Expertos en comunicaciones políticas consideran que la estrategia y la narrativa de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cojean “de una pata” por las diferencias internas y la falta de un comando estratégico unificado.
uego de que la oposición optó por la no participación en las elecciones presidenciales 2018 y las parlamentarias 2020, la esperanza de los votantes en las elecciones como herramienta de cambio disminuyó progresivamente.
Entonces, para reconstruir la cercanía que alguna vez tuvo con el electorado, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) hace énfasis en recordarles que no están solos en la lucha para salir de la crisis.
Las etiquetas #AquíEstamos y #NoMeRindoYVotoUnidad son recurrentes en las piezas de campaña que publica la coalición opositora en sus redes oficiales.
Pero los años de ausencia no pasan en vano. El mero acto de presencia de la Mesa de la Unidad no es suficiente para atraer a los votantes, de acuerdo con el politólogo Ricardo Sucre Heredia.
“La lealtad por parte de los electores no es tan sólida como lo fue en 2015 o en 2017. Frente a lo que representó la tarjeta alguna vez, no hay un mensaje ni una estrategia fuerte. Tienen que hacer en poco tiempo lo que no hicieron en cuatro años”, señaló.
Carmen Beatriz Fernández, profesora de la Universidad de Salamanca y experta en comunicación política, coincide con Sucre en este sentido. A diferencia de otros procesos electorales, la Unidad decidió no designar a un jefe de campaña, sino formar “grupos de atención para las áreas electorales”.
“La carencia de un buen coordinador se siente y es una debilidad enorme para la oposición. Los comandos de campaña unificados son un elemento clave para que tengas coherencia en el mensaje político que llevas. Cuando no tienes un comando unificado, trasladar ese mensaje a los electores es mucho más difícil y se pierde la estrategia”, explicó Fernández.
El juego de las expectativas
Las piezas de campaña de la Unidad señalan la indiferencia del Estado ante los problemas cotidianos. La precariedad de los servicios básicos, la inseguridad y la escasez de gasolina son algunos de los problemas que resaltan en sus mensajes e invitan a los electores a “castigar” al gobierno mediante el voto.
“Pareciera que se quiere repetir una especie de guión del 2017. Vamos a convertir el voto en una especie de rebelión. Vamos a tratar de ver si la gente vota en contra, a ver si se produce una crisis en el gobierno”, señaló Sucre Heredia.
No obstante, Fernández señala que el voto castigo implica más que solo ofrecer arreglar las fallas de agua, luz o gas. A su juicio, dichas propuestas no serán creíbles para el electorado, porque tanto alcaldes como gobernadores dependen, en mayor o menor medida, del presupuesto nacional otorgado por el gobierno de Nicolás Maduro.
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