Hoy la economía está en un momento muy difícil por la propagación del coronavirus. Con la caída de los precios del petróleo, para Venezuela esta situación adquiere dimensiones de tragedia. Veamos.
José Guerra / ALnavío
Un factor extraeconómico ha hecho crujir los cimientos de la economía mundial. La economía, globalmente hablando, cerró 2019 con un crecimiento modesto pero aceptable en torno al 1,5%, liderado por Estados Unidos China e India, toda vez que la Unión Europea se estancó como producto de la recesión en Alemania. 2019 fue el mejor período de las bolsas de valores en mucho tiempo y en el caso de Estados Unidos se estima que el principal indicador bursátil, el Dow Jones, tuvo un rendimiento superior al 30%, cifra esta que se compara favorablemente con cualquier otro negocio o actividad económica.
Todo eso es historia. Hoy la economía está en un momento muy difícil producto de la propagación del coronavirus. Al principio el fenómeno se localizó en China y luego se ha esparcido por el mundo con su carga letal de fallecidos y destrucción de actividad económica. Las bolsas de valores en dos meses han perdido más de un tercio de lo que ganaron en los 12 meses de 2019 y lo peor no ha llegado todavía, debido a que las autoridades económicas actualmente no tienen instrumentos eficaces para encarar esta crisis como sí lo hicieron con la de 2008-2009.
Al frenazo de la economía se adiciona la caída de los precios del petróleo, ocasionada tanto por la parálisis económica como por el reto que Arabia Saudita le lanzó a Rusia y a otros productores al bajar los precios, demostrando con ello dónde reside el poder del mercado.
Para Venezuela, esta situación adquiere dimensiones de tragedia. Veamos. En 2019, Venezuela exportó aproximadamente 600.000 barriles diarios de petróleo que le generaron caja por diversos mecanismos. A un precio promedio de 56 dólares por barril, ello se tradujo en un ingreso de aproximadamente 10.950 millones de dólares. Con los mismos supuestos de exportaciones, pero con un precio reducido en un tercio, en el escenario más favorable, Venezuela recibiría apenas 8.000 millones de dólares en 2020. La situación puede ser peor todavía si PDVSA se ve obligada a cortar aún más la producción porque no consigue compradores para sus crudos o si tiene que otorgar mayores descuentos para poder colocar sus crudos.
Con este monto por exportaciones menguado la crisis económica se va a agudizar indudablemente. A ello se agregan tres factores adicionales.
En primer lugar, un nivel de reservas internacionales mínimo de 6.900 millones de dólares, de los cuales más del 60% es oro. La falta de liquidez internacional no hace propicio un mayor nivel de importaciones para vigorizar la economía.
En segundo término, Venezuela está en default de su deuda externa desde noviembre de 2017 y por tanto no tiene acceso al mercado financiero internacional, de manera que no puede suplir con ahorro externo lo que no proporciona el petróleo.
Si esto no basta, en tercer lugar agregue al coctel la cuasi fijación artificial del tipo de cambio por parte del Banco Central de Venezuela, que en medio de este shock petrolero, es absolutamente demencial. La crisis apenas se asoma.
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