresidente de Economía compartió con el líder de la revolución chavista en un evento donde ordenaron reforzar los protocolos sanitarios en las empresas.
El recuerdo de la enfermedad de Chávez
Una enfermedad preocupa a cualquiera, pero en el oficialismo despierta los peores recuerdos y temores. Todos aún lloran la muerte del comandante Hugo Chávez, víctima del cáncer a los 58 años de edad, ocurrida el 5 de marzo de 2013. Hasta la fecha, todos los afectados dicen estar evolucionando satisfactoriamente.
El pasado 13 de mayo, Cabello fustigó y amenazó con cárcel a los miembros de la Academia de Ciencias de Venezuela por publicar un informe que planteaba la existencia de un subregistro de casos, y que estimaba para estos meses de junio y julio un escenario similar al que ahora se está plasmando en la realidad. “¡Ya basta de generar terror en el pueblo!”, exclamó indignado en aquella oportunidad, cuando estaba libre del coronavirus.
Con información de Yahoo
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