El sargento Darwin Enrique Balaguera Ruiz conocido por su extraordinaria fuga del Hospital Militar de Caracas, fue entrevistado por la periodista Sebastiana Barráez. El joven sargento de la Guardia Nacional ofreció detalles de la Operación Aurora y los motivos que lo llevaron a desertar.
Infobae | Sebastiana Barráez
Hay cierta ingenuidad en él. Uno le cree cuando habla de las decisiones que tomó, desde que decidió reconocer a Juan Guaidó, como lo hicieron cientos de militares que cruzaron la frontera aquel 23 de febrero 2019; él prestaba servicio en la primera compañía del destacamento 212 en San Antonio del Táchira. Él es el Sargento Mayor de Tercera de la Guardia Nacional, Darwin Enrique Balaguera Ruiz, uno de los militares participantes en el asalto al 513 Batallón de Infantería Selva “GD Mariano Montilla”, ubicado en el sector Luepa, municipio Gran Sabana del estado Bolívar.
En entrevista exclusiva para Infobae revela: “Cuando se pierde la libertad es que se sabe la importancia que tiene para uno y para la familia”. Confiesa que “hay muchísimos militares activos, en estos seis meses que estuve en Caracas, logré hablar con ellos, incluso funcionarios de DGCIM, cuyo descontento es absoluto. El 90 o 95% de la Fuerza Armada está en contra del régimen, solo que por amenazas o miedo se mantienen ahí”.
“Es la cúpula militar la que sostiene al gobierno, los generales de alto rango. Si toda la tropa y oficiales medios y bajo rango dan un paso al frente, sé que el gobierno de Venezuela no dura mucho tiempo”.
Es lo que podría llamarse un hombre privilegiado, porque después de haber pasado a Cúcuta, de ir a los campamentos de Fuerza de Tarea, de aventurarse en la Operación Aurora saliendo con el fémur partido, de caer en manos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), de conseguir que lo operaran en el Hospital Militar de Caracas justo antes de perder la pierna, fugarse del Hospital y huir hacia territorio colombiano, hoy está casi recuperado totalmente.
Dice que ese febrero de 2019, cuando reconocieron a Juan Guaidó, fueron días de alegría porque se sumaron muchos militares. Reconoce con pesar que “también aprovecharon muchos militares retirados o que habían sido sacados de la Fuerza Armada por indisciplina o delitos”.
Confiesa que apoyó al gobierno interino “porque vi una oportunidad de cambio en Venezuela, que se acercaba la cercanía de la tiranía”.
Cuando le pregunto por qué no estaba satisfecho en la Fuerza Armada, responde que “siempre trabajé en zona de frontera. No voy a decir que soy un santo o que nunca agarré plata, porque eso es muy común en la frontera, pero vi muchas injusticias”.
Relata lo ocurrido ese 23 de febrero de 2019. “Vi a grupos armados, paramilitares mal llamados colectivos, someter a las personas, las amedrentaba, ellos mismos las detenían y las llevaban al comando. Y los militares teníamos que hacer lo que ellos dijeran. A sabiendas de los oficiales superiores de nosotros”.
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Explica que “Operación Aurora fue la del 22 de diciembre de 2019, cuando un grupo de militares decidimos, por cuenta propia, sin apoyo de ningún político, lanzarnos una misión suicida, al tomar uno de los batallones más grandes e importantes de selva del Ejército venezolano en la Gran Sabana. La Operación no salió como esperábamos, pero sí se demostró a la Fuerza Armada que hay funcionarios dispuestos a dar la vida, si es necesario, por darle golpes certeros a la dictadura”.
– ¿Además de llevarse las armas, cuál fue el propósito de esa Operación?
– La intención no era otra que apropiarnos de las armas de los tres parques del Mariano Montilla; solo pudimos sacar la totalidad de uno de ellos. Cuando nos faltaban menos de una hora para llegar a la frontera con Brasil fuimos emboscados por una comisión de la Guardia Nacional, en un puesto militar que está en la vía. Nos tocó replegarnos a la selva. No pude continuar con mis compañeros porque recibí un disparo en la pierna, así que me quedé con el armamento restante.
– ¿Qué habían planificado hacer con ese armamento que se llevaron?
– Para operaciones futuras que vendrán con el tiempo para darle golpes certeros a la tiranía y armas más compañeros, ya que no contamos con apoyo de nadie. Son armas de la República que se nos dan para eso, para defender a la nación.
– ¿De quién fue la idea de esa operación?
– De varios militares del Ejército y la GNB. La cabeza principal de la operación es el primer teniente Josué Abraham Hidalgo Azuaje. El teniente Rodríguez Araña es la otra cara visible de la Operación. Ellos dos se habían logrado fugar de la tiranía; Hidalgo de ramo Verde y Rodríguez Araña de La Pica.
– ¿Ustedes recibieron apoyo de Andrés Antonio Fernández Soto alias Toñito para adelantar esa operación Aurora?
– Toñito nos presto apoyo, pero en cuestión de hospedaje y para ubicarnos en la cuestión de Paracaima, pero él no tuvo nada que ver en la planificación militar. Él también es un perseguido de la dictadura de Venezuela.
– ¿Cómo fue la participación de los indígenas, algunos de los cuales están detenidos?
– La participación de los pemones fue voluntaria, cansados de los vejámenes, de las malas acciones de los organismos de seguridad que operan en la Gran Sabana. Hay gran descontento entre ellos; estuve quince días en la selva compartiendo con ellos. Todo es una misma lucha, porque ellos también quieren salir de esa dictadura que en estos últimos 20 años los ha arrinconado, los ha masacrado, les ha quitado sus derechos y solo los usan en las campañas electorales.
– ¿Tuvieron ustedes relación con el ex alcalde Emilio González para adelantar esa Operación?
– No, no conozco a esa persona, Sé que personal político no tuvo nada que ver con la organización.
– ¿Qué pasó con el armamento que se llevaron de esa unidad militar?
– Está a resguardo de la Operación Aurora.
– ¿Cuánto es eso?
– No le puedo dar esa información, pero es gran cantidad.
– ¿Puede contarnos en detalle cómo ocurrió la Operación hasta que lo hirieron a usted?
– Nosotros tomamos el batallón y simultáneamente se había planificado tomar el batallón Escamoto que está en el pueblo de Santa Elena de Uairén, pero los compañeros no lograron tomarlo. Nosotros sí habíamos tomado, a las 2 de la mañana, el “Mariano Montilla”, pero al no lograr la toma del Escamoto, nos vimos descubiertos porque se alertaron todas las autoridades de la jurisdicción. El general llamó al batallón de Luepa y cuando el comandante contestó la llamada, se dio cuenta de que el Batallón estaba tomado y alertó a los otros organismos, por lo que nos vimos obligados a huir con el armamento que habíamos extraído hasta esa hora.
– ¿Por qué lo capturan solo a usted?
– Íbamos en grupo, desplazándonos por la carretera nacional vía Santa Elena, un soldado del batallón había logrado evadirse, sin que nos diéramos cuenta, y estaba oculto en la vegetación. Cuando vamos pasando los dos vehículos, ese soldado soltó una ráfaga de disparos al camión que era donde yo iba; alcanzó en el pecho a un alistado del Batallón y a un pemón le dio dos disparos que tuvieron entrada y salida sin tocar ningún órgano vital. A mí sí me dio en el fémur, fracturándolo completamente y dejándome inmovilizado.
– ¿Ellos huyeron y usted se quedó en el sitio?
– Si, no me podían llevar porque iba a ser una carga para ellos, además yo sabía a las condiciones que debía enfrentar en la selva. Si sigo con ellos, me hubiera desangrado, porque duraron tres o cuatro días para salir a la frontera con Brasil. Decidí quedarme en el pueblo para ver si podía ocultarme, pero cuando vi que había perdido mucha sangre decidí salir a la carretera y entregarme, aun a riesgo que pudieran matarme.
– Ustedes iban en dos vehículos, un camión y una camioneta. ¿Es cierto que el camión con un número importante de armas lo dejaron?
– Ahí iba yo. Me quedé con el vehículo y las armas para ver si podía ocultar el armamento en la selva, pero quedé inmovilizado. Los compañeros se fueron a travesía en la selva, con el armamento que cargaban encima; fusiles, lanzagranadas.
– ¿Cuántos militares y cuántos civiles participaron?
– Diez militares y unos cien pemones, distribuidos entre el Escamoto y Luepa. Otro gran número que nos esperaban en la selva para recibir el armamento; entre los pemones hay reservistas, exmilitares, no eran aprendices.
– ¿Cuántos huyeron y cuántos fueron capturados?
– La gran mayoría logró huir a territorio brasileño. Después que yo caí no tuve contacto con ninguno de los detenidos, pero esos son pemones que nada tuvieron que ver con la Operación. Los que participaron lograron escapar.
– ¿La estrategia era llevarse el armamento hacia dónde?
– Hacia la selva venezolana, en territorio inhóspito donde ya teníamos señalado para esconder el armamento que sería usado en una operación posterior.
– ¿Se arrepiente usted de haber seguido a Guaidó?
– No, para nada, el sacrificio que hice y que hicieron quienes pasaron por el Zulia, Apure, Bolívar lo hicimos pensando en el futuro de nuestras familias, del país, recordando el juramento que hicimos en la escuela de defender a la patria y a la nación.
– Muchos militares se sintieron abandonados por el gobierno interino. ¿Es cierto?
– Nosotros fuimos una oportunidad para muchos políticos de hacer dinero con el esfuerzo que hicimos se llenaron los bolsillos, incluso militares que hacían listas, reuniones, para buscar cargos y bienestar económico para ellos. Ayudas que iban para los militares nunca llegaron a nosotros. Después quedamos al abandono total. Muchos compañeros se encuentran a la deriva, sin documentación y el gobierno interino no les ha prestado asistencia en los países a donde han llegado.
– ¿Usted participó en los campamentos de la Fuerza de Tarea del general Cliver Alcalá?
– Sí, hasta septiembre 2019. Estuve en los campamentos de Santa Marta, Maicao y por último en Riohacha. Me fui a trabajar hasta que en diciembre me llamó otro compañero para incorporarme en la Operación Aurora.
– ¿Conoció a Jordan Goudreau?
– Sí, el 16 de junio en la primera reunión en Maicao. Dos veces tuve contacto.
– ¿Y al capitán Antonio Sequea?
– No, no lo conocí. Los hermanos Sequea llegaron después.
– ¿Qué opinión tienen sobre el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López?
– Es un militar de arraigo en el Ejército y fue ascendiendo. Ahora tiene una dictadura en el Ministerio de la Defensa, es la cabeza visible del chavismo con Diosdado Cabello. Es un tirano más.
– ¿Y el comandante de la Guardia Nacional, MG Fabio Zavarse Pabón?
– Es una ficha más de Diosdado Cabello. Es un jalab… de la revolución. Ahí no hay general que tenga mérito. Hay mucho comandante y mayores que conozco y están marginados.
Con información de Infobae
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