Todos los días, antes de las 12:00 p.m., la esposa de un detenido recluido en el Centro de Coordinación Policial Nº2 de Valera, a cargo del Cuerpo de Policía del estado Trujillo (CPET), debe viajar desde la capital de la región para llevar alimentos procesados a su familiar en el Centro de Detención Preventiva. De acuerdo a su relato, esta es la parte menos complicada, porque siempre consigue alguien que la traslade en moto.
Lo difícil, explicó, es tener el dinero para costear la manutención diaria del joven de 30 años de edad, quien desde hace tres años es procesado al verse envuelto en una investigación por homicidio. La ciudadana refirió a Una Ventana a la Libertad que diariamente gasta entre 10 y 15 dólares para los respectivos platos de comida del almuerzo y la cena.
El desayuno no entra en su cuenta, porque apenas puede costearle dos comidas al día y los dos litros de agua que les permiten pasar. “Dos litros de agua no son suficientes, deberían permitirles al menos tener un garrafón de cinco”, detalló la joven, quien añadió su esposo aún está a la espera de un juicio. En 2020 su caso fue procesado y manejado con una detención de casa por cárcel, pero hace dos meses fue revocado y tuvo que ingresar al CDP.
No pueden ni visitar
Por su parte, los familiares de detenidos foráneos al estado Trujillo tienen mayores dificultades para mantener a los privados de libertad en el retén policial. Ellos deben pagar a terceros para que compren los alimentos, los cocinen y se los lleven al centro. Según una ciudadana, a quien familias de dos detenidos pagan por los almuerzos y las cenas, se gasta en promedio 30 dólares diarios.
Esto sin contar con el dinero que deben invertir en los productos de limpieza, higiene personal y el lavado de ropa, pues esto también debe ser costeados por los familiares, quienes no pueden visitarlos con
frecuencia. “Cómo van a venir si deben pagar tanto. A veces ni para eso tienen y ellos la pasan mal”, dijo la declarante a UVL, durante una visita al CDP este martes, 16 de enero, en horas de la tarde.
Requisas causan malestar
Actualmente, este centro tiene entre 80 a 90 detenidos y apenas 3 celdas. Por este motivo, los funcionarios hacen requisas sorpresas cada mes y se ven obligados a botar todo lo que tienen los detenidos. Esto causa malestar a los familiares, quienes no se explican por qué deben botar productos de higiene y aseo, ropa y otros objetos que no representan un riesgo.
“Ellos tienen afeitadoras fuera de las celdas, porque no se las dejan tener, pero durante las requisas les botan hasta la ropa”, puntualizó una de las entrevistadas.
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