La OMS alertó sobre un brote de fiebre amarilla en Venezuela: Monagas, Anzoátegui, Delta Amacuro, Sucre, Bolívar, Apure, Zulia y Amazonas forman parte de los estados donde el riesgo de contraer fiebre amarilla se mantiene en alerta roja.
La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. El término “amarilla” alude a la piel amarillenta que presentan algunos pacientes.
Una pequeña proporción de pacientes infectados presentan síntomas graves, y aproximadamente la mitad de estos casos fallecen en un plazo de 7 a 10 días.
Las grandes epidemias de fiebre amarilla se producen cuando el virus es introducido por personas infectadas en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a otra.
– Signos y síntomas –
El periodo de incubación es de 3 a 6 días.
Muchos casos son asintomáticos, pero cuando hay síntomas, los más frecuentes son:
– Fiebre.
– Dolores musculares, sobre todo de espalda.
– Cefaleas (dolor en cualquier parte de la cabeza)
– Pérdida de apetito.
– Náuseas o vómitos.
En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en 3 o 4 días.
Un pequeño porcentaje de pacientes entran a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase, más tóxica:
– Fiebre elevada.
– Afectación en varios órganos, generalmente el hígado y los riñones.
– Ictericia (piel y ojos amarillentos ocasionados por la acumulación de bilirrubina en la sangre).
– Orina de color oscuro
– Dolor abdominal con vómitos.
– Puede haber hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas.
La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de 7 a 10.
El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En los casos más graves puede confundirse con el paludismo grave, la leptospirosis, las hepatitis víricas (especialmente las formas fulminantes), otras fiebres hemorrágicas, otras infecciones por flavivirus (por ejemplo, el dengue hemorrágico) y las intoxicaciones.
– Contagio –
El virus de la fiebre amarilla es transmitido por mosquitos de los géneros Aedes y Haemogogus . Las diferentes especies de mosquitos viven en distintos hábitats. Algunos se crían cerca de las viviendas, otros en el bosque, y algunos en ambos hábitats.
Hay tres tipos de ciclos de transmisión:
Fiebre amarilla selvática: En las selvas tropicales lluviosas, los monos, que son el principal reservorio del virus, son picados por mosquitos salvajes que transmiten el virus a otros monos. Las personas que se encuentren en la selva pueden recibir picaduras de mosquitos infectados y contraer la enfermedad.
Fiebre amarilla intermedia: En este tipo de transmisión, los mosquitos semidomésticos (que se crían en la selva y cerca de las casas) infectan tanto a los monos como al hombre. El aumento de los contactos entre las personas y los mosquitos infectados aumenta la transmisión, y puede haber brotes simultáneamente en muchos pueblos distintos de una zona.
Fiebre amarilla urbana: Las grandes epidemias se producen cuando las personas infectadas introducen el virus en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a otra.
– Tratamiento –
La instauración temprana de un buen tratamiento de apoyo en el hospital aumenta la tasa de supervivencia. No hay tratamiento antivírico específico para la fiebre amarilla.
– Es esencial mantener hidratado al paciente y compensar las pérdidas de sangre.
– Tratamiento para la insuficiencia hepática y renal y la fiebre
– Las infecciones bacterianas asociadas pueden tratarse con antibióticos.
– Prevención –
1. Vacunación
La vacunación es la medida más importante para prevenir la fiebre amarilla. Para prevenir las epidemias en zonas de alto riesgo con baja cobertura vacunal es fundamental que los brotes se identifiquen y controlen rápidamente mediante la inmunización. Para prevenir la transmisión en regiones afectadas por brotes de fiebre amarilla es importante que se vacune a la mayoría de la población en riesgo, un 80% o más.
Para evitar brotes se utilizan varias estrategias de vacunación: Inmunización sistemática de los lactantes; campañas de vacunación en masa para aumentar la cobertura en países en riesgo, y vacunación de quienes viajen a zonas donde la enfermedad es endémica.
La vacuna contra la fiebre amarilla es segura y asequible, y una sola dosis es suficiente para conferir protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo.
Se han descrito casos raros de efectos colaterales graves de la vacuna, entre 0 y 0,21 casos por cada 10 000 dosis en regiones donde la fiebre amarilla es endémica, y entre 0,09 y 0,4 casos por 10 000 dosis en poblaciones no expuestas al virus. La frecuencia de estos “eventos adversos graves tras la inmunización”, cuando la vacuna afecta al hígado, los riñones o el sistema nervioso.
Pacientes de riego:
– Las personas mayores de 60 años. Antes de administrar la vacuna a mayores de 60 años hay que evaluar bien los beneficios y los riesgos.
– Pacientes con trastornos del timo o inmunodeprimidos por VIH/sida sintomático u otras causas.
Las personas habitualmente excluidas de la vacunación son:
– Menores de 9 meses, excepto durante las epidemias, situación en la que también se deben vacunar los niños de 6-9 meses en zonas con alto riesgo de infección.
– Mujeres embarazadas, excepto durante los brotes de fiebre amarilla, cuando el riesgo de infección es alto.
– Personas con alergia grave a las proteínas del huevo.
– Personas con trastornos del timo o inmunodeficiencias graves debidas a infección sintomática por VIH/SIDA u otras causas.
2. Control de los mosquitos
– Eliminar los posibles lugares de cría de mosquitos y aplicando larvicidas a los contenedores de agua y a otros lugares donde haya aguas estancadas.
– La vigilancia de mosquitos Aedes aegypti y otras especies de Aedes ayudará a saber dónde hay riesgo de brotes urbanos.
– Comprender la distribución de los mosquitos puede permitir priorizar zonas para reforzar la vigilancia y la realización de pruebas de detección de la enfermedad humana, y considerar actividades de control de los vectores.
Actualmente existe un arsenal limitado de insecticidas seguros, eficientes y costoefectivos que pueden usarse contra los vectores adultos en el ámbito de la salud pública. Esto se debe principalmente a la resistencia de los principales vectores a los insecticidas comunes y a la retirada o abandono de ciertos plaguicidas por motivos de seguridad o por el alto costo que tendría el volver a registrarlos.
– Se recomiendan medidas preventivas personales para evitar las picaduras de mosquitos, como repelentes y ropa que minimice la exposición de la piel.
– El uso de mosquiteros tratados con insecticidas está limitado por el hecho de que los mosquitos Aedes pican durante el día.
Con información de la OMS
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