La familia Monagas vive en la zozobra desde el 29 de noviembre de 2022, cuando perdieron comunicación con Lismar Monagas, una joven venezolana de 21 años quien, ese entonces, ya tenía más de un año en poder de una banda en Perú vinculada con trata de personas.
Por InSight Crime
Lismar había decidido migrar en 2021. Su viaje fue rápido y sin aviso. Leonel Monagas, su abuelo, se enteró de que su nieta, a quien crio como a una hija en el barrio de El Cementerio, un sector popular ubicado en el oeste de Caracas, había salido del país el 16 de octubre de 2021 de manera irregular, y sin pasaporte, en autobús.
Era la primera vez que salía del país. Estaba feliz y con esperanzas. Su travesía por Colombia y Ecuador la documentó en videos y con videollamadas a su familia. Leonel, sin embargo, temía lo peor. Y así fue: sin que ella lo supiera, había sido captada por una red de trata de personas.
“Los primeros días me decía que le daban cosas y ropa y yo le dije que eso era peligroso y que se lo iban a cobrar porque me imaginé para qué se la llevaron”, manifestó el abuelo de la víctima.
Como ella, en los últimos años, cientos de mujeres venezolanas han sido víctimas de redes de trata de personas que, mediante engaños, las llevan a otros países de la región para explotarlas. Pero su historia ejemplifica unas nuevas tendencias, incluido el aumento del reclutamiento fuera de la frontera con Colombia y la creciente participación de las mujeres en el reclutamiento.
Caer en la explotación sexual
Lismar Monagas, como casi ocho millones de venezolanos, salió de su país para poder ayudar a su familia, principalmente a su hijo, que actualmente tiene ocho años de edad, y a su abuelo, Leonel. Pero la joven se unió a la cifra de mujeres venezolanas que fueron víctimas de trata de personas en los últimos años.
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