Temor, incertidumbre y zozobra se vive en el gremio de carretilleros -personas que trasladan mercancías y equipaje de un lado a otro de la frontera – y comerciantes informales que hacen vida entre el corregimiento colombiano de La Parada y la población venezolana de San Antonio del Táchira, ¿El motivo? La reapertura comercial de la frontera.
En un recorrido realizado por Frontera Viva en la zona, se constató la situación que viven estas personas agrupadas en la Cooperativa Puente Internacional Simón Bolívar, que acoge alrededor de 1.000 transportistas de pequeñas mercancías, que en un 90% son migrantes venezolanos y 250 de ellas son mujeres.
Comienzan su jornada a la hora en que se abre la frontera (6:00 am) y en una suerte de competencia se disputan los potenciales clientes que les encargarán de llevar su equipaje o mercancía al otro lado de la frontera. Cada viaje varía en su precio, dependiendo de la cantidad de maletas o bultos a transportar.
Una vez emprenden viaje hacia el puente internacional que une a ambas naciones, no solo deben soportar el peso de la mercancía que empujan y las altas temperaturas, también los malos tratos de algunos funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, ubicados en el trayecto. Aseguran que cada uno de los carretilleros a diario debe pagar una cuota que oscila entre los 7 mil y 15 mil pesos colombianos ($1.7 a $3.6) al funcionario venezolano de turno para poder circular y trabajar en la vía binacional.
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